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Tribuna
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Humanizar y dignificar el trabajo

La falta de regulación y fiscalización de las cadenas mundiales de suministro provoca un efecto de dominó de precarización

Thinkstock

Si para algo sirvió la última reunión del G20, dado el nuevo fiasco de indeterminación de soluciones holísticas, fue para encender las alarmas en los dirigentes de los países sobre los descosidos que se están produciendo en las hechuras de la globalización económica. Y es porque los paradigmas sobre los que se asienta, para que solo unos pocos se beneficien del sistema económico, están provocando un tsunami de indignación social ante el aumento de las desigualdades y de la pobreza entre las más amplias capas sociales, a la vez que se enriquece a manos llenas la minoritaria cúpula de la pirámide social. Esto ha hecho que comiencen a hacer cábalas sobre cómo civilizar el capitalismo para que esta globalización, tan echada al monte del ultraliberalismo económico, no acarree un amplio conflicto social. Es decir, dulcificar la estratégica sin alterar el fin.

Desde la Unión Sindical Obrera (USO), como parte del movimiento sindical organizado en torno a la Confederación Sindical Internacional (CSI), venimos urgiendo la necesidad de invertir las políticas que han provocado la crisis y la recesión, muy singularmente en Europa y en España. Unas políticas que, al amparo del fraude, la corrupción y la especulación económica y financiera, han propiciado una deplorable situación de desempleo masivo, trabajo precario, pérdida de rentas y derechos sociales y laborales, fuerte erosión de los pilares y prestaciones sociales, recrecimiento de las desigualdades y mayor y generalizado empobrecimiento de la ciudadanía.

Es necesario cambiar las políticas para construir otra globalización, que responda y proteja a las personas, con la economía, la política y las finanzas al servicio de la ciudadanía; que sea justa en el reparto de la riqueza entre todos generada; que ponga en su epicentro el trabajo pleno, digno y con derechos como elemento sustancial para la vida y el desarrollo integral del ser humano. Para ello, abogamos por la necesidad de hacer un marco regulatorio de la economía global y de un pacto social global con el que se incentive un potente plan de inversión por el empleo, el crecimiento económico sostenible y el trabajo digno.

"Abogamos por un marco regulatorio de la economía global y un pacto social global que incentive un plan de inversión por el empleo, el crecimiento económico sostenible y el trabajo digno"

Este último elemento, el trabajo digno, es una reclamación de los sindicatos en los cinco continentes que anualmente, en la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, nos movilizamos para reivindicar ante todos los Gobiernos e instituciones internacionales la construcción de una nueva economía mundial que priorice a las personas y al trabajo decente, que es el sustentado en cuatro pilares básicos: creación de empleo, derechos del trabajo, diálogo social y protección social.

Este año, centramos nuestra reivindicación en tres elementos interrelacionados, objeto de permanente utilización nociva y, por tanto, violación por parte de las grandes corporaciones del concepto de trabajo decente acuñado por la OIT en lo que se refiere a las cadenas de suministro, el trabajo forzoso y el cambio climático. Y ello es así porque la ausencia de regulación y fiscalización de las cadenas mundiales de suministro a nivel nacional e internacional está provocando un efecto dominó de precarización del trabajo, llegando incluso a ser forzoso, y originando deterioro medioambiental, porque muchos Gobiernos hacen de la necesidad de que se implanten las multinacionales virtud para ellas, de la no exigencia del debido control, cumplimiento y respeto de los derechos laborales.

El modelo de estas cadenas socava el trabajo decente y actúa como las células tumorales extendiendo la destrucción del medio ambiente, la evasión fiscal, la explotación laboral y las desigualdades sociales. Más de una quinta parte de la fuerza del trabajo ejerce su empleo en una contrata o subcontrata de una gran corporación. Además, existen más de 115 millones de personas trabajando para ellas en la economía sumergida, amén de que en el proceso de subcontratación millones de niños son explotados y 21 millones de trabajadores son víctimas de formas modernas de esclavitud. Además, más del 94% de la mano de obra de las 50 mayores multinacionales está trabajando de manera oculta en subcontratas sobre las que diluyen y eluden su responsabilidad, ya que la norma es la realización de alargadas jornadas laborales, penosas y peligrosas condiciones de trabajo, ínfimos salarios y la no existencia de derechos laborales.

Hay que parar y revertir la codicia corporativa, haciendo posible otra globalización económica. Una economía a favor de las personas. Para ello es fundamental humanizar y dignificar el trabajo en todo el mundo.

Julio Salazar Moreno es secretario general de la Unión Sindical Obrera (USO).

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