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Tribuna
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¿Sonará la sinfonía del G20 sin director de orquesta?

Tardaremos en ver medidas que afronten la desigualdad de las rentas o el crecimiento económico de los países desarrollados

El G20 se reúne de nuevo, esta vez los días 4 y 5 de septiembre en la ciudad china de Hangzhou, con una agenda en la que se quiere discutir cómo promover una economía mundial con más innovación y más interconectada. Sin embargo, probablemente será una reunión más, y ya son once, que podrá resumirse con el aforismo “mucho ruido y pocas nueces”.

En un contexto preocupante en el que el Fondo Monetario Internacional ha alertado de la necesidad de adoptar medidas y coordinarlas a nivel internacional para combatir un escenario de baja inflación y crecimiento estancado, que parece que se está convirtiendo en una situación crónica, no hay atisbos de que esta reunión suponga un cambio de rumbo, y ello se debe a varias razones.

En primer lugar, la reacción de los Gobiernos y las políticas económicas a esta situación de estancamiento tras la crisis económica y financiera del 2009 no ha sido, sin querer cargar las tintas, óptima. Una parte de la respuesta económica ha sido el aumento de las medidas proteccionistas. Con independencia de la fuente consultada, hay cierto consenso en que las trabas a la libre circulación de mercancías y de personas acaban restando y no sumando al crecimiento económico.

En muchos países del G20 se han incrementado los aranceles y otras medidas proteccionistas. Por ejemplo, China ha aumentado el arancel sobre el acero estadounidense y europeo; o la guerra de medidas entre Rusia y Europa en una situación de difíciles relaciones (basta con recordar Crimea y Ucrania); o el “olvidado” brexit, en el que la capacidad de Reino Unido para controlar los flujos de inmigración, es decir, la libre circulación de trabajadores del resto de la Unión Europea, ha jugado un papel relevante.

"En muchos países del G20 se han incrementado los aranceles y otras medidas proteccionistas"

En segundo término estaría la situación personal de los diferentes líderes políticos que acuden a la cita y los problemas concretos de algunas de estas economías. Obama, que ejerció cierto liderazgo en la reunión del G20 en Londres en el año 2009 apostando por las políticas económicas expansivas, viene para despedirse, con la sombra de qué ocurrirá si algún día el invitado no es otro que Donald Trump.

El país anfitrión, China, vive una situación interna en la que parece claro que el modelo económico de exportaciones, basadas en parte en un yuan devaluado artificialmente, ha de ceder el testigo a un crecimiento más basado en el crecimiento interno. Sin embargo, ese cambio de modelo no acaba de concretarse.

Los líderes de países europeos, Angela Merkel, Theresa May y François Hollande, entre otros, acuden sabiendo que el brexit supondrá un menor crecimiento económico y, probablemente, un antes y un después en la historia la Unión Europea.

Rusia, uno de los países que más parece tomar decisiones de política económica en clave interna y con poco interés en una coordinación real a nivel global.

Turquía acude en un momento en el que sus relaciones con Estados Unidos y Europa son complicadas, no solo por la respuesta en Siria, sino también por los recortes en las libertades que se han producido a ritmo frenético desde el fallido golpe de estado. Y no olvidemos Brasil, en una reunión a la que por supuesto no acudirá Dilma Rousseff.

Decía John Kenneth Galbraith que la única función de la predicción económica es hacer que la astrología parezca algo más respetable. A pesar de ello, en esta situación no es difícil pronosticar que todavía tardaremos un tiempo en ver medidas (no digamos ya coordinadas) que hagan frente a algunos de los problemas que debemos afrontar, como la desigualdad creciente en la distribución de la renta o el crecimiento económico en los países desarrollados, con un creciente envejecimiento de la población.

En resumen, los músicos no conocen la partitura, son mediocres y, por si fuera poco, no hay director, por lo que difícilmente escucharemos un buen concierto.

Pedro Aznar y Josep Sayeras son profesores de Economía de Esade Business School.

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