Manga ancha para el rescate de la banca italiana
Además de sacudir los cimientos de la Unión Europea, abriendo un camino sin precedentes por el que por primera vez un socio abandonará el club, el referéndum británico sobre el brexit ha desatado un torbellino bursátil que se ha cebado en la banca y muy especialmente en la italiana, en la que se ha revelado ya de forma inapelable su elevada morosidad y sus necesidades de capital. La crisis italiana dividió ayer al Eurogrupo, reunido en Bruselas, con algunos ministros de economía favorables a un trato de favor hacia Roma y otros proclives a aplicar las normas a rajatabla. En particular, la normativa que ha entrado en vigor este año por la que serán accionistas y acreedores los que asuman el coste de los rescates. Al final de la reunión, Italia parecía en condiciones de salirse con la suya, gracias a la presión de los últimos días del primer ministro italiano Matteo Renzi, la del mercado y la del BCE.
El ‘brexit’ como excusa
Las maniobras del Ejecutivo italiano comenzaron inmediatamente después de conocerse el resultado del referéndum británico, en lo que algunos ministros europeos de Economía describieron ayer como “mera excusa”. En el fin de semana posterior al brexit ya se planteó la necesidad de una inyección de capital para la banca italiana por 40.000 millones de euros. Y en forma de ayuda pública. Sería el modo de sanear definitivamente un sector con un volumen de créditos morosos de 360.000 millones de euros, el 13% del total y de evitar que accionistas y bonistas, en particular pequeños inversores, asuman el coste del rescate italiano.
El riesgo de los pequeños ahorradores, la clave
Italia desea precisamente evitar un rescate a la española, donde los accionistas –con una pérdida de valor para Bankia del 99%– y los preferentistas pagaron parte de la factura del rescate. Para el contribuyente quedaron los 43.000 millones de euros que se solicitaron a Europa. La banca italiana ha recurrido de forma masiva a la colocación de obligaciones entre sus clientes. El resultado es que la mitad de los 60.000 millones de euros de deuda subordinada y un tercio de los 600.000 millones de deuda sénior bancaria italiana están en manos de pequeños inversores.
Estos pequeños inversores en peligro son quienes acudirán a votar en el referéndum que Renzi ha convocado en octubre sobre la reforma del Senado, a la que el Ejecutivo quiere quitar poderes legislativos. El político necesita una victoria para consolidar su puesto, por lo que busca una solución para la banca que no ponga en su contra al electorado con un castigo como el que impone la directiva europea al inversor.
Renzi busca apoyos ante el referéndum de octubre
El referéndum italiano es la próxima cita política que tendrá en vilo a los inversores y a la Comisión Europea, que observan con temor el avance de los populismos y la posibilidad de que ese plebiscito le cueste el cargo a Renzi. Tras la sacudida del brexit, ese riesgo político se ha convertido en una fuerte baza en favor de Renzi para lograr apoyos en Europa para un rescate bancario con capital público. Y el camino para ello parece ir despejándose, más aún cuando urge encontrar una respuesta antes de que se conozcan los resultados del test de estrés de la Autoridad Bancaria Europea y que se publicarán el 29 de julio.
La tesis de Renzi parece estar encontrando apoyo, a pesar de que suponga desacreditar a la primera ocasión uno de los pilares de la unión bancaria y cuando la norma sobre rescates apenas lleva unos meses en vigor. Los mensajes favorables para Renzi han llegado de uno de los actores principales, el BCE. Su vicepresidente, Vítor Constâncio, señaló la pasada semana que la fuerte caída bursátil en la banca que ha ocasionado el brexit “merece una profunda reflexión sobre cómo compensar algunas fallas del mercado con una pequeña aportación pública para mejorar significativamente la estabilidad de algunos bancos”. El gobernador del Banco de Italia y miembro del consejo del BCE, Ignazio Visco, añadió el viernes que “una intervención pública no puede ser excluida”, a la vista de que en el contexto actual de incertidumbre “algunos problemas limitados pueden afectar a la confianza en el sistema financiero”. Y el FMI ha urgido a la UE a ejercer “con flexibilidad” las ayudas de Estado a los bancos. Así, el BCE y la CE aceptarían el argumento de Renzi.
¿A cuánto ascenderá la factura?
La banca europea necesita capital por 150.000 millones de euros, según apuntó este fin de semana David Folkerts-Landau, el economista jefe de Deutsche Bank, entidad que por otra parte también aparece en el disparadero del mercado de bancos en dificultades. “Europa debe afrontar este problema con extrema rapidez o puede producirse un accidente”, advierte. Y el punto más caliente es el italiano Monte dei Paschi. El tercer banco italiano, el más antiguo del mundo, arrastra un volumen de créditos dudosos de 46.900 millones y deberá reducirlos a 32.600 millones en 2018 por exigencia del BCE. El mismo banco lo reconoció la semana pasada, cuando se conoció que las ayudas a la banca italiana pueden sumar 40.000 millones.