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El Foco
Tribuna
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Liderar el rumbo financiero

El Gobierno es un actor principal o un intermediario necesario que tiene que recuperar protagonismo interlocutor.

Santiago Carbó Valverde

Aun nuevo Gobierno, tras siete meses de interinidad (y contando), cabe pedirle muchas cosas. Todas ellas urgentes, bien porque un Ejecutivo en funciones ha podido retrasar cuestiones perentorias, bien porque hay reformas de medio y largo plazo que son de extraordinaria importancia. En el terreno financiero, la idea general sería liderar la hoja de ruta financiera. Esto puede parecer ambicioso, casi arrogante, viniendo el sector financiero español de donde viene y en medio de procelosos avatares en los mercados. Sin embargo, hay varias razones para pensar que solo la ambición puede evitar los tremendos riesgos que acechan al sistema financiero europeo y de los que España no puede abstraerse.

El brexit ha sido el ejemplo fundamental de la época que vivimos: un período post-crisis que es caldo de cultivo para el populismo, una probabilidad elevada de eventos hasta ahora impensables, un nuevo orden político aún no definido, una reconversión del modelo de UE y eurozona que ni tan siquiera se ha iniciado a plantear pero que es ineludible, y un experimento monetario que puede encontrarse en su cénit, pero que tendrá que revertirse.

Si hace diez años nos dicen que Reino Unido dejaría la UE y que los mercados financieros iban a trabajar con tipos de interés reales negativos, casi nadie lo hubiera creído. En este entorno de tremendos desafíos que ahora se abre, los retos para España desde la perspectiva financiera vienen condicionados, como en cualquier otro ámbito económico, por un Gobierno de difícil estabilidad. Si cuando se ha contado con Ejecutivos estables no se han hecho reformas, ahora va a ser tanto o más complicado.

"Si cuando se ha contado con Ejecutivos estables no se han hecho reformas, ahora va a ser más complicado"

El sector bancario español tiene pendientes retos que no son coto exclusivo de su iniciativa privada. El Gobierno es un actor principal o un intermediario necesario que tiene que recuperar protagonismo interlocutor. La privatización de entidades nacionalizadas es uno de ellos. El progreso de estas instituciones en la recuperación de su valor de franquicia es evidente, pero la coyuntura de mercado para la privatización no parece la más favorable. Durante lo que queda de 2016 y en 2017 habrá que pensar en soluciones calmadas y, sobre todo, prácticas. Sin prisas ni desórdenes en tanto en cuanto el funcionamiento, la estabilidad y el progreso de estas entidades sea el que ahora están teniendo.

Otro reto de considerable carácter práctico es el que se refiere a la sociedad de gestión de activos Sareb. La coyuntura de sus primeros años de funcionamiento no ha sido la más sencilla y siempre se espera que los años de recuperación de valor de los activos inmobiliarios estén por venir. De momento, esa senda de recuperación del mercado de la vivienda ha sido muy moderada y algo artificiosa, pero en los próximos años podría contar con un crecimiento orgánico más continuado.

La industria bancaria tiene, además, que afrontar retos estratégicos para los cuales un nuevo Gobierno va a ser fundamental. Soy de la opinión de que cualquier proceso de integración debe surgir de la iniciativa privada y ser luego monitorizado y preservado en términos competitivos por las autoridades. Mucho tiempo lleva hablándose ya de este tema y, en realidad, ha habido menos movimiento del esperado. En parte, porque la reestructuración sigue enfocándose en la eficiencia, en tanto en cuanto la rentabilidad es una meta complicada en un entorno de tipos de interés negativos. En este punto, los beneficios bancarios se encuentran también condicionados por la acción del legislador. La regulación aprieta pero, en algunos casos, puede carecer de sentido por los solapamientos y excesiva presión. Además, deben evitarse discriminaciones regulatorias entre diferentes jurisdicciones o que aspectos específicos sobre solvencia relativos a Basilea III o en el entorno de la supervisión única, se decidan por intereses creados muy específicos de algunos países.

"Existen retos muy propios, pero, por encima de ellos, toda una regulación y un cambio estructural en las finanzas europeas"

En todos estos aspectos, el nuevo Gobierno español tiene que recuperar protagonismo en la esfera europea, institucional y regulatoria. Al menos, con un liderazgo o presencia equivalente al que tienen los bancos españoles. Hay un claro desequilibrio entre esa presencia institucional privada y la política.

El problema del brexit merece un comentario aparte: existen innumerables relaciones financieras –además de una considerable presencia bancaria española en Reino Unido– que deben protegerse y sobre las que debe negociarse al más alto nivel. No puede obviarse que, al margen de la postura europea, se abre un amplio margen para la negociación bilateral. O, al menos, para que los intereses financieros de España se protejan en una negociación europea con Gran Bretaña. De nuevo, la presencia de los últimos años puede ser insuficiente para proteger los intereses españoles.

Finalmente, en cuanto a la arquitectura financiera europea en general, los próximos años están llamados a ser los que refuercen y lleguen cerca de su culminación el proceso de unión bancaria. No se trata solo de establecer un fondo único de garantía de depósitos –un esquema en el que la presencia en su gobernanza y diseño será fundamental–, sino también de velar por una justa y razonada implantación de otras medidas, como la posible penalización de la deuda pública en los balances bancarios. De momento, esta importante cuestión se ha despejado, pero pronto volverá a la mesa de negociación.

Por lo tanto, existen retos muy propios, relacionados con la culminación o el refuerzo del proceso de reestructuración bancaria en España pero, por encima de ellos, toda una regulación y un cambio estructural en las finanzas europeas (con el brexit como elemento disruptivo) que requieren de una presencia de la cuarta economía de la eurozona mayor de la que hemos vivido recientemente.

Santiago Carbó es catedrático de Economía. Bangor University. Funcas. Cunef.

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