Muertos en el armario
El pánico es irracional. Y hubo mucha irracionalidad en el comportamiento de los mercados en los dos primeros años de la crisis
Es algo que te marca. Recuerdo que en aquel momento era el inicio de cualquier conversación, especialmente con periodistas. ¿Cuándo van a aflorar los muertos que tenéis escondidos en el armario? La pregunta se centraba en los potenciales problemas que tenía el banco norteamericano en el que trabajaba en aquel momento. Y ese momento era el inicio de la gran crisis. Yo, por mucho que explicara que no había nada que esconder, sino más bien el proceso de devaluación de activos a que llevaba la crisis (primero financiera y después económica), no lograba superar del todo la desconfianza de mis interlocutores. Más tarde, una vez que la recuperación económica fue un hecho y la subida de los mercados su evidencia, la mejora de los resultados enterró definitivamente la expresión anterior.
Naturalmente, parte de la mejora de los resultados fue derivada de la fuerte revalorización de los mismos activos que antes nadie quería. El pánico es irracional. Y hubo mucha irracionalidad en el comportamiento de los mercados en los primeros dos años de la crisis. Por lo demás, ya saben que los mercados suben y bajan (de forma tan específica lo dijo el ministro de Finanzas alemán), anticipando la recuperación económica. Aunque yo más bien creo que ahora su apreciación, algunos lo denominan como estabilidad financiera, condiciona también la marcha de la economía. Esto explica sin duda el esfuerzo que realizan los bancos centrales por mantener unas condiciones financieras líquidas. Y también explica por qué combinan medidas de crédito a la baja con otras de tipos de interés. ¡Son los mercados!
¿Qué falta en los dos párrafos anteriores? Hemos hablado de la crisis financiera y económica… pero no se habla mucho de la crisis de confianza. Realmente, lo que escondía el título de esta nota era precisamente la desconfianza del mercado a las entidades financieras norteamericanas. Ahora me temo que la desconfianza comienza a ser generalizada en el sistema financiero mundial. De otra forma no se pueden justificar los bajos precios (en términos de libros y del resto de las Bolsas).
No sorprende de esta forma que el Financial Times publicara la semana pasada en su portada un artículo de opinión con el agresivo título de Por qué habrá una nueva crisis en la banca, precisamente centrado en la desconfianza sobre el sector. Pero es que lo grave del artículo en cuestión era precisamente que esta desconfianza se llevaba a extremo hasta cuestionar implícitamente la propia naturaleza del sector: los bancos deberían en caso límite buscar alternativas para tener liquidez en su activo equivalente al volumen de depósitos. Renace de esta forma una corriente de opinión que muchos considerábamos finalizada desde la gran depresión.
Creo que con demasiada frecuencia se olvida que los bancos, un sistema financiero desarrollado, es fundamental para la economía. Y para los propios mercados financieros, proporcionando liquidez y asumiendo un riesgo que saben manejar. Naturalmente, los accidentes no son condiciones normales.
Desde la gran crisis se ha extremado la regulación y supervisión sobre el sector, primando especialmente su resistencia ante potenciales shocks económicos y de los mercados financieros. Niveles elevados de capital y forzando una elevada liquidez en las carteras. En Europa, también en España, el proceso de desapalancamiento del sector privado y los bajos tipos de interés oficiales supone un escenario ciertamente complicado para el negocio bancario. Y con nueva competencia, como los nuevos medios de pago digitales o la propia financiación por el mercado mayorista. Además de tener que enfrentarse de forma recurrente a la desconfianza: desconfianza de las autoridades, que parecen cuestionar sin fin su propia regulación; desconfianza de la sociedad, que no admite que se han producido cambios de comportamiento hacia una gestión más transparente y humilde.
José Luis Martínez Campuzano es portavoz de la Asociación Española de Banca (AEB).