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Rusia, un oso herido para los inversores

La escalada en la retórica anti occidental rusa está afectando a sus posibilidades de recuperar la inversión extranjera.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin.Efe

Pocos inversores van a Rusia por su abierto clima de inversión. El riesgo político, las sanciones y el tono beligerante del presidente Vladimir Putin ya han afectado con dureza a los flujos de capital. Los alborotos causados por la reciente liberación de lo que se aseguran que son papeles de la firma panameña Mossack Fonseca podrían añadir más imprevisibilidad que podría asustar incluso para los capitalistas que aún resisten en busca de lucro.

El Proyecto de Información sobre Crimen Organizado y Corrupción (OCCRP, por sus siglas en inglés) publicó un artículo el 26 de abril basado en los papeles de Panamá que afirma que los fondos desaparecidos y que el abogado Sergei Magnitsky alegó que habían sido robados por el Gobierno fueron a parar a empresas offshore. Magnitsky murió en prisión en 2009 y fue condenado póstumamente por evasión de impuestos. El Ejecutivo ruso asegura que los papeles de Panamá son falsos.

Los bancos de inversión occidentales se han mostrado reacios a asesorar sobre las privatizaciones en el país

Los inversores ya han opinado. La inversión extranjera directa en Rusia ha caído en los últimos años de 69.200 millones de dólares (unos 60.100 millones de euros) en 2013 a 285 millones de dólares en los 12 meses anteriores al 30 de septiembre de 2015, según datos de su balanza de pagos. Los bancos de inversión occidentales se han mostrado reacios a asesorar sobre las privatizaciones en Rusia por temor a violar las sanciones. Deutsche Bank cerró en octubre su unidad en el país.

La economía rusa necesita flujos de dinero extranjero, pero sigue enviando señales que lo impiden. A mediados de abril, la policía registró la sede rusa de Ikea, como parte de un intento de apoderarse del terreno fuera de Moscú donde se encuentra, según el abogado de la compañía. Putin ha abogado por sustituir las importaciones, pero las limitadas capacidades manufactureras hacen que no sea algo realista.

Rusia no necesita convertirse en un modelo de régimen para atraer más inversiones. Algunos en Europa, incluidos los miembros de la cámara baja del parlamento de Francia, incluso están presionando para levantar las sanciones. Pero lo menos atractivo para los inversores globales es la imprevisibilidad. Después de todo, ¿qué da más miedo que un oso? Sin duda, uno herido a la defensiva.

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