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Columna
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Cambio de régimen en la banca británica

Las nuevas normas que hacen a los altos directivos de los bancos británicos responsables de sus acciones son necesarias. El régimen, que entró en vigor el 7 de marzo, pone en el punto de mira a los altos empleados de una empresa financiera, pero también su cultura. Tal vez eso sea lo más significativo.

El Régimen de Alta Dirección debería frenar a los consejos y jefes impetuosos y que asumen riesgos. Si una entidad bancaria viola la regulación, la persona responsable podría enfrentarse a sanciones económicas o a una prohibición de la industria. Cabe destacar el divertido espectáculo de ver a antiguos amos del universo argumentando que son más inexpertos o menos influyentes de lo que parecía.

Las nuevas normas deberían frenar a los consejos y jefes impetuosos y que asumen riesgos

La mayoría de los abogados piensan que la sanción final de prisión se utilizará nunca o rara vez con un alto ejecutivo o un miembro del consejo. El Tesoro del Reino Unido señaló en octubre que se estaba suavizando las normas cuando se transfirió la carga de las pruebas de los banqueros a los organismos de control. Otra prueba de esta relajación se produjo cuando se supo que la Autoridad de Conducta Financiera había descartado una revisión de la cultura bancaria.

No obstante, el nuevo régimen cambiará las prácticas corporativas. Los administradores tendrán que tomar escrupulosas notas para cubrir sus pasos e incluso buscar consejo legal. Esto puede retrasar o incluso hacer retroceder los esfuerzos realizados por el presidente de Barclays, John McFarlane, y jefe del Deutsche Bank, John Cryan, para reducir la burocracia en sus respectivas empresas, con el objetivo de acelerar la toma de decisiones..

Habrá otros cambios. El dilema al que se enfrentan los directores sobre la posibilidad de poner en primer lugar los intereses de los reguladores o de los accionistas se intensificará. Los primeros inspeccionarán a los miembros junior de la plantilla para comprobar que la cultura del banco está a la altura, es decir, puede que las instituciones tengan que hacer aún más para hacer que los volubles millennials sigan siendo dulces. Puede que esté cobrando impulso una revolución cultural, aunque tal vez haga falta un movimiento lento y paso a paso.

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