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Ruben García-Quismondo. socio director en Quabbala Abogados y Economistas

“Hay sobreexpectativa sobre la inversión desde China”

Juan Lázaro

China es el mayor exportador del mundo y el que más bienes y servicios importa a otros países. España es la decimocuarta economía del mundo por PIB. Las estadísticas, sin embargo, revelan que los intercambios comerciales y los flujos de inversión entre ambos países están muy por debajo de esas posiciones. García Quismondo, que lleva dieciocho años asesorando a clientes chinos y españoles y abrió hace dos años una delegación en Hong Kong, cree que todo el proceso de internacionalización se volcó en Europa y Latinoamérica y que ahora se quiere abordar con demasiada prisa el mercado asiático. “Los sucesivos gobiernos hacen planes para Asia, pero sin continuidad. En china, solo valen estrategias a medio o largo plazo, por lo menos cinco años. Si vas dos o tres años , te pueden salir pedidos y poco más”.

Pregunta. En 1998 entró en el mercado chino. Dieciséis años después, ¿como valora la transformación y qué recorrido le queda?

"La salida al exterior se volcó en América y Europa y en este momento el crecimiento mundial vendrá de Asia”

Respuesta. Empezamos asesorando en la privatización de una empresa pública (las paginas amarillas de Pekín) a unos clientes españoles. La transformación que ha sufrido la economía china en los últimos 35 años ha sido la más importante de la humanidad. Era un país con renta per capita del África profunda y ha pasado a ser una nación con 9.000 dólares en términos reales. Ha sido una transformación acelerada y rápida. Les quedan otros 50 años para llegar a una revolución en la que toda la población (ya roza los 1.500 millones de habitantes) tenga niveles de vida como los de occidente.

P. España apenas exporta el 1,8% a China y la inversión apenas supone el 1,9% del total recibido. ¿Por qué se encuentran en niveles tan bajos?

“China tiene un problema de contaminación y ahí las firmas españolas tienen oportunidades”

R. La internacionalización se volcó en América y Europa y en este momento el crecimiento mundial vendrá de Asia y no estamos prestando atención. La zona euro va a sufrir en las próximas décadas una pérdida de importancia relativa y esa perdida la va a ganar Asia. Los sucesivos gobiernos hacen grandes planes para Asia, se pasan por allí un tiempo, hacen unos viajes, pero sin continuidad. Hay que hacer visitas a los distintos países asiáticos todos los años y varias veces cada ejercicio.

P. La llegada de grupos como Wanda ha levantado grandes expectativas en el Ejecutivo sobre el potencial de China como potencia inversora. ¿Es una percepción real o quizá se han levantado demasiadas ilusiones?

R. La inversión tendrá que venir a España, pero hay una sobreexpectativa. El proceso va a ser lento, vendrán grandes multinacionales como Lenovo o Huawei, pero no será en tres años. Competimos con países con muchos más recursos y más presencia. Francia tiene a catorce expertos en China analizando el mercado del vino. Los resultados ahí están: el vino de lujo y de calidad que se consume es de Francia.

“Los sucesivos gobiernos hacen grandes planes para Asia, pero sin continuidad”

El primer ministro británico viaja con frecuencia a India y China. Ha dejado a los chinos operar una central nuclear y han convertido a Londres en un mercado de divisas para el yuan. ¿Podemos hacer eso?. No quizá no, pero sí otras cosas. Podemos tener una infraestructura hotelera acorde a la demanda asiática. Si voy a Madrid, no encuentro ningún hotel acorde a los hábitos y a los horarios. Hay que empezar por ahí.

P. ¿En qué sectores se encuentran las principales oportunidades?

R. Buscan tecnología en móviles, en robótica, en nuevos materiales o en nuevas energías. Y en esos campos España tiene mucho que aportar. China tiene un problema gigantesco de contaminación del aire, del suelo o de los ríos. Había que sacar de unas condiciones de vida paupérrimas a millones de personas y se sacrificó los derechos de trabajadores y ciudadanos. Eso ha cambiado. Y ahí surge una oportunidad muy fuerte para las empresas españolas, que son líderes en la gestión de residuos urbanos o en el tratamiento de aguas residuales. En infraestructuras, en donde podrían haber jugado un papel mucho más importante, no lo han hecho por dos razones: las empresas llegaron tarde y las infraestructuras no se dejan en manos de empresas extranjeras.

“Solo se puede competir en calidad y en marca”

A la espera de que se concreten nuevas operaciones, la mayoría de firmas españolas que están implantadas en China pertenecen a sectores tradicionales, como moda o agroalimentario. “Los sectores en los que las empresas han estado más presentes, quitando el caso de la moda (Mango y Loewe), está formado por empresas medianas o pequeñas. Telefónica estuvo, pero abandonó su posición y ACS está a través de su filial australiana”. García-Quismondo subraya que el hecho de que haya un mercado tan grande de consumidores no garantiza el éxito. “Tienes que competir con las empresas extranjeras y los socios locales, que reaccionan muy rápido. Es imposible competir en precio, hay que competir en diseño, calidad, innovación o tecnología”.

Un buen ejemplo se produce en el agroalimentario, con diferentes resultados según productos. “En Tokio vas a un restaurante y en las cartas el jamón lo identifican como ibérico. Todos lo identifican como español y de alta calidad. Si en un sector tradicional vas con un producto y lo tratas de encajar en el área gourmet, puedes tener éxito. Así lo hizo, por ejemplo, Félix Solís, el principal operador, que empezó con granel y ha ido evolucionando a botellas, pero cuyo proceso se hace en China”.

En el otro lado se sitúan el aceite, “nadie lo identifica con España, sino con Italia”, o el ajo. “Es uno de los productos donde las empresas españolas podrían competir, pero no en precio, ya que el mayor productor es Chino. Los precios no son comparables, pero tampoco la calidad ni la presentación y ahí es donde hay que trabajar.”

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