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Cien empresas concentran el 40% de las ventas al exterior

El cuello de botella que frena las exportaciones españolas

El sector exterior, en cifras
Carlos Cortinas

El sector exterior ha crecido más que nunca en los seis años de depresión de la demanda interna. En 2014, las exportaciones de bienes y servicios escalaron al 34% del PIB, un nivel inédito en la serie histórica, y el número de empresas que registraron operaciones de venta durante al menos cuatro años seguidos (conocidos en el argot técnico como exportadoras regulares) ascendió a 45.842, en total 4.674 más que en el ejercicio anterior. Ambas cifras quedarán superadas por los registros de este año: el peso del sector exterior rozará el 35% del PIB y las empresas que apuesten por salir al exterior serán más.

El desplome del crudo y del euro han sido vitales en el alza de las ventas al exterior

Unas cifras positivas que, sin embargo, se ven ensombrecidas por la excesiva concentración de ventas en pocas empresas. Los informes que elabora mensualmente el ICEX reflejan que tan solo 100 compañías acumulan el 40% de las exportaciones y el restante 60% se lo reparten otras 123.537 sociedades. La primera conclusión, por lo tanto, es que las compañías disponen de poco tamaño para salir al exterior y de pocos recursos económicos para hacer frente a ese desafío. Estudios de mercado, visitas a ferias comerciales o búsqueda de socios locales son solo tres de los primeros pasos que debe abordar cualquier firma que quiera salir al exterior. “El tamaño medio de una empresa española es menor que el de una francesa, una británica o una italiana, y eso condiciona la salida al exterior”, apunta Antonio Bonet, vicepresidente del Club de Exportadores e Inversores de España, asociación que engloba a 120 compañías cuya facturación equivale al 20% del PIB del país.

En su opinión, el paso de un tejido productivo en el que la gran mayoría de las firmas no tiene más de diez trabajadores a otro con más medianas (aquellas con más de 50 trabajadores) requiere de políticas en dos sentidos. El primero es el incremento del apoyo financiero público, una partida que ha ido encogiendo de forma progresiva. “La reducción del presupuesto del ICEX ha sido dramática. Hacen falta más fondos, pero también utilizar los que están a disposición de las empresas y que en muchos casos no se usan porque los procedimientos son lentos, burocráticos y no están adaptados a las necesidades de las empresas”, apunta Bonet

Lo que dicen los partidos

PP. Los populares prometen acometer reformas estructurales para que las empresas tengan costes de capital y producción iguales a sus competidores.

PSOE. Propone la creación de una ley de Mecenazgo, en la que se incluirían bonificaciones a la exportación para competir en el exterior.

Ciudadanos. El partido liderado por Albert Rivera plantea impulsar un pacto de Estado para asignar un mínimo del 0,7% del PIB a políticas de cooperación al desarrollo.

Podemos: Se opone a la ratificación del tratado de libre comercio entre EE UU y la UE y rechaza el arbitraje privado entre inversores y Estado.

El segundo pasaría por la puesta en marcha de iniciativas que fomentaran, a través de incentivos fiscales, fusiones entre empresas. “Si hacen lo mismo y van a hacer lo mismo en el futuro, lo lógico sería que no pagarán más impuestos”, señala. Unos beneficios fiscales que considera que deberían extenderse a las inversiones ligadas a investigación, desarrollo e innovación (I+D+i). “Nuestro modelo no puede estar basado en costes baratos”, subrayó.

España ha vivido un boom exportador desde el año 2009, año en el que la coincidencia de la crisis financiera mundial y la nacional provocó una corrección sin precedentes de los intercambios comerciales. Las ventas al exterior cayeron en 30.000 millones de euros en tan solo un ejercicio entre 2008 y 2009. A partir de esa última fecha, las exportaciones comenzaron una escalada que todavía no ha encontrado techo pasando de 160.000 millones en 2009 a 250.000 millones con los que se cerrará presumiblemente este ejercicio, según las previsiones del Ministerio de Economía.

Un crecimiento del 56% que el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, justifica por las reformas aplicadas por el PP, en especial la ligada a la moderación de los salarios. En 2011, el alza salarial pactada en convenio era del 1,98% y a partir de esa fecha cayó con fuerza hasta tocar suelo en 2013, con un 0,53%. Esta última cifra es una media y por lo tanto revela que hubo muchos trabajadores que sufrieron bajadas en sus retribuciones. Esa senda de bajada se ha dado la vuelta con el regreso del crecimiento económico, aunque los incrementos no han superado el 0,75%, en línea con la recomendación del 1% pactada por empresarios y sindicatos para este año. García-Legaz considera que la moderación salarial es “fundamental” para que las empresas sigan ganando competitividad frente a sus competidoras.

El riesgo de volver la mirada a España

El boom exportador de España ha estado íntimamente ligado a la crisis económica. Tras quince años consecutivos de crecimiento, el PIB cayó en el tercer trimestre de 2008 y permaneció en tasas negativas hasta el tercer trimestre de 2013, con la excepción de 2010. En ese período, las exportaciones de bienes pasaron de 189.000 a 235.000 millones (un 24,5% más). Este año lo cerrarán por encima de los 250.000 millones de Alemania y lo que queda por dilucidar es si ese ritmo de crecimiento a tasas del 5% anual se consolidará o, por el contrario, se frenará por la recuperación de la demanda interna.

El riesgo de volver la mirada a España se disiparía si se eliminaran las trabas burocráticas y se impulsaran los beneficios económicos y fiscales para que las empresas, en especial las de reducida dimensión, vendan en el exterior. En paralelo, sería necesario recuperar el presupuesto perdido por el ICEX, el principal asidero de las compañías desde que estalló la crisis. Los 194 millones con que contó en 2010 han ido menguando hastaquedarse en apenas 83 millones de 2013. En los tres siguientes creció tímidamente hasta los 84 millones previstos para 2016.

Pero si hay un factor que ha sido determinante ha sido la caída de los precios. Cuando el Ejecutivo llegó al Gobierno, el IPC crecía a tasas del 3% hasta finales de 2013 para encadenar dos años consecutivos (2014 y 2015) con subidas muy tenues, cuando no descensos mensuales. ¿Cómo es posible que el IPC baje mientras que el consumo vuelve a crecer a ritmos anteriores a la crisis? La razón se encuentra en el desplome del precio del petróleo, cuya cotización ha caído a la mitad y ha supuesto una inyección de dinero para unas empresas exportadoras (en especial las de bienes de equipo, las que más exportan) muy intensivas en su consumo.

Salir fuera de la zona euro

Los últimos datos de comercio exterior, correspondientes a septiembre, muestran cómo las empresas españolas han repetido los mismos pasos dados en otras salidas de las crisis. En el momento en el que el crecimiento económico vuelve todas redirigen o concentran sus ventas en los países de la zona euro. Entre enero y septiembre de 2015, esta región económica absorbió el 50,5% de las ventas, mientras que en el mismo período de 2009, el porcentaje fue del 57,1%. Menos de siete puntos que se reparten a medias entre América y Asia y que parecen un pobre bagaje para una crisis de siete años que ha dejado claro que el crecimiento económico en el mundo no se va a concentrar en Europa, sino que vendrá de los dos continentes que baña el Pacífico. A este factor se une el hecho de que los mercados dan por descontado que el euro seguirá barato con el dólar (muchos analistas prevén que rozará la paridad) y el resto de divisas extranjeras, lo que elevará la competitividad de las empresas españolas en África y América.

Impulso al TTIP

EEUU, Japón, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Estos son los doce países, con un peso del 40% del PIB mundial, que han firmado un acuerdo histórico para crear una zona de libre comercio. Un hecho que obliga a acelerar las negociaciones del tratado de libre comercio entre la UE y EE UU (TTIP, por sus siglas en inglés), cuya entrada en vigor está prevista para el 1 de enero de 2017. Estas se han visto ralentizadas por el recelo de Francia y Alemania, las dos mayores economías del euro, presionadas por lobbies agrícolas e industriales que temen la competencia estadounidense. El ministro francés de Comercio, Matthias Fekl, ha amenazado en algunas ocasiones con abortar el acuerdo si EE UU no mejora sustancialmente sus concesiones. “Si la cosa no mejora en las próximas rondas y en 2016, propondremos que se abandone la negociación”. Un extremo que no concibe Jaime Malet, presidente de la Cámara de Comercio de EE UU en España, que lo califica de revulsivo para las pymes. “Podrían vender de la misma manera en Francia que en Kentucky. Con un stock de inversión de 50.000 millones en diez años, serviría para que las pymes vean esa oportunidad”.

Uno de los principales obstáculos que encuentran las empresas españolas en su aventura exterior son las barreras arancelarias (tasas por las ventas a otros países) y no arancelarias (requisitos adicionales de seguridad o técnicos sobre productos). Este tipo de dificultades son las que analiza cada año el informe Linea Abierta, que elaboran la CEOE y la Secretaría de Estado de Comercio. Y entre ellas sobresalen la falta de armonización de normas (quien quiera vender pan en Francia deberá pagar un sobrecoste si supera una determinada proporción de harina) y el retraso en los pagos, que asfixia a las empresas con dificultades de liquidez.

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