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Breakingviews
Columna
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Más tranquilidad en la banca británica

El reducido grupo de personas que ve a los ejecutivos bancarios de Reino Unido como víctimas ya puede disolverse pacíficamente. Las nuevas reglas británicas abren el riesgo de cárcel para los jefes con la carga de la prueba recayendo en el regulador, en lugar de en el banco malhechor.

El llamado régimen de los altos directivos inicialmente amenazó con tratar a los banqueros de alto nivel como culpables hasta que se demostrara lo contrario. La queja principal era que daría lugar a una intensa esclerosis interna –con el fin de anticiparse a futuras acusaciones de mala gestión, los dirigentes tendrían que hacer negocios como si fueran perpetuamente juzgados–. Las oficinas podrían haber desaparecido bajo una montaña de papeleo de reglamentación, advirtió un importante banquero a Breakingviews.

Con el fin de anticiparse a futuras acusaciones, tendrían que trabajar como si fueran juzgados siempre

Pero, como sostuvo el jefe de la Autoridad de Regulación Prudencial, Andrew Bailey, la semana pasada, ajustar esta parte de la norma no quiere decir que se haya neutralizado. Los altos directivos pueden todavía ser considerados penalmente responsables. Y el régimen también cubre a los no ejecutivos, lo que podría complicar los esfuerzos para encontrar miembros para los consejos de administración.

El resultado sigue siendo un quebradero de cabeza para quienes son objeto de toda esta regulación. Pero hay una razón por la que el antiguo régimen se ha reforzado: los reguladores están legítimamente preocupados sobre si los castigos a nivel corporativo son una disuasión suficiente. El temor último de los ejecutivos bancarios solía ser un veredicto de culpabilidad de los reguladores estadounidenses, con el riesgo implícito de que su banco quedara excluido de los mercados en dólares, pero BNP Paribas y Credit Suisse parecen haber resistido a esto el año pasado.

La solución de la norma –centrándose en aterrorizar a cada ejecutivo bancario– es un poco draconiana. Pero hasta que se pueda confiar en que los bancos son de confianza y tienen unas culturas internas lo bastante robustas, es necesario hacerlo. El nuevo enfoque aún funciona, pero no debería ser más suave que este.

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