La suerte está echada. La banca conoce sus requisitos de capital
Las entidades financieras europeas, o por lo menos las españolas, ya saben si han aprobado o suspendido las nuevas exigencias de capital que les ha impuesto para 2016 el Banco Central Europeo (BCE) en función de sus riesgos. Los representantes del BCE ya comunicaron entre el miércoles y el jueves de la semana pasada a gran parte de las 123 entidades financieras supervisadas por la institución europea si habían pasado o no la prueba con nota, aunque no será hasta esta semana cuando reciban la carta del BCE con la nota final que, no obstante, podrá ser modificada, ya que se considera todavía un borrador. Los bancos cuentan con 15 días para presentar sus quejas a la nota que les haya impuesto el BCE.
Eso sí. La misiva del supervisor europeo marcará un antes y un después para las entidades financieras.
De la nota que saque cada banco dependerá no solo si debe reforzar su solvencia, sino también el grado de vigilancia al que se verá sometido a partir de ahora. A mayor nota o ratio que se le reclame a un banco, significará que necesita más capital para ejercer su actividad ya que su nivel de riesgo es superior a la media. Así, los bancos domésticos necesitarán menos capital o ratio que los sistémicos, como en España es el caso de Santander y BBVA, a los que el ratio mínimo deberá ser del 10%. Los bancos que desarrollen su operativa en países en recesión y encima no hayan llevado a cabo una reestructuración en el sector deberán obtener un ratio de capital superior, de acorde a su mayor riesgo.
En la carta figuran dos ratios de capital, el que tiene el banco y el que le exige el BCE. La diferencia que exista entre una y otra nota marcará sus necesidades de mejorar o no su solvencia, y por lo tanto, establecerá también el grado de vigilancia al que se le debe someter por parte del BCE.
El Banco Central Europeo ha creado cuatro grupos de vigilancia, de menos a más, en las que situará a cada una de las entidades europeas según su grado de solvencia.
La nota también será indicativa de la política de dividendo que podrá seguir la entidad. Si debe reducir el pago al accionista, si puede mantener su pay-out, si puede abonar el dividendo en acciones o en efectivo o puede utilizar ambas vías, o lo que sería más drástico, que no pudiese remunerar a sus inversores para llevar todo el beneficio a reservas.
El BCE ha decidido subir las exigencias de capital para la banca española para pasar del 8% que exigió de media para este año, al 10% para 2016, aunque hay entidades que por su escaso riesgo se les pedirá un 9%. El rango para el conjunto de la banca europea se encuentra entre el 9% al 12%. A más alto nivel de solvencia que se requiera significa que el banco tiene un mayor nivel de riesgo.
Varias fuentes financieras españolas aseguran que el 80% de los bancos españoles deberán contar con un mínimo del 10% de ratio de capital phase in, aunque a algunos puramente domésticos y sin riesgo el BCE les ha exigido un 9%. Pese a ello, prácticamente todos los bancos españoles han sobrepasado el 10%, unos con más holgura que otros, pero parece que a ningún banco le hará falta procesos de recapitalización para ejercer su actividad en 2016, ni para repartir dividendo. Esa es la impresión que tenía el sector el viernes, una vez que una gran parte de los bancos ya sabían si el BCE les iba o no a recetar medidas de recapitalización. Y parece que no.
Los italianos han sido los bancos a los que el BCE les ha exigido un mayor ratio del capital. Un mínimo del 12%, apuntan fuentes financieras.
Si los requerimientos son más altos que el ratio que posee la entidad, esta debe tomar medidas, como reducir el dividendo, su balance, incluso realizar una ampliación de capital. O lo que sería ya la medida más tirana, tener que fusionarse con otra firma. Pero parece que, por lo menos este año, los bancos españoles confían en salvarse. Incluso alguna que otra entidad esperaba destacar por su nota. De cualquier forma, la suerte ya estaba echada.
Esto es lo que más trae de cabeza en estos momentos a los directivos de los bancos, sobre todo por el efecto que pueda tener en los mercados, ya que, insisten varias fuentes financieras, no se esperan sorpresas desagradables.
A más largo plazo, lo que les preocupa de verdad es seguir operando con bajos tipos de interés. El jueves un conocido banquero aseguraba que una de las cosas que más estaba dañando al sector en la actualidad es seguir haciendo banca con los tipos tan bajos, casi a cero. “La guerra por mantener los márgenes es cada vez más dura. Casi no hay capacidad para seguir reduciendo la remuneración de los depósitos para compensar la caída del precio de los créditos. Además, me preocupa y bastante la guerra del activo que existir existe. Es complicadísimo hacer banca así y encima con una competencia feroz”.
Sus declaraciones anónimas coinciden con las de otra banquera, que el mismo jueves, aunque en esta ocasión públicamente, hizo mención al mismo asunto. La consejera delegada de Bankinter, María Dolores Dancausa, advirtió de que la banca no estaba preparada para seguir operando con tipos tan bajos más tiempo. Y remató su razonamiento afirmando que esta política de bajos tipos aplicada por el BCE durará aún un par de años. O eso parece.
La opinión generalizada del sector es que si 2015 ha sido un ejercicio muy difícil para hacer banca, y solo ha mejorado gracias a los síntomas de recuperación derivados del crecimiento de la economía y a la caída de las provisiones, “2016 será un año horrible. Será un ejercicio muy complicado con un estrechamiento de márgenes difícil de compensar con una rebaja de la remuneración de los depósitos”.
El sector, además, está expectante sobre la marcha de la Cuenta 1,2,3 de Santander. Aunque el banco que preside Ana Botín puso en marcha esta cuenta que ofrece hasta un 3% por saldos de 3.000 a 15.000 euros a finales de mayo, sus rivales creen que será este otoño cuando se detecte su efecto. Y, claro, si hay fuga de clientes, todos de una forma u otra responderán, “lo que volverá a complicar más la recuperación de los márgenes”, explica un destacado directivo de la banca.