El catedrático que nació para ser líder mundial
Su primer trabajo fue como camarero en un barrio de Aluche "Sueño con crear algo importante en educación superior"
Estudió ingeniería de telecomunicaciones, es máster y doctorado en Psicología en Georgia Tech (Atlanta), donde fue a estudiar con una beca Fullbright financiada por el Gobierno Español. “La gente de mi alrededor pensaba que había perdido la cabeza, pasar de tecnología a psicología”, recuerda Ángel Cabrera, madrileño, de 48 años, cuando analiza cómo comenzó a diseñar su carrera profesional.
Tenía claro que no me veía como ingeniero, siempre he pensado que hay que centrarse en lo que te abre opciones, no volcarte en aquello que te resta oportunidades. “Reconozco que he tenido una carrera extraña, pero con la opción de poder elegir. Siempre he tomado decisiones sin saber lo que iba a llegar después”, añade Cabrera, presidente de George Mason University, el único español que ha ocupado un puesto de esta importancia en una institución de educación superior en el mundo. Cree que la clave de su éxito profesional ha sido haber tomado decisiones impulsivas, “con más o menos suerte”, pero con mucha intuición.
Sus primeros trabajos fueron como camarero, fregando platos y limpiando mesas en un bar familiar en el madrileño barrio de Aluche. “No eran grandes tareas pero eran importantes porque suponía tratar con clientes, atender al público. También daba clases particulares a chavales”. De todo lo que hace extrae alguna enseñanza.
Una vez finalizados los estudios en Estados Unidos, llegó a España con su mujer estadounidense, y recibió una oferta como consultor en Accenture, pero enseguida le hicieron gerente de un proyecto en Turquía. “Me tocó aprender por el camino duro, sin haber pasado por cargos inferiores, y ahí aprendí lo importante que son las grandes empresas para conocer cómo funciona el mundo corporativo. Me abrió el interés”, explica Cabrera. Dejó la consultora por un proyecto universitario en Ávila.
Pasado...
Pasó un año como profesor en la Universidad Carlos III, hasta que recibió una llamada del IE Business School para incorporarse al departamento de Comportamiento Organizacional. “Era un momento magnífico porque la escuela estaba dejando su carácter local para ser internacional”. En un año, era director de un departamento, y seis meses más tarde, decano. Una prueba más de su liderazgo. “Me apasionaba crear una escuela internacional, con un claustro de profesores al nivel del resto del mundo”. Fue decano durante cuatro años y “lo que ocurría en el IE no pasaba desapercibido fuera de España”. Dice esto porque a continuación recibió una tentadora oferta: ser presidente de Thunderbird School of Global Management. Hizo las maletas con su mujer y sus dos hijos y se marchó a Arizona. “Iba a ser responsable de todo el área académica pero también financiera. Fue un proceso complejo pero fascinante”. Pasar de decano a primer ejecutivo, “un cambio importante, había que ganarse la confianza de la gente”.
Presente...
Tras ocho años en Thunderbird, y cuando la familia estaba asentada, siente la necesidad de un cambio, siguiendo otra de las teorías Cabrera: “Uno no debe quedarse mucho tiempo en un sitio, ya que en vez de ser líder del cambio pasas a ser un obstáculo”.
Estaba satisfecho de los logros conseguidos hasta entonces, cuando aparece la oportunidad de presidir George Mason University. Le enamoró la idea de dirigir la mayor universidad pública de Virginia, a las afueras de Washington, con 34.000 alumnos. “El tamaño era perfecto, un poco al estilo de la Carlos III, donde yo había trabajado en Madrid. También era buen momento para que mis hijos cambiaran de ciudad, para que no perdieran el ritmo en sus estudios”.
Otra vez las maletas, otro trabajo diferente y la ilusión por comenzar de cero. “Ahora me tenía que centrar en algo distinto, que no había hecho hasta ahora, como es hacer lobby, porque recaudar fondos filantrópicos es fundamental en este tipo de instituciones, aunque también lo había tenido que gestionar en Thunderbird, pero aquí es distinto”. Yaclara que en George Mason University hay 10 facultades diferentes, “es un campus con una trayectoria importante, un lugar increíble, con dos Premios Nobel de Economía...”. Han pasado casi cuatro años y le queda uno de contrato. “Pero me gustaría seguir unos cuantos más para poder tener un impacto positivo. En septiembre lanzamos una campaña de recaudación de fondos”.
Si el destino no le tiene preparada otra aventura, Ángel Cabrera cree que le gustaría, el día que abandone el cargo de presidente, quedarse en George Mason University como profesor. “Es mi asignatura pendiente”.
Futuro...
Y como emigrante también tiene la esperanza de volver algún día a España, aunque las grandes oportunidades dentro de la educación, asegura que están, en estos momentos, en Estados Unidos. Opina que además de suerte, su carrera se compone de los siguientes ingredientes: un 20% de decisión y un 80% de fortuna o de accidente de la vida. “Cada vez que ha aparecido un desafío lo he aceptado sin saber si iba a poder resolverlo. Tienes que tener confianza a la hora de tirarte a la piscina, aunque un grado de inseguridad siempre es saludable”. Aconseja huir del miedo paralizante, que es lo que te puede ahogar. Y explica que, antes de la crisis, se asumían pocos riesgos, pero con la debacle económica en España la gente sale fuera, se busca la vida y, en definitiva, se fomenta la creatividad.
Cada experiencia, en su caso, ha supuesto una lección aprendida:ya desde los comienzos, cuando servía mesas en el bar de su barrio, asegura que aprendía a tratar con los clientes. Ese ha sido su lema: avanzar y subir al siguiente peldaño. y siempre se plantea “cuál es el siguiente reto, no la ambición del estatus, sino el desafío de aprender”.
Además de ser profesor, tiene otro sueño: “el de crear algo importante con la educación superior”. Esta decisión, al contrario de lo que le ha sucedido otras veces, sí se entendería.