Monopoly, el juego que utilizó el Servicio Secreto Británico
El juego está disponible en 43 idiomas, también en braille Se han fabricado 6.000 millones de casitas verdes y 3.000 millones de hoteles rojos
Probablemente todos hayamos tenido alguna vez la propiedad de la Puerta del Sol, de las estaciones de Atocha y Delicias o de Las Ramblas. Incluso habremos pisado la cárcel en más de una ocasión y habremos construido varios hoteles. No en la vida real, sino sobre un tablero. En concreto, el de Monopoly, uno de los juegos de mesa más populares de la historia.
Fue patentado en 1935 en Atlantic City (Estados Unidos), pero parece que la idea nació muchos años antes. Fue Elizabeth Maggie, una sureña del estado de Georgia, la que creó el juego en 1905. Su intención era alertar sobre el peligro que suponían los grandes monopolios. Lo bautizó como The Landlord’s Game y rápidamente se distribuyó por varias ciudades de Estados Unidos. Pero con una contrariedad. Se editó en varios formatos y sin el control de su inventora, que no llegó a disfrutar de los beneficios de las ventas del juego. Fue mucho más ágil Charles Darrow, un vendedor de estufas que se había arruinado tras la crisis de 1929 y la posterior depresión económica. Darrow patentó su propia versión, cambiando algunas reglas y bautizándola como Monopoly. Al principio, los fabricaba a mano, con la ayuda de su familia. Más tarde, aprovechando su éxito, comenzó a producirlos en una imprenta de Filadelfia, haciéndolos más resistentes y duraderos. La expansión había empezado. De ello se dio cuenta rápidamente la empresa juguetera Parker Brothers, que adquirió la patente a los pocos meses y comenzó a comercializar el producto en Estados Unidos.
Cronología
1935. Charles Darrow patenta el Monopoly gracias a la idea que obtiene del juego inicial, inventado por Elizabeth Maggie 30 años antes. Darrow crea un tablero con las calles de Atlantic City (Estados Unidos), cuatro estaciones de ferrocarril y varias compañías de servicios públicos, como una empresa eléctrica. Ya entonces existían los mazos de las cartas de azar y de voy a tener suerte. El personaje que aparece en la cárcel es Jake the Jailbird, un famoso delincuente de la época al que mandó a prisión el agente Edgar Mallory.
1935. La empresa juguetera Parker Brothers compra la patente.
1940. Como Monopoly no se comercializa en todos los países, aparecen diferentes versiones adaptadas a algunas regiones. En España tiene gran éxito El Palé, una versión castellanizada del Monopoly, con las calles de Madrid.
1950. Se cambian varios peones y se incluyen las figuras del perro, la carretilla, el barco de guerra y el caballo con jinete. Al comienzo, los peones eran de madera, hoy son metálicas, sin duda, un distintivo de la marca.
1970. El juego ya es un éxito mundial. Empieza a comercializarse a España y se diseña una una edición para personas ciegas, con las calles y las cartas escritas en braille.
1991. La compañía Hasbro compra Parker Brothers. Desde entonces, es quien comercializa el juego.
2002. Monopoly aparece en un capítulo de Los Simpson, la famosa serie animada. El juego desemboca en una pelea entre Homer y Bart por las deudas que el padre contrae con su hijo. Una prueba más de su éxito.
Dada la sencillez de su funcionamiento, el juego llegó a otras ciudades del mundo en las que Parker Brothers no producía ni vendía. En España, por ejemplo, el Monopoly no existió como tal hasta los años setenta. Su predecesor hispanizado fue El Palé, que tenía en su tablero varias calles de Madrid y billetes de las antiguas pesetas. Se comercializó entre los años cuarenta y la década de los setenta.
Y mientras en España se jugaba a este juego en las reuniones familiares y de amigos, en otros lugares de Europa, Monopoly llegó a convertirse en un protagonista más de la Segunda Guerra Mundial. En varios campos de prisioneros de la Alemania nazi, muchos reclusos mataban el tiempo en los barracones con este juego. En otros, además, muchos presos consiguieron huir gracias a él. El Servicio Secreto Británico consiguió introducir entre los billetes y los tableros algunos mapas, limas, pequeñas linternas y dinero real que utilizaron los prisioneros para escapar.
Finalizada la Gran Guerra, Monopoly se expandió por varios países del mundo. En los años cincuenta ya era el número uno en el continente americano. En otros lugares, sin embargo, los valores que transmitía no estaban bien vistos. Así, en 1959, durante una exposición de artículos de entretenimiento en Moscú, fueron sustraídos seis juegos. Y es que en la antigua Unión Soviética, Monopoly estaba prohibido por potenciar las ideas del libre mercado. Lo mismo sucedía y sucede, a día de hoy, en Cuba. En la isla tienen su propia versión del juego, llamado Deuda Eterna. En vez de negociantes que compran las calles, los protagonistas son países del tercer mundo que tienen que derrotar al FMI. Y, por ejemplo, la casilla de la cárcel la sustituye la casilla del golpe de Estado militar.
Hoy, Monopoly pertenece a Hasbro, que compró a Parker Brothers en 1991. Ochenta años después de la aparición del popular juego, la empresa calcula que más de mil millones de personas han tirado los dados sobre el tablero en todo el mundo. Es cierto que es complicado calcular el número exacto de jugadores, pero hay otras cifras que son irrefutables. Desde 1935 se han vendido 275 millones de juegos y se han fabricado más de 6.000 millones de casitas verdes y 3.000 millones de hoteles rojos.
Monopoly lleva las calles y las plazas de 111 países y está disponible en 43 idiomas. No se conoce con certeza cuántos han sido los peones que han paseado por las casillas de los tableros, pero se calcula que el número está cercano al 20. En 1935, un caballo balancín, un coche, un elefante, un monedero y una linterna eran las figuritas que podían elegir los jugadores. En los años cincuenta, la linterna, el monedero, el elefante y el caballo balancín fueron reemplazados por el perro, la carretilla, el buque de guerra y el caballo con jinete. Hoy además, hay otras figuras, como el sombrero de copa, el gato o el dedal.
En España, las ciudades que cuentan con su particular itinerario son Madrid, Barcelona, Sevilla, Zaragoza, Valencia, Málaga, Bilbao, Valladolid, Vigo, Palma de Mallorca, Murcia, Oviedo y Granada.
El juego de las mil y una versiones
Poco tienen en común el popular juego con la idea original que nació de la inventora Elizabeth Maggie. Son muchas las versiones que han aparecido a lo largo de los años, y son otras las que se han adaptado a las diferentes zonas por razones logísticas o ideológicas, como El Palé en España o el Deuda Eterna cubano.
Quizá, una de las variantes más curiosas sea el Anti-Monopoly, creado en 1973 por el profesor Ralph Anspach, de la Universidad de San Francisco. Si el Monopoly consiste en ir adquiriendo el mayor número de propiedades para construir casas y hoteles con los que arruinar al resto de jugadores, el juego de Anspach es totalmente opuesto. La partida comienza con la ciudad ocupada por un propietario, y los jugadores han de devolverla a un sistema de libre mercado. Los participantes pueden elegir ser competidores o monopolistas. El objetivo del juego es ser el competidor más rico, tras haber llevado a la bancarrota a los monopolistas, sin dañar la actividad del resto de pequeños empresarios.
Anti-Monopoly pasó por los juzgados en los años ochenta por una demanda de la juguetera Parkers Brothers contra la patente. Finalmente, con la compra de la empresa por parte de Hasbro, la disputa se solucionó. Hoy, se vende con la licencia de la compañía, y no está tan popular como el Monopoly.
Monopoly ha editado varias ediciones del popular juego. En una de ellas los jugadores recorren una ruta por diferentes ciudades del mundo. En ese tablero solo aparece Madrid como ciudad española, con un precio de 600.000 dólares –la más barata, por cierto–. Le acompañan otras, como Nueva York, por 1.600.000 dólares, o Londres, por dos millones.