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Tribuna

La quinta dimensión

Cuando Albert Einstein publicó su teoría de la relatividad restringida en 1905 y, posteriormente, su teoría de la relatividad general, nadie pudo pensar en las consecuencias prácticas y los retos que iban a suponer para la sociedad. La introducción del tiempo como una variable inseparable de las otras tres dimensiones espaciales fue uno de los mayores descubrimientos de todos los tiempos.

El término espacio-tiempo, acuñado por Minkowsky, profesor de Einstein en la Politécnica de Zúrich, se refiere a una variedad tetradimensional en la que se entrelazan de una manera indisociable las tres dimensiones espaciales y el tiempo. En este espacio-tiempo, el movimiento de una partícula se representa mediante una curva cuyos puntos vienen determinados por cuatro variables distintas. Así se toma en cuenta los efectos de partículas u ondas electromagnéticas que se mueven a velocidades cercanas a la de la luz sobre el campo gravitacional. Estos efectos explican el fenómeno de la curvatura del espacio-tiempo. Los descubrimientos de Einstein, así como los trabajos realizados por otros científicos, como Albert Michelson y Edward Morley, ayudaron a dar explicaciones relevantes sobre el universo.

Años más tarde, y gracias a la evolución de estos conocimientos, se lanzaron cohetes al espacio, los estadounidenses fueron a la Luna y el espacio se pobló de satélites ofreciéndonos numerosas aplicaciones que nos proporcionan informaciones meteorológicas, nos sirven para las telecomunicaciones, para la cartografía y muchos otros temas más. En la actualidad, utilizamos el smartphone, el GPS, el correo electrónico, el cloud computing, etcétera. Pero el invento y la utilización de las tecnologías no hubieran sido posibles, en la gran mayoría de los casos, sin el descubrimiento de esta cuarta dimensión.

Hoy nos enfrentamos a nuevos desafíos derivados de la transformación digital de las empresas y de la sociedad, en general, que nos sitúan ante enormes retos nuevos frente a nuestras vidas y a las reglas de juego y de convivencia establecidas por nuestra sociedad. Los modelos de negocio actuales van caducando, las fronteras están desapareciendo y, con ello, se ven amenazados los marcos legales. Mientras tanto, el cibercrimen y, por consiguiente, la ciberseguridad están adquiriendo cada día mayor protagonismo. El big data analytics y business intelligence son capaces de analizar todo lo que hacemos, consumimos y escribimos con un detalle estremecedor. El internet de las cosas permite la interacción de sistemas complejos sin la necesidad de la intervención humana. La nube almacena nuestros datos sin que sepamos exactamente si siguen siendo nuestros y, aún peor, sin tener garantías de que nadie los está explotando.

La inteligencia artificial está a punto de suplantar a la inteligencia humana. Diversos estudios señalan que dentro de 20 años, el 60% de las profesiones que hoy se ejercen habrán dejado de existir. Sin embargo, no sabemos cuáles y cómo serán estas nuevas profesiones. Además, estos estudios estiman que el 40% de los puestos de trabajo actuales habrá desaparecido en ese periodo.

¿Nos encontramos entonces a las puertas de la deshumanización de la sociedad? Esperemos que no sea así. Pero es incuestionable que la transformación digital de nuestra sociedad representa un desafío fuera de lo común. Por tanto, es hora de actuar.

En primer lugar, hay que reforzar la educación en ciencias, tecnologías, ingeniería, arte y matemáticas (Steam, acrónimo inglés), así como en humanidades. En segundo lugar, es imperativo que los gobernantes, juntos, tomen conciencia de la globalidad de este fenómeno y revisen los marcos legales actuales referentes a aspectos como el derecho a la intimidad, a la protección de datos, a la propiedad de estos, etcétera. En tercer lugar, la cuestión de la ética se hace más necesaria que nunca; el ser humano y su medio ambiente tienen que estar protegidos por mecanismos (leyes, normativas, regulaciones y principios, incluidos formación y educación) correspondientes.

Finalmente, los actores tecnológicos dominantes, que han ido aportando tanto valor práctico a la sociedad a lo largo de todos estos años, tienen que abanderar un renacimiento humanístico para integrar esta quinta dimensión que es la transformación digital de forma provechosa para el desarrollo integral del bien común y del ser humano.

Luc Theis es Ingeniero Superior por la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, Doctor en Empresariales por Deusto y Director General de Deusto Business School.

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