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Branko Milanovic

“Todo el mundo sabe que la deuda griega es impagable”

Execonomista jefe del grupo de investigación sobre desarrollo del Banco Mundial

Branko Milanovic el pasado jueves en la Fundación Rafael del Pino.
Branko Milanovic el pasado jueves en la Fundación Rafael del Pino.Manuel Casamayón

En su Twitter Branko Milanovic (Belgrado, 1953) marca muy claramente cuáles son sus intereses: la desigualdad de ingresos, la política, la historia y el fútbol. A lo largo de su trayectoria ha escrito varios libros. El último, The Haves and the Have-nots: A brief and idiosyncratic history of global inequality (2011). Ha acudido a Madrid, invitado por la Fundación Rafael del Pino, para exponer las implicaciones políticas de las tendencias globales de la distribución de la renta.

Con la humildad propia de los expertos, este exconomista jefe del grupo de investigación sobre desarrollo del Banco Mundial entre 1991 y 2013 y asociado a la presidencia de la City University de Nueva York, desgrana sus ideas, reflexiones, e incluso, dudas sobre las consecuencias de la globalización, la crisis griega o la emergencia de nuevos partidos en España.

Pregunta. ¿Quiénes han salido ganando en las últimas décadas con la globalización?

Respuesta. Los grandes ganadores son la llamada clase media de los países asiáticos. Específicamente, la de China, India, Indonesia y Vietnam. También han ganado aquellos que están entre el 1% de los más ricos.

P. ¿Y los perdedores?

R. Las clases medias y medias bajas de los países occidentales. Su tasa de crecimiento no está perdiendo en términos reales, porque todavía les va un poco mejor que hace veinte o cincuenta años, pero relativamente su crecimiento es menor (1% ó 2%) que el de la clase media china o el del 1% de los más ricos.

P. ¿Cuáles son las principales características de lo que usted ha llamado nueva clase media global?

R. El término tal vez no sea el ideal. Esta clase media es relativamente pobre para los conceptos de los países ricos, pero, globalmente hablando, están alrededor de la media de la distribución de ingresos. Además, viven mucho mejor de lo que lo hicieron sus padres.

P. ¿Es el mundo ahora más o menos desigual que a finales de los ochenta?

R. Es menos desigual, pero teniendo en cuenta que lo es mucho. Si intentas estimar la desigualdad cogiendo todos los habitantes, ésta ha aumentado. Ahora bien, a nivel global disminuye, porque países como China o India han crecido. Así que están más cercanos a los países ricos, aunque dentro de ellos la desigualdad crezca.

P. Las políticas económicas europeas contra la crisis se han centrado en la austeridad, ¿qué opina usted de esta apuesta?

R. Es una pregunta difícil. Hay diferencias entre países. La austeridad en Grecia les ha conducido, de alguna manera, a una situación sin esperanza. La deuda en relación al PIB se ha duplicado con respecto a hace siete años. Por otro lado, hay algunos países como Irlanda que también empezaron en una posición difícil y ahora están reemergiendo. No estoy seguro de que estas políticas no fuesen necesarias. Además, los países europeos no podían como EE UU endeudarse con bajos intereses. En algunos casos, el coste de pedir dinero prestado era tan alto que los gobiernos no tenían mucho margen para hacer algo diferente que recortar los gastos si no querían aumentar los impuestos.

P. Thoms Piketty defiende que en algún momento ha de pararse el que el patrimonio de los grupos con más riqueza crezca mucho más rápido que la media. ¿Está usted de acuerdo?

R. No sé realmente si podemos afirmar en qué punto va a parar. Obviamente debe hacerlo antes de que llegue a que un 1% tenga toda la riqueza de un país. Ningún país moderno puede existir así. Pero puede haber casos en los que el 2% o el 3% de la población tengan el 50% o 60% de la riqueza. De hecho, en ciertos casos, ya es así. Ahora bien, afirmar esto no es decir mucho acerca de en qué nivel se va a parar ni qué fuerzas van a intervenir para que ocurra.

P. ¿Cuáles son las principales amenazas a las que ha de hacer frente la economía internacional?

R. En un plano global, la principal, aunque suene demasiado pesimista, son las guerras. Por un lado, la situación en Medio Oriente, sin solución, y el conflicto en Ucrania, que puede desembocar en un enfrentamiento nuclear entre Estados Unidos y Rusia. Si hablamos en un plano estrictamente económico, la desaceleración del crecimiento en China puede ser una amenaza. Este país representa una gran parte del PIB mundial. Además, América Latina y África tienen una gran dependencia de Pekín, por lo que un parón de su economía implicaría una interrupción del crecimiento de estos. Y África juega un papel fundamental en la reducción de la pobreza global.

P. ¿Hay relación entre la desigualdad y la inestabilidad financiera?

R. Sí. Aunque la macroeconomía no es mi especialidad, cuando empezó la crisis, escribí que existía un vínculo entre las dos. Así, por ejemplo, antes de esta, las clases medias en Estados Unidos no se beneficiaron de un crecimiento de la renta, algo que fue camuflado por la posibilidad de obtener créditos. Este proceso de ocultación del crecimiento de la renta fue muy útil para los políticos que no tuvieron que enfrentarse a los problemas de la clase media. También lo fue para los ricos que pudieron, de forma muy ventajosa, invertir en un mercado de créditos, en el que la clase media pagaba los intereses. Y para el sector financiero que depende del número de transacciones.

P. Usted defendía, en una tribuna de opinión publicada en El País en octubre de 2013, que había que adaptar nuestras instituciones para estar más en sintonía con la globalización. ¿Qué cambios serían necesarios?

R. Tenemos instituciones interestatales como el Banco Mundial, el FMI, la ONU. Es decir, son institucionales estatales, no de la ciudadanía. No hay un sistema de gobernanza a este nivel. Y, sin embargo, existen problemas generalizados como la inseguridad, el cambio climático, la evasión de impuestos, los paraísos fiscales, etcétera. No estamos pensando de una manera global. Por ejemplo, puedes pensar que la frontera entre Marruecos y España es solo una cuestión de ambos países, pero debe englobarse en la diferencia de renta entre países ricos y pobres.

P. ¿Es necesario reformar las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional?

R. No tengo una idea muy clara, ni original, sobre este tema, pero es evidente que estas instituciones reflejan la relación de poder que existía al final de la Segunda Guerra Mundial. Y, por tanto, se dan situaciones ilógicas como la gran participación de pequeños países europeos y una escasa importancia de China, India, Indonesia, Brasil. Si Occidente no quiere que los países emergentes ocupen el lugar que les corresponde, estos países crearan sus propias instituciones, como el banco los BRICs quieren poner en marcha.

P. Cada vez existen más expertos que consideran que la deuda griega es impagable, ¿está usted de acuerdo?

R. Totalmente. Todo el mundo sabe que es impagable, pero no existe voluntad política para hacer frente a esta verdad económica. No es posible que un país pague el 3% de su PIB durante un tiempo indeterminado. Algo muy interesante de lo que no se habla es que, por ejemplo, Polonia recibió tras la caída del régimen comunista una condonación del 50 o 60%. Y esta permitió a Polonia ser un éxito económico. Si no se hubiera realizado, aún estarían pagando. Se ha perdonado la deuda a muchos países y no solo africanos.

P. ¿Y por qué no se lleva a cabo con Grecia?

R. No lo sé exactamente. Me parece que en este caso es algo más complicado, ya que Grecia pertenece a la UE. Quizás desde el punto de vista legal sea más difícil, pero creo que desde un punto de vista lógico es indispensable para salir de esta crisis. Si no hay un acuerdo ahora, volveremos a tratar este mismo problema dentro de cinco meses, un año, dos, diez. Esto va a generar discordia entre los países todo el tiempo. Y también entre los ciudadanos europeos. Además de la cuestión del pago, hay una cuestión política. Si Syriza lograse esto, daría argumentos a Podemos en España o a la izquierda portuguesa.

P. Hablando de Podemos, ¿qué piensa usted acerca de la emergencia de nuevos partidos en España?

R. Para mí es positivo. Los viejos partidos como el PSOE o el PP son indistinguibles desde el punto de vista de políticas económicas. Además, en ambos ha existido corrupción en muchos niveles. Así pues, una renovación política de la izquierda y de la derecha me parece positiva. Cuando comparas con otros países, ves que es una ventaja. España es muy especial porque hay emergencia desde ambos lados. Desde un punto de vista general, sin entrar en si estoy de acuerdo o no con el programa de Podemos, me parece positiva su existencia.

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