La biodiversidad marina se ahoga
Bajo el mar ya casi nada es igual. El mundo idílico entre burbujas que describía el tema musical de La sirenita no existe y la vida bajo las aguas no es mucho mejor que en el mundo de aquí arriba, si hablamos de medio ambiente. La depredación humana parece no tener límites y la avaricia tampoco. Los peces y otras especies marinas siguen flotando, pero ya no tan felices como en la película de Disney.
Basura, contaminantes físicos y químicos; barcos y artes de pesca agresivos, o prácticas tan violentas como el fracking para la extracción del petróleo o gas se mecen con ellos y les amenazan de forma más devastadora que cualquier dentellada del tiburón blanco, el más temible pez de los océanos.
Cuando hace apenas seis años las Naciones Unidas decidieron designar el día 8 de junio como el Día Mundial de los Océanos, pretendían impulsar una conciencia internacional sobre los desafíos a los que se enfrenta la humanidad con los océanos y la preservación de su biodiversidad. Está claro que esa sensibilización se ha producido, aunque los avances han sido lentos y aún queda mucho camino por recorrer tal y como reconocen autoridades públicas e instituciones no gubernamentales, aunque estas se quejan de la falta de voluntad política para emprender medidas que protejan el medio marino y advierten que las pérdidas son irreversibles.
En este sentido, Lasse Gustavsson, director ejecutivo de Oceana en Europa, reflexiona que “si nos ceñimos a Europa, tan solo el 4% de la superficie marina está incluido dentro de la red Natura 2000, que agrupa los espacios naturales de mayor interés ecológico de la UE, un dato que contrasta con el 18% que está protegido en tierra firme y muestra el retraso en la conservación del medio marino”.
CUOTAS DE CAPTURAS
La sobreexplotación pesquera es uno de los puntos de fricción. Mientras los Estados de la UE acuerdan cada año las cuotas de capturas, a menudo “desoyen las recomendaciones que les hacen los científicos”, denuncia Gustavsson. Esta semana se daban a conocer los datos de la sobrepesca en aguas europeas, que asciende a un 93% más de capturas de lo autorizado en el Mediterráneo y un 48% en el Atlántico. “Esto demuestra que, aunque ha habido avances, hace falta mayor voluntad política para asegurar un uso sostenible de los recursos marinos y la viabilidad de los sectores económicos que dependen de él”, afirma Gustavsson.
En la jornada Pesca de aguas profundas: impactos y soluciones, que se celebró en Barcelona en el marco de las negociaciones del Consejo de Ministros de la UE para la reforma del Reglamento Europeo para la pesca, Francesc Sardá, científico del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, destacó que la búsqueda de recursos pesqueros en aguas cada vez más profundas es una “señal inequívoca del fracaso de las políticas de gestión pesquera en aguas más superficiales”. En su opinión, el agravante en la explotación de “las zonas profundas es que, si bien son mucho más extensas, también son mucho más vulnerables”. Desde el ministerio de Medio Ambiente consideran que “lo importante no es adoptar medidas ejemplares, sino que resulten plenamente efectivas para la protección del mar”.
El director general de Sostenibilidad de la Costa y del Mar, Pablo Saavedra, señala el proyecto Life+Indemares como “el más importante desarrollado en España sobre conservación marina”. Durante la presentación de resultados destacó que esta iniciativa ha permitido a España “incrementar la superficie Red Natura 2000 de ámbito marino en 73.000 kilómetros cuadrados, consiguiendo que más del 8% de nuestros mares estén protegidos”.
PROTECCIÓN MARINA
Este proyecto, coordinado por la Fundación Biodiversidad, acerca a España “al objetivo marcado por el Convenio sobre la Diversidad Biológica de proteger un 10% de las zonas marinas para el año 2020”. Indemares ha estudiado cinco millones de hectáreas y ha descubierto más de 50 nuevas especies marinas a través de casi 150 campañas.
Desde Oceana se denuncia que “la sobrepesca es la principal causa de riesgo de extinción de los peces marinos europeos” y subraya que una nueva Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y la Comisión Europea “arroja 59 especies de peces amenazadas de extinción en Europa y 83 variedades consideradas en declive”. Entre los peces más amenazados se encuentran tiburones, especies comerciales de profundidad, meros y fletán. Estos resultados “muestran claramente” las enormes repercusiones de la mala gestión pesquera de la UE. “No se trata solo de que haya unas especies sobrepescadas, sino de la supervivencia a largo plazo de nuestros peces marinos”, recalca Gustavsson.
En el litoral español, la marsopa común “prácticamente ha desaparecido del Mediterráneo y otros cetáceos, como delfines y ballenas o tortugas están en peligro”, advierte José Cedeira, presidente de la ONG gallega CEMMA.
La flota pesquera gallega es una de las más importantes de España y supone el 80% de todas las embarcaciones marinas del norte peninsular. Cedeira reconoce que la sobreexplotación de los mares es “un problema complejo” cuya solución pasa “por la modificación de artes y actividades pesqueras”. “Hay que limitar la actividad, pero también las épocas, los días y las horas de pesca, pero de forma coordinada”, mantiene, porque el impacto económico de medidas impopulares “no puede perjudicar unilateralmente a los pescadores”.
¡Ay, mi pescadito…!
Una campaña de los ochenta, Pezqueñines, ¡no, gracias!, para evitar la pesca, distribución y consumo de las especies que no superen las tallas mínimas establecidas, sensibilizó a la sociedad y favoreció que los peces llegaran a la edad adulta. La sobrepesca es una de las mayores amenazas de la biodiversidad marina, pero son también los pescadores uno de los colectivos que cuidan y protegen las especies, aunque las artes de pesca y la propia actividad no ayudan.
Más del 50% de la mortalidad involuntaria de especies marinas tiene que ver con la interacción pesquera, señala la ONG gallega CEMMA. La curiosidad por los pesqueros y las redes llenas de peces atrapa y mata a cetáceos, lobos marinos y tortugas. Los pescadores muchas veces rompen las redes para liberar al pez atrapado; rescatan tortugas; colaboran con ONG en el estudio de la deriva (recorrido) de los peces o recogen la basura de los mares y la devuelven a tierra. Más del 80% de la basura de los océanos procede de tierra.