¿Por qué hay tantas diferencias en el impuesto de sucesiones entre comunidades autónomas?
Cobrar un impuesto por recibir un bien heredado el cual ya pagó impuestos, por su adquisición o por los ingresos que llevaron a conseguirlo es injusto para unos y de equidad para otros. Los distintos criterios y también las diferentes necesidades lleva a que este impuesto, cedido a las comunidades autónomas, se esté aplicando de forma muy diferente en cada región.
Estas diferencias está llevando a una desigualdad de trato entre ciudadanos e incluso a que muchos piensen donde domiciliar su negocio, trasladando inversiones a unas regiones en detrimento de otras. Así, Cataluña, Madrid y Cantabria son las comunidades autónomas donde menos impuestos se pagan a la hora de heredar, mientras que en el lado contrario, Andalucía, Murcia y Asturias son las más caras.
Recurso económico importante para las autonomías
La importancia de este impuesto es enorme para las comunidades autónomas. A diferencia de otros, como IRPF o IVA, su recaudación no depende del ciclo económico con lo que en época de crisis es un importante colchón económico, como se ha demostrado cuando algunas autonomías han suprimido en estos años bonificaciones para recaudar más.
Eso sí, también esta subida tiene su lado negativo. La suma de crisis económica y mayores impuestos también lleva a que se haya incrementado el número de personas que renuncian a ser herederos. También está llevando a que muchos aprovechen esta distinta tributación a la hora de ceder sus bienes antes de fallecer.
El impuesto se paga donde el fallecido ha tenido la residencia habitual, al margen de dónde estén sus bienes con la excepción que esta, antes de morir haya estado en el extranjero, en cuyo caso liquida el impuesto con el Estado. Por ello se multiplican los casos de personas que se empadronan en otra comunidad por ejemplo, donde viven, sus hijos para luego que estos paguen menos o incluso que hagan la donación en vida a miembros de su familia que vivan en otra autonomía con menor tributación, ya que es el que recibe los bienes el que pagará.
De una forma u otra, estas desigualdades seguirán existiendo al tener libertad en imponer tipos y deducciones las comunidades autónomas sin que haya ningún atisbo de cambio.