El dólar es un riesgo para sí mismo
El dólar está en racha. Han pasado 12 años desde la última vez que se acercó a la paridad con euro –que cayó por debajo de 1,05 dólares el 12 de marzo–. El impulso al alza de la divisa estadounidense es tan fuerte que el auto sabotaje es el principal riesgo.
El rally tiene una sólida y amplia base en la política monetaria. La relativamente fuerte economía estadounidense ha hecho que la Reserva Federal sea el único banco central que se espera que recorte los tipos de interés este año. Así que no es de extrañar que los precios de las opciones de los principales tipos de cambio muestren que los inversores tienen una marcada preferencia por la compra de dólares para los próximos 12 meses.
Por supuesto, los rápidos avances de los últimos días dejan mucho espacio para los reveses temporales o periodos de oscilaciones en la cotización. Con tantas grandes apuestas de que la moneda estadounidense seguirá aumentando, cualquier insinuación de malas noticias económicas o dudas en la Fed puede desencadenar reveses de corta duración. Y será inevitable que haya episodios de recogida de beneficios de corta duración.
Cualquier insinuación de malas noticias económicas o dudas en la Fed puede suponer un revés para la divisa
Pero la fortaleza del dólar es en sí misma es la mayor amenaza para su avance. Un dólar fuerte hace que exportadores, como IBM y Hewlett-Packard, sean menos competitivos y perjudica al resultado contable de empresas con grandes operaciones en el extranjero. Los políticos no se preocupan por las tasas de conversión de moneda en sus extractos bancarios, pero los empleos de los exportadores podrían ser algo distinto.
El acta de la reunión de la Fed de enero simplemente apunta al arrastre de las exportaciones por el movimiento en los tipos de cambio. Por supuesto, el efecto sobre la grande y relativamente cerrada economía estadounidense sería limitado. Aun así, el índice del dólar ha subido casi un 5% desde entonces y ha ganado alrededor de un quinto de su valor desde agosto 2014.
Cualquier indicio de que la Fed se está volviendo menos indiferente daría un verdadero golpe al avance del dólar. Los operadores leerán las runas con especial cuidado tras la reunión que tendrá lugar del 17 a 18 marzo.