_
_
_
_
El Foco
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

‘Grexit’: ¿la mejor solución para Grecia y el euro?

Esta podría ser la semana en la que se resuelva el problema de Grecia de alguna forma, aunque cada vez que ambos bandos se reúnen parecen incapaces de acercar posturas. El problema es que las dos partes siguen teniendo intenciones diferentes: Grecia necesita mostrar que ha cambiado cosas y el Eurogrupo necesita mostrar a las demás economías con un elevado sentimiento de antiausteridad que las cosas no pueden cambiar.

Sea un nuevo acuerdo o una prórroga, el Eurogrupo parece ajustarse a las condiciones previas

Si hubiese alguna forma de reenvasar el programa existente para que pareciese nuevo, entonces ambos podrían estar de acuerdo. El programa actual del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) termina el 28 de febrero y se acaba el tiempo para conseguir una prórroga o un programa nuevo a través de los diferentes Parlamentos. Sea un nuevo acuerdo o una prórroga, el Eurogrupo parece ajustarse a las condiciones previas. Se necesita un compromiso para devolver la deuda, para no invertir las políticas anteriores y para concluir el programa. A cambio, Grecia podría conseguir flexibilidad en el terreno fiscal.

El Gobierno griego está dispuesto a aplicar la austeridad a aquellas partes de la economía que cree que aún no han sufrido por ahora, las clases adineradas, y parece recular de sus ideas de reestructuración de la deuda, aunque sigue insistiendo en que el paquete actual no funciona y quizás tenga algo de razón. Pero hay otro problema: que el Parlamento griego apruebe el acuerdo existente con otro nombre puede ser difícil, sobre todo teniendo en cuenta las limitaciones temporales.

Aunque no formamos parte de las delicadas conversaciones que se están manteniendo y no podemos asegurar cuál será su resultado, algunas conclusiones son lógicas.

En primer lugar, hemos de pensar qué mensaje se daría a los demás partidos nuevos de Europa si se cede ante Grecia. Se suele pensar que es el norte de Europa quien quiere jugar duro con Grecia. Sin embargo, algunos comentarios recientes desde Madrid sugieren que los Gobiernos que más tendrían que perder son aquellos que han impuesto a sus ciudadanos las durezas de los programas de austeridad. Hace poco, una manifestación en apoyo del partido antiausteridad español, Podemos, mostró el creciente deseo de cambio en estos países que han padecido altas tasas de desempleo durante años.

Pero en el norte de Europa sí hay preocupación sobre la falta de reformas en países como Francia e Italia. Y numerosas personas han declarado que el nuevo programa QE del BCE solo debería de implementarse donde se hagan reformas.

Los partidos populistas sugieren que es posible mantener la moneda única y prescindir de la austeridad

No dar marcha atrás y forzar que Grecia vaya por separado (que deje el euro y cree una nueva divisa) podría reforzar a los demás miembros de la zona euro y posiblemente fortalecería el euro.

La probabilidad de la salida de Grecia ha ido en aumento, aunque no hemos visto muchas repercusiones en los activos en euros. En parte, esto se debe a que el programa QE del BCE comenzará pronto (aunque si se implementase completamente tendría dificultades para encontrar suficientes bonos) y estará ahí para contener la rentabilidad de los bonos de los países periféricos. Tampoco es seguro que la salida de Grecia fuese negativa para el euro. En realidad el mercado ya está corto en euros, por lo que si los datos de Europa fuesen ligeramente mejores, la tendencia podría invertirse. El país tendría una nueva moneda devaluada y podría volver a atraer inversiones en activos domésticos. El sistema bancario necesitará apoyo (de hecho, ya lo necesita) y la UE y el FMI tendrán que aportar financiación de emergencia para las instituciones (lo cual también se está haciendo actualmente).

Una de las ideas del nuevo Gobierno es que las instituciones oficiales que constituyen la mayoría de sus acreedores hagan una quita de la deuda. Pero esto es poco probable, ya que la deuda griega ya ha sido prorrogada y el tipo medio abonado ha sido reducido. La cantidad pendiente y la bajada del PIB (un 25% desde la crisis) han hecho que la deuda total sea insostenible: 175% del PIB y un 76% de esa deuda es de la troika. Es obvio entender por qué el Gobierno griego no quiere pagar su deuda oficial.

¿Qué ocurriría si la salida de Grecia, también llamada Grexit, fuese beneficiosa para el país? ¿Querrían otros países seguir su ejemplo? Es una posibilidad, pero la interrupción económica a corto plazo sería demasiado grande y la mayoría de la población de la eurozona quiere mantener el euro. Además, la transición a una nueva moneda necesitaría tiempo antes de dar sus frutos, lo cual permitiría a los demás miembros de la eurozona ajustarse en el euro y daría tiempo para que funcione el programa QE del BCE y el plan de inversión de Juncker.

Uno de los problemas es que los nuevos partidos populistas parecen sugerir que es posible mantener el euro pero prescindir de las medidas de austeridad. ¿Quién no votaría por esa opción? Mostrar que esto no es posible enviaría a las poblaciones de otros países miembros de la UE un mensaje importante: no se puede estar en misa y repicando.

Paul Brain es líder de inversión en renta fija de Newton, parte de BNY Mellon.

Archivado En

_
_