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Hidetora desciende a los infiernos ("RAN")

“Hidetora, […] desciende por las escaleras como un muerto entrando en el Infierno.

La música sobrepuesta en estas imágenes es, como el corazón de Buda, medida en latidos de profunda angustia; el canto de una melodía llena de dolor comienza primero como sollozando y se eleva gradualmente hasta, a medida que se repite como ciclos kármicos, sonar finalmente como el lamento de innumerables Budas“

Descripción del final de la batalla del Tercer Castillo en “The Warrior's Camera- The cinema of Akira Kurosawa” de Stephen Prince

Takemitsu, nacido en Tokio en 1930, se interesó por la música occidental escuchando una emisora de radio militar americana y la amplia colección de discos de jazz de su padre. A pesar de estos orígenes, la música de Takemitsu estuvo muy influenciada por la música francesa, en particular por la de Claude Debussy y sobre todo por la de su contemporáneo Olivier Messiaen.

Al principio Takemitsu se interesó poco por la música tradicional japonesa, pero luego incorporó instrumentos japoneses a la orquestación de sus obras, tales como el shakuhachi (la flauta de bambú típica de la música japonesa) o el biwa (un tipo de laúd japonés). Su “In an autumn Garden” (1973-79) fue escrito para el tipo de orquesta que hubiera tocado gagaku (música tradicional de la corte imperial japonesa).

También compuso música electroacústica y cerca de cien bandas sonoras para películas de cine japonés entre las que destaca la que ahora intentamos glosar: “Ran” (1985) de Akira Kurosawa. Su música para cine está profundamente enraizada en el concepto de que una nueva película necesita un nuevo color sonoro y tiene tanto que ver con obtener nuevos sonidos de la película, como con que nuevos sonidos entren a formar parte de la película.

Tras escribir la música de la película Ran, Takemitsu reunió en dos suites los temas de la misma y es lo que se interpreta en conciertos.

https://www.youtube.com/watch?v=UGG7yC3eB_Y

https://www.youtube.com/watch?v=yYa7lWQhn90

Takemitsu murió en Tokio el 20 de febrero de 1996.

Ran ("caos" en japonés) es una crónica implacable de la lujuria por el poder, traición del padre por sus hijos y las omnipresentes guerras y asesinatos que acaban por destruir a todos los personajes principales.

La película se basa libremente en la tragedia de Shakespeare Rey Lear aunque también fue inspirada por las investigaciones de Kurosawa en la historia del Japón medieval. En un momento quedó fascinado por un señor de la guerra con fama de haber tenido tres excelentes hijos que se preguntó qué habría sucedido si los tres hubieran sido, en cambio, malos gobernantes.

Ran narra la caída de la casa de los Ichimonji después de que su patriarca Hitedora tome la decisión de repartir su reino entre sus tres hijos: Taro, Jiro y Saburo. Taro, el mayor, recibe el prestigioso Primer Castillo y se convierte en el líder de la casa de los Ichimonji. Por otro lado, Jiro y a Saburo se quedan con el Segundo y Tercero castillo respectivamente y las tierras adyacentes. Hitedora seguirá siendo el líder oficial y mantendrá el título de Gran Señor

En el pacto de reparto, Jiro y Saburo tienen que apoyar al hermano mayor Taro. Hidetora ilustra esta idea mediante la metáfora de un haz de tres flechas. Por separado se rompen, juntas son invencibles. Saburo critica la lógica de su padre y logra romper el haz de tres flechas: Hidetora ha sembrado la discordia entre los hermanos, esperar que sus hijos sean leales a él y entre ellos no tiene sentido. Hidetora confunde este comentario con una amenaza y le destierra.

Ahí empieza el particular viaje a los infiernos y a la locura de Hitedora y con él comienza el declive/desaparición de la casa de los Ichimonji.

Hay un factor clave en la escena de la partición del reino. Lear hace público su testamento para “evitar futuras disensiones” y quiere dejar las cosas más o menos claras. No conocemos el pasado del anciano rey y parece mostrarse en toda la obra como un ser noble desprovisto de ambiciones y de doblez.

Sin embargo, en la película, conocemos el pasado de Hidetora. Lo verbaliza él mismo (y su nuera, una de sus víctimas, antes de ser “ajusticiada”) es un pasado de sangre, un pasado que empieza a pesarle ahora que es viejo y que se presenta en forma de fantasmas a través de los sueños. La partición de los reinos en Ran se realiza tras una pesadilla de Hidetora.

Lejos de exorcizar, con la decisión, los peligros de la pesadilla, esta se hace más real en cuando se enfrenta a las consecuencias de la misma. Este pasado (desconocido en uno y sangriento en otro) va a condicionar el desarrollo, es decir el futuro de ambas obras.

En la de Shakespeare, el abandono del anciano se produce solo por un afán desmedido de poder de sus hijos. Hay, por lo tanto, en la obra de Shakespeare un método para recuperar el orden, para sanar el sufrimiento y el dolor, en definitiva para volver a la cordura, al perdón. El “viaje” de Lear es espiritual/cristiano: la culpa puede ser redimida. La vergüenza y el error se transfiguran por la fuerza de la compasión y de la misericordia.

En la de Kurosawa el pasado bélico hace que en la actuación de sus hijos haya un matiz de venganza e, incluso, de miedo. La primera palabra que pronuncia Hidetora tras la derrota final (escena que se produce sin sonido directo de la batalla, solo ilustrada por la música de Takemitsu), nada más volverse loco, es: ¡¡Perdón!!

Esta contundente declaración no alterará el devenir de los acontecimientos. En Ran nos encontramos con un pasado sangriento, con un presente sangriento y esperamos un futuro también sangriento.

La escena final con el ciego Tsurumaru (hermano de Sué, esposa de Jiro y ambos otras víctimas de la violencia pasada de Hidetora) apunto de despeñarse al abismo desde las ruinas del castillo de sus antepasados y perdiendo la imagen del buda, único elemento que le protegía, nos habla de un futuro nada halagüeño.

La acción y las imágenes de Ran denotan el resurgimiento en Kurosawa de una perspectiva oscura de la historia contemporánea: "Si nos fijamos en la situación del mundo alrededor, creo que es imposible en este día y edad para ser optimistas […] Todo el progreso tecnológico de estos últimos años sólo enseñó a los seres humanos cómo matarse entre ellos más rápido. Es muy difícil para mí mantener una perspectiva optimista sobre la vida en tales circunstancias."

Tanto Lear (en la tragedia de Shakespeare) como Hidetora (en la película de Kurosawa) generan una ruptura en el “cuerpo” del reino cuyo resultado será una guerra fratricida. Ambos representaban la plenitud, el orden, el reino bien ajustado. La opción de dividirlo, hace explotar una naturaleza desordenada actuando en el orden de las cosas y en el orden político.

Este concepto de unidad está muy bien establecido por Kurosawa en una serie de símbolos.

Por el contrario, tras la partición

La tempestad en “El rey Lear” y la batalla final por el Tercer Castillo en “Ran” son las fuerzas desbordadas de la naturaleza que aparecen motivadas por la ruptura del orden establecido tras la decisión de ambos, y tal tempestad y derrota, arrastra el mundo de los hombres, de la política y del destino del propio protagonista. Él es culpable. No está liberado de responsabilidad. Su decisión individual, su provocación al orden ha generado un sufrimiento político, un quiebre en el orden; ha dado lugar a la violencia y al terror de la naturaleza.

En otras palabras, la realidad ha desbordado los cauces de control del hombre.

Ocho años de alteración de los precios, de desintegración del sistema monetario mundial, de luchas internas dentro del BCE para heredar al Bundesbank, de pérdida de ligazón entre el franco suizo y el euro (algo con lo que imagino sueña el Bundesbank hacer con el resto de socios de la UME) nos lleva irremediablemente a “Ran”.

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