¿Dónde ha ido mi rentabilidad?
Son muchos los inversores que durante los últimos años se han acostumbrado a unas rentabilidades muy atractivas, con una sensación de protección en las inversiones razonablemente alta, pero hoy en día parece que el ciclo de la renta fija ha llegado cerca de su fin, entendido como revalorización de los precios de los activos. Durante estos últimos años se ha producido una avalancha de compras de activos de renta fija y el BCE ha anunciado que aumentarán las compras de bonos, tensionando nuevamente la curva de tipos de interés.
Todo esto nos tiene que hacer reflexionar sobre el futuro y sobre qué tipo de inversiones serán las que mejor funcionen en los próximos años. Si los tipos de interés siguen bajos en los próximos años, es muy probable que lo que ha funcionado en los últimos años no funcione en los siguientes.
La mayoría de las personas con las que compartimos visiones de mercado a diario opinan que la renta fija está cara y hay que vender o acortar su duración mientras que la renta variable ofrece potencial, aunque su valoración está cerca de su media histórica. Asimismo, indican que hay que infraponderar las materias primas porque los países emergentes están creciendo menos, especialmente China, y un dólar más caro hace menos atractiva la valoración relativa de las commodities.
Por su parte, el índice Eurostoxx 50 ha tenido una revalorización media del 4,60% en los últimos 20 años con una volatilidad media del 25%, mientras que el bono del Gobierno alemán ha tenido una rentabilidad media del 4,10%, con una volatilidad mucho menor. Desde mi punto de vista, no es mejor un activo que otro, sino que lo más importante es seleccionar aquel activo que mejor se ajuste a las necesidades de inversión, no solo en cada momento del ciclo económico, sino ajustado también por el perfil de inversión de la persona.
Un inversor al que le guste la renta fija, pero con cierta tolerancia al riesgo, y con un objetivo de rentabilidad del 4-5% anual para los próximos años difícilmente lo conseguirá con una cartera diversificada en renta fija. En su lugar, existe la posibilidad de invertir en un producto estructurado que combine renta fija y renta variable de tal forma que lejos de estar en el típico producto que busca grandes retornos, la idea es posicionarse en una rentabilidad razonable a cambio de obtener una protección elevada del capital.
A modo de ejemplo, podríamos plantearnos una inversión a tres años en un banco español de capitalización media, donde podemos elegir entre comprar la acción directamente en mercado, comprar un bono a tres años aproximados o comprar un producto estructurado con alta protección del capital y cupones también al mismo plazo. En el caso de comprar la acción tendremos exposición a toda la subida, pero también a toda la caída de la acción. Esto puede tener sentido en una cartera bien diversificada, pero nos obliga a acertar no solo en la tendencia de la acción sino también a realizar un análisis correcto sobre la compañía a comprar.
En el caso de comprar un bono senior a tres años aproximados de plazo, la rentabilidad a obtener sería un 1,40%. Por último, el producto estructurado con protección de las caídas del valor de la acción en un 50%, pagaría un cupón anual del 8%, siempre que la acción del banco no haya caído un 50% en la fecha de pago del cupón anual. Además, en la fecha de observación anual, en el caso de que la acción cotice igual o por encima del precio en el que contratamos el producto, el producto se cancelaría pagando el 8% y devolviendo el capital invertido, de tal forma que si el entorno económico ha mejorado o hay una alternativa de inversión diferente, sería posible realizar una nueva inversión en un activo diferente.
En resumen, invertir hace dos años en un bono del Estado español daba una rentabilidad del 5,60% y, por tanto, una inversión en un producto complejo como un estructurado no tenía tanto valor relativo. Pero hoy en día, ante un panorama absolutamente diferente pensamos que este tipo de inversiones permiten obtener una rentabilidad razonable, con una protección de capital intermedia entre renta fija y renta variable y sin tener que asumir un riesgo direccional sobre una acción.
Andrés Francoy es Director de Capital Markets de Deutsche Asset & Wealth Management