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El Foco
Tribuna
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Integración de la banca española en Europa

Joaquin Maudos

De la integración a la fragmentación. Así podría resumirse el devenir del mercado financiero europeo desde la creación del euro en 1999 hasta el estallido de la crisis. Y una de las consecuencias de la desintegración ha sido la pérdida de importancia de la actividad financiera transfronteriza entre los países europeos. De esa forma se reduce la internacionalización, la apertura externa y el grado de integración de los sectores bancarios europeos, lo que es una mala noticia para el crecimiento económico.

En el caso de la internacionalización, el euro permitió un fuerte crecimiento hasta 2007

Un artículo recién publicado por Funcas en Cuadernos de Información Económica analiza precisamente la actividad transfronteriza de la banca española en el contexto europeo a partir de la información que suministra el Banco Central Europeo referida a la banca residente en cada país, sin incluir por tanto el negocio de sus filiales en el exterior. Los datos que aporta muestran que, en el periodo de expansión que transcurrió desde la creación de la Unión Económica y Monetaria a 2007, el peso de esa financiación en el total de la banca de la eurozona aumentó casi tres puntos porcentuales, hasta alcanzar un valor máximo del 21,3%. En cambio, en el periodo de crisis, la apertura externa se redujo en 6,2 puntos porcentuales hasta situarse en 2013 en un valor mínimo del 14,1%, inferior al de 1999. La banca española siempre ha tenido una apertura externa inferior, siendo España uno de los pocos países de la eurozona en los que la apertura externa de la banca disminuyó en la etapa de expansión.

En el caso de la internacionalización (peso relativo de las inversiones en el exterior), también el euro permitió un fuerte crecimiento hasta 2007, aumentando del 21,5% al 31,9%. En España, aunque también aumentó, el crecimiento fue de solo 1,7 puntos porcentuales, situándose en 2007 muy por debajo de la media europea (13,9% versus 31,9%). Durante la crisis, la internacionalización se ha resentido, con una caída de 8,4 puntos porcentuales de media en la eurozona y 2,8 puntos porcentuales en España. En 2013, el peso de las inversiones en el exterior de la banca española es reducido: 11,1% frente 23,5% de la banca de la eurozona. La internacionalización es muy superior en los préstamos interbancarios que en los destinados al sector no financiero, aunque también en ese mercado ha aumentado el sesgo doméstico en los años de crisis fruto de la desconfianza reinante en los mercados. En la banca española el porcentaje de préstamos no interbancarios concedido a no residentes es muy reducido: 1,5% en 2013 frente a 4,6% de media en la eurozona. Algo similar ocurre en la inversión en títulos de renta fija y variable, donde la internacionalización de la inversión de la banca española es más reducida.

Especial interés tiene el análisis de la actividad transfronteriza entre los sectores bancarios europeos, ya que su importancia relativa en el total de actividad es un indicador de integración financiera con Europa. En el caso del activo, el peso relativo de ese negocio transfronterizo aumentó 6,9 puntos porcentuales hasta 2007, hasta situarse en el 22,4%. En cambio, en el periodo de crisis, el porcentaje cae 3,3 puntos porcentuales. En el caso de la banca española, la entrada en el euro y la desaparición del riesgo de tipo de cambio aumentó la integración con Europa en la etapa de expansión, si bien el grado de integración fue inferior al de la banca de la eurozona. En los años de crisis se redujo la integración, situándose el peso de nuestra actividad transfronteriza con la UE en 2013 en el 8,9%, menos de la mitad de la banca de la eurozona.

El sueño de un mercado único con mayores flujos financieros entre los países integrantes aún tardará

El desglose de la actividad transfronteriza por productos activos muestra que en los préstamos no interbancarios el grado de integración es mucho más reducido, como demuestra que en 2013 solo el 7,5% de la exposición sea con otros países de la UE, frente a un porcentaje del 30,7% en los préstamos interbancarios. En el caso de la banca española, el grado de integración con la UE es muy similar a la media de la banca de la eurozona en el mercado de los préstamos interbancarios, mientras que en los no interbancarios es claramente inferior (2,4% versus 7,5% en 2013)

En la vertiente del pasivo, también la crisis ha supuesto una pérdida del peso relativo de la financiación obtenida de otros países de la UE, tanto para la banca española como para la europea, de forma que el peso actual está incluso por debajo del existente en 1999. En 2013, el valor del indicador de integración financiera es del 11,5% en España, frente al 15,8% de la eurozona. Nuevamente, la integración es muy reducida en los depósitos no interbancarios, más en España (2,9%) que en la eurozona (7,6%). En cambio, los depósitos interbancarios captados de otros sectores de la UE suponen el 29,3% del total en la banca de la eurozona y el 33,9% en la española.

Estos datos lo que demuestran es que la banca española también ha experimentado con la crisis una caída del peso del negocio con otros países de la UE, siendo ese peso menor que el de la banca de la eurozona a excepción de los depósitos interbancarios. En este contexto, se entiende la prioridad del proyecto de unión bancaria cuyo objetivo fundamental es recuperar el terreno perdido en materia de integración financiera. Conforme se avance hacia el mercado único bancario se irán reduciendo las diferencias actualmente existentes en el coste del acceso a la financiación y disminuirá el sesgo doméstico en la composición de la inversión y en el origen de la financiación bancaria que tanto ha aumentado en el periodo de crisis.

De momento, se ha dado un paso muy importante con la puesta en marcha del Mecanismo Único de Supervisión, poniendo en manos del Banco Central Europeo la supervisión de los principales bancos de la eurozona. Pero el sueño de alcanzar un mercado único en el que aumenten los flujos financieros entre los países integrantes de ese mercado aún tardará, ya que necesita como caldo de cultivo que se afiance la recuperación económica, que es el mejor antídoto para que regrese la confianza a los mercados. De momento, habrá que esperar, ya que la eurozona es el farolillo rojo del crecimiento mundial.

Joaquín Maudos es catedrático de Economía de la Universidad de Valencia, Director Adjunto de Investigación del Ivie y colaborador del CUNEF.

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