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Columna
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El deshielo de la inversión alemana

El nuevo apetito del gobierno alemán por la privatización llega en el momento justo. La coalición de Angela Merkel se está planteando vender activos con los que podría recaudar hasta 17.000 millones de euros. La nueva ronda de ventas de activos estatales podría generar los fondos que tanta falta hacen para luchar contra un retraso peligroso en la inversión en infraestructuras públicas alemanas.

Merkel ha reconocido el retraso en las inversiones, pero su respuesta hasta ahora ha estado a la altura. La principal obsesión del gobierno es ejecutar un presupuesto equilibrado hasta las próximas elecciones federales en 2018. Esto descarta la solución más racional: financiarse en un mundo de tipos de interés históricamente bajos.

Intensificar la venta de activos del estado sería una forma de salir de este enredo. Un documento del Ministerio de Finanzas al que tuvo acceso Reuters esboza planes para reducir las participaciones en empresas.

Vender un tercio de las acciones del gobierno alemán en Telekom y la mitad de las de Post daría 8.600 millones

La participación del 31% del gobierno alemán en Deutsche Telekom tiene actualmente un valor de 18.000 millones de euros, mientras que el mercado valora su propiedad del 21% de Deutsche Post en 6.400 millones de euros. A los precios actuales, vender un tercio de las acciones de Telekom restantes y la mitad de las de Post podría generar 8.600 millones de euros. Vender las participaciones minoritarias en los aeropuertos de Munich y Colonia puede sumar otros 700 millones.

Un proyecto político más difícil sería el de revivir la idea de sacar a bolsa la empresa ferroviaria Deutsche Bahn, abandonada en 2008. El informe del gobierno subraya que la medida es solo una opción. Se toparía con la oposición de los 295.000 empleados de Deutsche Bahn y de gran parte de la opinión pública alemana. Pero los beneficios potenciales valdrían la pena. Basándose en las valoraciones de sus rivales cotizados, una participación del 49% en DB podría valer unos 7.000 millones de euros.

Angela Merkel debería recordar a los votantes alemanes que hay poca justificación política o económica para que el gobierno mantenga una participación mayoritaria en el ferrocarril. Veinticinco años después de la caída del muro de Berlín, el país podría hacerse con una nueva dosis de capitalismo.

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