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Tribuna
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Alternativas frente a la falta de crédito

Nadie duda que el acceso al crédito y una mayor liquidez para las empresas y las familias son algunos de los puntos fundamentales sobre los que debe asentarse la recuperación de la economía a corto plazo. En el caso de las empresas, principalmente de las pymes, el Gobierno puso en marcha iniciativas como el Plan de Pago a Proveedores o el Fondo de Liquidez Autonómico (FLA), acciones positivas que han cerrado en parte la herida, pero que, en realidad, son medidas coyunturales que no solucionan el grave problema de liquidez que nos acucia.

 Según datos del Ministerio de Hacienda, tras la conclusión de las tres fases estipuladas, la antigüedad media de los gastos atendidos por los mecanismos de pago a proveedores se sitúa aún en 326,53 días de media a nivel nacional. Esta cifra se eleva, sin embargo, a 469 días en Extremadura, 418 en Castilla y León o a 393 días en la Comunidad Valenciana, por citar solo tres regiones con datos más elevados.

Estos años hemos asistido a un escenario aparentemente favorable. Sin embargo, las medidas se acaban y la pregunta que permanece es: ¿y ahora qué? Primero, porque los impagos y la elevada morosidad siguen ahí. Si ponemos el foco en el sector público, casi tres años después de que se aprobara la nueva Ley de Morosidad, este abona sus facturas, según datos de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), en un plazo de 113 días de media, casi el cuádruple de los 30 que exige la ley.

Tras seis años de crisis, en los que el principal objetivo de la mayoría de las pymes ha sido el de sobrevivir, es necesario interpretar el nuevo escenario con el que nos vamos a encontrar. Y es que, si unimos el fin del grifo estatal con la situación del acceso al crédito de las entidades financieras, se aprecia un círculo vicioso que pone en serio peligro ese universo de empresas.

Recientemente, el BCE ha anunciado impactantes medidas como las nuevas inyecciones de liquidez a largo plazo por importe de hasta 400.000 millones de euros o la penalización en la facilidad de los depósitos que, sumadas al recorte de los tipos de interés, se nos venden como la panacea para fomentar el préstamo a los hogares y a las empresas. Pero, ¿compensará a las entidades financieras prestar más ahora a las pymes? La respuesta es que no necesariamente. Es más que posible que las entidades aprovechen las nuevas condiciones para cubrir con mayor facilidad los préstamos que ya tenían previstos, más que para aumentarlos. ¿Querrán seguir las empresas endeudándose? Tampoco parece. Con un endeudamiento tan alto, las empresas amortizan más deuda de la que piden.

Efectivamente, se va a aumentar la oferta potencial de crédito, pero no queda claro el modo en el que estas iniciativas del BCE van a hacer repuntar la demanda solvente. Tampoco es una cuestión de liquidez. En la actualidad, los bancos ya cuentan con excedentes para prestar, pero aumentar la liquidez no hará que la demanda se vuelva más solvente y, por tanto, que los bancos se lancen a prestar de nuevo.

Así, en este nuevo escenario debemos considerar las ventajas de lo que algunos denominan financiación alternativa: acceso a dinero no bancario para financiar o solventar directamente las deudas pendientes de pago de las empresas. Fondos de capital, mercados de deuda, en definitiva, operadores financieros no tradicionales que se enfocan no solo en la gran empresa, sino también en el aún bastante considerable mercado de deuda existente por parte de las Administraciones públicas a las pymes españolas.

Con ejemplos como el de Estados Unidos –donde este tipo de financiación representa entre el 60% y el 80% de las operaciones de deuda pública–, y con una perspectiva en la que la falta de liquidez y el difícil acceso al crédito van a seguir presentes, estas vías se antojan más que necesarias, casi imprescindibles. No solo porque permiten resolver las demoras en los impagos de las Administraciones públicas o el sector privado, aportando liquidez a muy corto plazo de tiempo y, en algunos casos, sin fórmulas crediticias, sino porque a través de estas operaciones, las empresas pueden volver a entrar en el circuito de la financiación convirtiéndose en una demanda sin riesgos de nuevo crédito para las entidades financieras.

Carlos Pérez de Yrigoyen es director ejecutivo de Radius Finance.

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