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El mercado reaccionó con alzas que se moderaron al cierre

Tras el referéndum, Escocia despeja el camino para alargar el rally

Nuria Salobral

El mercado retomó ayer el pulso de la rutina y de las preocupaciones habituales, que no son otras que la frágil situación de la economía de la zona euro. Se añaden también otras inquietudes que van y vienen del primer plano, como la crisis de Ucrania o el conflicto en Oriente Medio. Pero los inversores pudieron ayer pasar página de la que se había convertido en una inesperada, y muy preocupante, nueva inquietud, la posibilidad de una Escocia independiente con un triunfo del sí en el referéndum celebrado el jueves. Los ciudadanos escoceses optaron finalmente por el no, que se ha impuesto por diez puntos porcentuales al voto independentista, un 55,3% frente a un 44,7%.

El resultado deja un nuevo mapa político en Reino Unido, donde el Gobierno de David Cameron deberá ahora dar pasos hacia un mayor autogobierno no solo de Escocia –como ha prometido– sino también de Gales o Irlanda del Norte. Pero el referéndum escocés había traspasado la dimensión británica y había incendiado el debate sobre los movimientos soberanistas en el seno de la UE y el posible contagio a otros países, como el caso de España y el desafío independentista catalán. Además, una victoria del sí planteaba un incierto futuro para la libra esterlina –ya que Londres se oponía a su uso por una Escocia independiente– y para el reparto de activos y el pago de la deuda soberana que le correspondería al nuevo estado, que habría supuesto largos meses de arduas negociaciones con las autoridades británicas.

Conocido el resultado del plebiscito, la caja de los truenos se ha cerrado. Y las aguas de los mercados vuelven a su cauce, aunque vayan a quedar heridas en el mapa político británico. “La campaña ha terminado y los inversores británicos recibirán con agrado la reducción de la incertidumbre vivida en los últimos meses. Ahora la atención volverá a centrarse en la situación en Ucrania, en Oriente Medio y la frágil situación de la economía europea”, resumía ayer Martin Gilbert, consejero delegado de la gestora escocesa cotizada Aberdeen Asset Management. Y el respiro de alivio se extendió ayer por toda la comunidad inversora europea.

Los mercados abrieron ya con el triunfo del no a la independencia escocesa sobre la mesa. Y la reacción fue de claras alzas para las Bolsas, la deuda y la libra esterlina. La divisa británica había cedido terreno ante la incertidumbre que planteaba la secesión en Gran Bretaña pero, en la confianza de un triunfo del no, el jueves había remontado hasta alcanzar máximos de dos años frente al euro, un camino en el que insistió ayer. Se apreció en los primeros minutos hasta los 78 peniques por euro.

La reacción de la Bolsa, con ser alcista de entrada, no ha sido eufórica. De hecho, los inversores ya venían apostando, aunque con cautela, por una victoria del no y el triunfo del sí no se ha convertido por tanto en un nuevo catalizador para las subidas sino en una incertidumbre resuelta para regresar a la situación previa. Así, el Ibex comenzó la jornada con un alza cercana al 2%, hasta alcanzar un nuevo máximo anual en los 11.191,8 puntos, pero moderó el ímpetu a lo largo del día y cerró con un alza de solo el 0,1%, conservando por la mínima los 11.000 puntos. Finalizó en los 11.001,9, con un alza en la semana del 1,03%.

El resto de Bolsas europeas también vieron esfumarse el viernes las alzas registradas en la apertura. También la londinense, que en el mejor momento del día llegó a subir el 0,83%, liderada por valores como Royal Bank of Scotland, que ya confirmó que renuncia a cualquier plan para modificar su sede de Edimburgo a Londres. El FTSE cerró con una subida del 0,27%, mientras que el Dax, el Euro Stoxx y el Cac cerraron prácticamente en tablas. En Wall Street, las alzas al cierre de sesión europea eran modestas, aunque el Dow Jones y el S&P 500 siguen adentrándose en niveles de récord, animados esta vez por el estreno en Bolsa de Alibaba, en la que se ha convertido en la mayor OPV de la historia.

El efecto de alivio se dejó sentir también en la deuda soberana. El rendimiento del bono español a diez años cedió hasta el 2,2% y la prima de riesgo se mantuvo por debajo de los 120 puntos básicos, en los 115.

Resuelta la incógnita escocesa, los inversores vuelven a enfrentarse ahora al miedo presente en el mercado desde el verano: el riesgo de recaída en la recesión económica de la zona euro. Pero también con la confianza de contar con el apoyo del BCE en su compromiso con el crecimiento y con la evidencia de que, ante un largo horizonte de tipos de interés casi al cero, la opción inevitable para rentabilizar la inversión es la Bolsa. Aun así, los obstáculos están servidos, como ya demostró el decepcionante resultado que tuvo la primera subasta de liquidez condicionada a la concesión de crédito (TLTRO) que realizó el BCE y en la que los inversores, pese a la intensidad política de la semana, no han tenido más remedio que reparar.

El líder independentista escocés Alex Salmond.
El líder independentista escocés Alex Salmond.Getty

Reino Unido inicia una nueva era de mayor poder autonómico

El día después del referéndum independentista de Escocia deja un escenario nuevo para la política en el Reino Unido, a pesar de que el no haya triunfado por un margen de diez puntos sobre el voto soberanista. Los escoceses han preferido continuar el vínculo con Reino Unido, aunque ahora se abre una etapa de mayor autonomía para Escocia y, también para el resto del Estado.

El primer ministro británico, David Cameron, abordó la cuestión ya en su primera alocución pública tras conocerse los resultados del plebiscito. “Es la hora de que todo el Reino Unido se una y se mueva hacia adelante. Una parte vital para ello será un acuerdo equilibrado, que sea justo para los escoceses pero también es crucial que lo sea para cada ciudadano de Inglaterra, Gales e Irlanda”, mantuvo en su intervención. El desenlace del referéndum, con la continuidad de Escocia en Reino Unido, ha sido un alivio para los inversores y también, especialmente, para Cameron, que aceptó la celebración del plebiscito en la confianza de un rotunda victoria del no y que había asistido en las últimas semanas a un avance del voto independentista que podría haberle costado pasar a la historia con el primer ministro bajo el que se consumó la ruptura del país.

Cameron afirmó que con el referéndum, la cuestión soberanista escocesa queda cerrada “para una generación”. Pero también reconoció que los derechos de los votantes escoceses “deben ser respetados, preservados y aumentados”. En definitiva, se abre un periodo para un traspaso “sin precedentes de competencias” que tendrá que abordarse en paralelo a la mejora de la capacidad de decisión de los demás territorios que forman el Reino Unido.

Consciente de que el granero de votos de los tories está en Inglaterra, Cameron se ve obligado a atender las cada vez mayores demandas de “votos ingleses, para leyes inglesas”, un principio contenido en el programa electoral de los conservadores en 2010 que estipula que las leyes que afectan en exclusiva a Inglaterra solo deberían ser votadas por diputados de circunscripciones inglesas.

De ahí que haya anunciado planes para poner fin a una paradoja que permite que parlamentarios escoceses puedan decidir sobre normativas que afectan a Inglaterra, pero nunca al contrario.

El plebiscito escocés ha debilitado la figura de David Cameron, que ahora debe hacer frente a las críticas internas en su propio partido que denuncian que se ha pagado un precio demasiado alto. Pero la primera dimisión no ha venido de Downing Street sino de Escocia.

Alex Salmond, el líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP) y primer ministro del gobierno autónomo de Escocia anunció su dimisión en la tarde del viernes, después de encajar la derrota del sí a la independencia. El veterano político, que gobierna en mayoría en Escocia desde 2011, dijo que dejará el cargo en el congreso anual de su partido, que se celebrará del 13 al 15 de noviembre, cuando se elegirá a su sucesor. Sin dar más detalles, indicó que “hay un número de candidatos eminentemente cualificados y muy adecuados para ser líderes”.

“Hemos perdido el voto del referéndum pero Escocia aún puede llevar la iniciativa política”, afirmó Salmond. “Para mí, mi tiempo como líder casi ha terminado pero para Escocia la campaña continúa”, aseveró.

Los valores que más se la jugaban

IBERDROLA

Es una de las empresas españolas que más se jugaban en el referéndum escocés, después de que en 2006 adquiriera la eléctrica ScottishPower. Escocia representa alrededor del 5% de su ebitda y su independencia habría acusado el impacto en el negocio por la posible inestabilidad de la libra y el impacto en el consumo. La acción subió ayer el 0,66%.

TELEFÓNICA

Sus acciones respondieron el viernes con un alza del 0,9% tras conocerse la victoria del no en el plebiscito escocés. La operadora que preside César Alierta también hizo una fuerte apuesta por el mercado británico con la compra de O2 y la independencia de Escocia habría ocasionado “costes significativos al forzar la división del negocio”, según advertía días atrás la propia compañía.

SANTANDER

Sus títulos terminaron la jornada del viernes con un retroceso del 0,26%, en línea con el debilitamiento que registraron las Bolsas europeas tras una primera reacción inicial alcista ante el resultado del referéndum escocés. Santander también tiene intereses en Escocia, que forma parte de la división británica del grupo, que ha sido la que más beneficios aportó en el primer semestre.

RBS

El mayor alivio tras conocerse que Escocia seguirá formando parte del Reino Unido fue para las compañías financieras británicas y escocesas. Royal Bank of Scotland, que había anunciado su mudanza a Londres en el caso de que triunfara el sí, repuntó el viernes el 2,46%. El grupo de capital riesgo 3i, con sede en Londres, se anotó la mayor subida del FTSE, del 3,29%, seguida de otro valor financiero, St. James Place, con un alza del 3%. La secesión habría creado una fuerte inquietud en la libra y en la deuda soberana.

Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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