Bruselas alerta del riesgo de las nuevas preferentes (los 'cocos') para reforzar a la banca
La avalancha de nuevos instrumentos que está lanzando la banca europea para capitalizarse ha puesto en guardia al supervisor europeo de los mercados. La Esma ha publicado una nota que advierte de los riesgos asociados a la inversión en bonos contingentes convertibles (denominados en la jerga financiera bonos cocos).
Las nuevas normas internacionales de regulación bancaria (Basilea III) certifican el final de las preferentes clásicas como instrumento útil para reforzar los balances de la banca. La entidades españolas las utilizaron en 2009 al emitir más de 12.000 millones de euros vendidos a particulares.
En la banca rescatada –Bankia, NCG Banco y Catalunya Banc–, una buena parte de los cerca de 400.000 clientes que compraron estos instrumentos ha sufrido pérdidas en mayor o menor medida.
La nueva normativa planetaria para regular la banca retira a las preferentes tradicionales su capacidad de computar como recursos propios. El año pasado ya perdieron parte de su eficacia, y esta quedará completamente anulada en 2022.
11,5%
fue el cupón con el que vendió Popular sus ‘cocos’ en octubre del año pasado. La elevada demanda de los grandes inversores sitúa ahora su rentabilidad en el 6,7%. Los rendimientos han caído, y la Esma cuestiona si son los adecuadas para el riesgo del producto.
5,125%
es el umbral del ratio de solvencia de un banco por debajo del que se activa la conversión de los ‘cocos’ en acciones en determinadas emisiones, como las españolas. En otras sube hasta el 8,25%.
Pero hay una alternativa que las entidades han puesto en marcha justo en 2013: los cocos, la nueva generación de preferentes que sí se contabilizan como recursos de máxima categoría o, al menos, casi de máxima categoría. Se tendrán en cuenta también en los test de estrés que el Banco Central Europeo (BCE) publicará el próximo octubre.
El core capital Tier 1, constituido por capital y reservas, debe alcanzar el 4,5% de los activos ponderados por riesgo de la entidad. Después hay otro colchón del 1,5% que puede ser cubierto por Tier 1 adicional y para este epígrafe se pueden utilizar los denominados cocos.
Para llegar al 8% total de recursos propios exigido por Basilea III, la banca tiene como posibles herramientas los bonos junior –deuda de la entidad que se sitúa en la parte baja del orden de prelación– o más cocos. En su nota, publicada el 1 de agosto, la Esma señala que el importe en circulación de este tipo de bonos en Europa ronda los 60.000 millones de euros y alerta de que “no está claro si los inversores son plenamente conscientes de los peligros de los cocos”. Se cuestiona también “si evalúan estos riesgos de manera adecuada para su valoración”.
El primer banco español en vender este tipo de producto fue BBVA. En abril del año pasado colocó 1.500 millones de dólares (unos 1.100 millones de euros) con un cupón del 9%. El caso es que la avidez de los gestores por activos de elevada rentabilidad ha elevado el precio de este tipo de híbridos y ha situado la rentabilidad muy por debajo de la inicial. Los bonos cocos que colocó el año pasado el banco que presiden Francisco González ofrecen ahora a sus compradores menos de un 6%.
La Esma duda de si los inversores saben valorar de forma adecuada los ‘cocos’
BBVA marcó el camino a Popular y Santander. Las tres entidades suman más de 5.600 millones de euros a través de tres emisiones en euros –de BBVA, Santander y Popular– y otras dos en dólares –de BBVA y Santander– que han servido para reforzar sus balances. Eso sí, la crisis desatada por Banco Espírito Santo (BES) en Portugal provocó que Popular tuviera que suspender su segunda emisión de cocos por 750 millones de euros anunciada el 10 de julio.
Las emisiones, eso sí, se han dirigido exclusivamente a inversores cualificados –con una apuesta mínima de 100.000 euros– y además la norma aprobada por Luis de Guindos en agosto de 2011 impide vender convertibles sin un tramo institucional por al menos el 50% de la emisión. La inversión mínima, además, nunca podrá ser inferior a los 25.000 euros.
La Esma, sin embargo, advierte también a los institucionales. De entrada, el nivel que activa la conversión varía de un país a otro. En algunos países se transforman en acciones si la ratio cae del 5,125%, como en España. En otros, el umbral es más elevado, de hasta el 8,25%. Cuanto más alto sea el umbral, más riesgo se asume. Adicionalmente, aunque se puedan rescatar en un plazo de cinco años desde su emisión, existe la posibilidad de que nunca se amorticen y de que en cualquier momento, sin dar ninguna explicación, se anule la remuneración.