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Fue útil mientras sirvió a todos (I). “Parole, parole, parole,…”

Se bien se decía que la tarea de un banquero central se asemejaba a un arte. Lleva unos años en los que más bien se está convirtiendo en charlatanería vacía. Tres intervenciones esta semana, dos de la presidenta de la Reserva Federal y una del gobernador del BCE, han centrado la atención del mercado.

Les ahorro los discursos. Todo se resumen en: todo va muy bien (hemos salido de la recesión, pues nuestras políticas, aunque no lo percibáis, tienen éxito) pero va mal (no nos hemos recuperado de la recesión por lo que tenemos que seguir manteniendo las políticas ultra-expansivas, ultra-exitosas, ultra-todo).

Como si algo pudiera ser dos cosas contrapuestas a la vez. Una especie de ubicuidad pero no de espacio, sino de cualidad.

La razón de todo ello es que el principal objetivo de los banqueros centrales ahora consiste en conjugar una traición a su mandato principal (protección del valor del dinero) ya que su trabajo actual que no es más que el luchar decididamente por su malversación y así lavar las malas decisiones financieras de las últimas décadas, con un “saludable” manto de inflación.

Dejémonos de palabras y pasemos definitivamente a los hechos. Si la Reserva Federal tiene realmente la intención de tratar de proteger el valor del dólar como ancla del actual sistema monetario mundial y evitar la fragmentación del modelo, solo hay un método:

  1. Abandonar definitivamente la política de tipos de interés nulos (ZIRP) y aumentar inmediatamente los tipos de interés (no mañana, el año que viene o “antes de lo que piensa el mercado”).
  2. Poner en marcha una drástica disminución del balance de la FED [1].
  3. Una auditoria seria de la magnitud real del problema de insolvencia del sector financiero americano (extensible al mundial) y un plan creíble de restructuración que involucre a gerentes, accionistas y bonistas y, solo en última instancia, a contribuyentes.

Si las autoridades estadounidense deciden poner en ejecución esta política, su economía se pararía en seco[2]: el mercado inmobiliario se desplomaría por falta de créditos asequibles para nuevas compras y por la quiebra en cadena de los hogares que no podrían hacer frente a sus pagos hipotecarios a tasas variables[3]; el consumo privado colapsaría; las quiebras de empresariales aumentarían de manera exponencial y la burbuja de Wall Street se derrumbaría.

Es decir, todo aterrizaría de manera brusca bajo el peso de sus múltiples deudas, que no han hecho más que aumentar desde el inicio de la crisis [4].

Estos acontecimientos, son inaceptables para las autoridades estadounidenses.

Jaque mate.

Así que, fuera de hablar y hablar contantemente de la necesidad de normalización monetaria, estabilización de los mercados, promesas de garantizar el valor del dólar y de simular un control absoluto de todo el sistema, etc., … no harán nada de relevancia. Solo prometer decisiones para luego posponerlas hasta que el coste de ésta estrategia, sea mayor que aceptar la realidad. A lo mejor, también estamos cerca de ese momento.

Pero eso tiene un precio:

El método tradicional de anteriores crisis, con un dólar no puesto ahora en duda, ya no es factible. Nadie va a aceptar comprar masivamente dólares “tapándose la nariz” como en otras ocasiones para salvaguardar el valor central de la divisa estadounidense en la arquitectura financiera global sin obtener a cambio de las autoridades americanas el compromiso de que lo que compran tiene un valor real ahora y en el futuro.

NOTAS:

[1] Un trabajo que, en principio, no debería resultar difícil ya que entre junio del 2012 y julio de 2014, el BCE ha reducido su balance en poco más de 1 billón € (-32,7%). En igual periodo FED lo ha aumentado en 1,5 billones $ (+52,7%).

[2] Ya puede que está sucediendo y eso tras algo tan escaso como poner en marcha una reducción del ritmo de aumento de la compras de activos (tapering) y con una leve subida de tan solo 100pb de los tipos a largo desde mayo del año pasado.

[3] Algo parecido ocurriría con los pagos de interés del estado. El gobierno americano lleva pagando alrededor de 200.000 millones $/año tanto cuando tenía una deuda de 7 billones $ (2002) como ahora que debe 17 billones $.

[4] Por mucho que los artificios contables de dividirla por un ficticiamente aumentado PIB les haga querer vendernos que se está reduciendo.

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