Retos de la financiación en Europa
El comisario francés Michel Barnier, responsable de la cartera de Mercado Interior y Servicios de la Unión Europea, cargo que cubre la regulación del sector financiero, elaboró un green paper (libro verde) que trata de recoger nuevas iniciativas sobre tres aspectos importantes como son: incentivar la oferta de financiación a largo plazo, diversificar la intermediación financiera e impulsar la inversión con un horizonte temporal a largo plazo.
CFA Institute ha elaborado una encuesta entre sus miembros europeos con el fin de plasmar sus puntos de vista sobre cuáles son los principales problemas al respecto de la financiación, por un lado, que aquella no llegue a la economía real, y, por otro, que no exista una filosofía de inversión con un horizonte temporal de más largo plazo. La encuesta recoge también cuáles serían las medidas más recomendables para incentivar la inversión a largo plazo y buscar nuevas fuentes de financiación alternativa a la bancaria.
El primero de los problemas que nos encontramos en la actualidad es que la financiación no llega a la economía real. Para un 69% de los encuestados, la nueva y más estricta regulación bancaria desincentiva la financiación de proyectos de inversión a largo plazo. El objetivo de capital respecto a los activos en balance ponderado por su riesgo con el que deben cumplir las entidades bancarias hace que se incentive el aumento de las reservas (beneficios no distribuidos) y desincentive los préstamos a un horizonte temporal mayor, pues pondera más en riesgo.
Además, el otro gran problema para que el crédito no fluya hacia la economía real es el efecto crowding out, es decir, el desvío de la financiación hacia el sector público en detrimento del privado. Y es que de los más de cuatro billones de euros que ha recibido la banca, menos de la mitad se ha movilizado hacia la economía real.
El segundo de los problemas se encuentra en la falta de inversión con un horizonte temporal de largo plazo. Uno de los agentes económicos que más proporción de sus activos destinan a inversiones a largo plazo son las compañías de seguros. Estas, junto a los planes de pensiones, se estima que cuentan con más de 13 billones de euros en inversiones de largo plazo (cifra superior al PIB del conjunto de países de la Unión Europea). Sin embargo, para un 60% de los encuestados, la nueva legislación (Solvency II) que regula los requisitos de prudencia de las entidades de seguros puede suponer un freno a estas inversiones.
Otro factor relacionado con este segundo problema es el modo de medir el performance de los fondos de inversión institucionales. Para un 70% de los encuestados, el hecho de utilizar un horizonte temporal a corto plazo para evaluar la habilidad del gestor conlleva a que sus decisiones de inversión estén condicionadas por este horizonte temporal y no uno mayor.
Para un 62% de los encuestados, entre las medidas que se proponen para incentivar la inversión a largo plazo, destaca la creación de una nueva categoría de fondos de largo plazo en la Unión Europea. Sin embargo, debería ser lo suficientemente flexible como para invertir en diferentes tipos de activos, no solo en infraestructuras, así como tener en cuenta las necesidades de liquidez del inversor, ofreciendo ventanas de liquidez para hacer el producto más interesante.
Por último, el impulso del mercado de deuda corporativa en la Unión Europea sería, en opinión del 52% de los encuestados, el canal alternativo al bancario más importante de financiación, especialmente para las pequeñas empresas. En Europa, el porcentaje de financiación que copa el sector bancario es del 85%, una cifra muy alta que ahoga al sector empresarial en tiempos como el actual. De ahí que el impulso del mercado de bonos sea una opción muy interesante como alternativa de financiación para las pymes.
Aunque algunas de las iniciativas que se recogían en el green paper ya se encuentran en vigor, otras aún están pendientes de ser aprobadas por la Comisión. La llegada de financiación a largo plazo a la economía real es una de las patas necesarias para que se pueda generar crecimiento económico en Europa. La otra es que se cumpla con el teorema fundamental financiero, es decir, que el retorno de la inversión supere al coste de financiación. Solo de esta manera se crea valor y será factible devolver los intereses y el principal a los prestamistas y la rentabilidad exigida a los accionistas. No perder de vista este teorema, como así sucedió en numerosos proyectos que generaron la crisis, devolverá lo más imprescindible en el buen funcionamiento de la conexión entre ahorradores e inversores: la confianza.
Borja Montero de Espinosa es miembro de CFA Society Spain, responsable de análisis de fondos de renta variable en BBVA Quality Funds.