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Claves sobre el presente y futuro de esta tecnología

Impresión 3D... la puerta a una nueva fabricación personalizada

Marc Torras, director general de EntresD, junto a una impresora 3D.
Marc Torras, director general de EntresD, junto a una impresora 3D.

Escayolas de plástico con ventanas para una mayor comodidad del paciente y que permiten insertar un sistema de pulsos de ultrasonido para una recuperación más rápida del tejido óseo dañado, brazos robotizados, instrumentos musicales, piezas de ingeniería, juguetes, vestidos, joyas, objetos de decoración, azucarillos, hamburguesas, prótesis, maquetas… casi todo parece poder salir ya de una impresora 3D, y no hay sector que no se sienta atraído por las infinitas posibilidades que ofrece esta tecnología. Marc Torras, director general de EntresD, empresa española pionera en la venta de estas máquinas en nuestro país, da las claves sobre el presente y el futuro de esta tecnología revolucionaria.

P. ¿En qué punto de evolución está hoy el negocio de las impresoras 3D?

R. Hay dos tipos de impresoras 3D, las de sobremesa y las industriales. Las primeras cuestan entre 500 y 3.000 euros y pueden imprimir solo plásticos. Las industriales van desde los 30.000 euros hasta el millón y pueden imprimir en casi cualquier material (acero, metales preciosos, titanio, cerámicas, textiles, azúcar...). La impresión 3D se usa desde hace años, las patentes son de los ochenta y en muchos sectores, como el de la aeronáutica, el diseño o el automóvil, hace años que viene utilizándose. Por ejemplo, Airbus y Boeing hacen muchas piezas de sus aviones mediante impresión 3D. Es una tecnología que ha evolucionado muy rápidamente en los últimos años, gracias a una bajada de costes muy importante y al progreso hecho en materiales. A medio plazo es probable que toda la inversión en I+D dé sus frutos y surja alguna tecnología nueva que mejore radicalmente los procesos, permitiendo crecimientos exponenciales.

P. ¿Dará lugar la impresión 3D a una nueva revolución industrial?

R. Si se entiende por ello que se va a dejar de fabricar en fábricas para producir lo que se necesite en las casas, hoy parece improbable. La mayoría de productos se seguirán haciendo en fábricas a menos que la tecnología cambie mucho. La impresión 3D es una tecnología complementaria a las actuales y la revolución que realmente provoca consiste en la personalización. Por ejemplo, Nike la utiliza para producir las suelas de las zapatillas de los atletas de élite: escanean el pie, estudian cómo trabaja la zapatilla cuando corren y se hace una suela adaptada al deportista. Dentro de pocos años iremos a una tienda con nuestro pie escaneado en un USB, elegiremos una zapatilla y días después la recibiremos en casa, fabricada específicamente para nosotros. En poco tiempo, el consumidor podrá elegir si prefiere producto estándar hecho por docenas en una fábrica o, por un precio un poco más elevado, contar con producto personalizado. A nivel médico, donde la personalización es muy importante, también se está utilizando la impresión 3D para producir prótesis, ayudas auditivas, aparatos dentales.

P. ¿Y qué otras ventajas tiene la fabricación mediante impresión 3D?

R. Al ser una fabricación aditiva, es decir que los objetos se fabrican mediante la sucesiva superposición de capas de material, y no extrayéndolos de un molde o pieza mayor a partir de una máquina de corte, la impresión 3D permite elaborar piezas con un ahorro de costes mucho mayor, pues solo utiliza el material necesario para el objeto. Además, esta tecnología permite desarrollar diseños imposibles por otros medios, lo que puede ser muy importante desde el punto de vista estético en sectores como el arte o la moda; consume menos energía que otras tecnologías, y podría eliminar la necesidad de tener repuestos en stock, ya que las piezas se almacenarían como archivos digitales y se imprimirían, incluso in situ, según necesidad.

Las impresoras 3D permiten fabricar objetos con formas que no permiten otras técnicas, como estas lámparas.
Las impresoras 3D permiten fabricar objetos con formas que no permiten otras técnicas, como estas lámparas.

P. ¿Dónde hay una evolución más rápida: en las impresoras industriales o en las de sobremesa? ¿Cuál tendrá un mayor impacto económico y social?

R. Veo una evolución y un impacto más rápido en las de sobremesa, pensadas para el usuario doméstico, porque por su bajo coste y calidad relativamente alta están elevando su presencia en el sector industrial. Hace pocos años las pymes que querían trabajar con prototipos para mejorar sus procesos de diseño debían trabajar con una empresa de prototipos, a 100 euros mínimo la pieza, o gastarse 100.000 euros en una impresora y formar a un técnico para utilizarla, así que pocas lo utilizaban. Hoy, por 1.500 euros tienen una impresora que puede usar cualquiera y que permite hacer prototipos por un coste de 2-3 euros la pieza. Además, si se logra que sean más atractivas y útiles para el usuario doméstico, el potencial es muy alto. No obstante, en el mercado de las impresoras industriales es donde se realizan las mayores innovaciones. Por ejemplo, Stratasys ha lanzado una impresora 3D multimaterial y multicolor, que funciona con el mismo principio básico que una impresora de tinta: mezcla tres colores y el negro para imprimir en cualquier color. Es una evolución tecnológicamente importante, pero su precio (unos 250.000 euros) hace que esté al alcance de pocos y que su impacto económico y social, de momento, sea mínimo.

P. ¿Cuánto mueve el sector desde un punto de vista económico?

R. Incluyendo impresoras de sobremesa e industriales, consumibles y servicios, se calcula que en 2013 generó 2.000 millones de dólares a nivel mundial. Las estimaciones más conservadoras (Wohlers Report) prevén 4.000 millones para 2015 y 8.000 millones para 2019, pero hay muchas variables que podrían afectar.

P. ¿Y cuáles son esos factores a tener en cuenta?

R. La apuesta de muchos gobiernos por esta tecnología es uno. El de EE UU ha invertido 1.000 millones de dólares en el NAMII, centro que se encarga de ayudar a las pymes americanas a usar la impresión 3D, y los gobiernos de China y Singapur tienen centros similares. En Europa, solo Inglaterra se mueve tímidamente en este sentido. También afectará la gran inversión de las grandes multinacionales como Airbus, Boeing, GE, Nike… que están utilizando la impresión 3D en sus procesos productivos y dedican grandes recursos a investigar cómo bajar sus costes. Y otro factor será la liquidez de que dispongan las empresas dedicadas a esta tecnología, porque al ser un sector en auge están atrayendo a muchos inversores.

P. ¿Es un sector donde las empresas pequeñas marcan el ritmo?

R. Sí, hay empresas como 3D Systems que llevan años con la impresión 3D industrial, pero son relativamente pequeñas comparadas con grandes compañías de otros sectores. La empresa que realmente cambió el mercado y atrajo el interés de los inversores fue Makerbot. Cuando a final de 2007 expiraron patentes relacionadas con la impresión 3D por adición, muchas pymes de EE UU empezaron a mejorar el proceso. Salieron las impresoras RepRap y derivados, impresoras 3D open source, que cualquiera puede producir y mejorar. Aprovechando todo eso, Makerbot se convirtió en líder en impresoras de sobremesa y, hace poco, fue comprada por Stratasys (una de las grandes del sector). ¿Qué se consiguió con todo esto? Hace cinco años, una impresora 3D personal costaba más de 15.000 euros y hoy se encuentran por poco menos de 1.000.

Zapatos fabricados con una impresora 3D.
Zapatos fabricados con una impresora 3D.

Riesgo de burbuja y de pleitos por patentes

La impresión 3D se enfrenta a dos retos importantes. Uno, la guerra de patentes, que ha aterrizado en esta industria, con pleitos como el de 3Dsystems a Formlabs o el de Stratasys a Afinia. "La mayoría son demandas que no llegan a nada, pero cierran la puerta a start-ups que, si reciben una demanda de una gran empresa, prefieren cerrar antes que afrontar los costes de un proceso judicial", dice Torras.

El otro, la posible burbuja de la impresión 3D. "Como en toda nueva tecnología que se pone de moda, se esperan muchas cosas, algunas sin fundamento, y esto provoca grandes entradas de capital que, cuando se deshinchan las expectativas, se retira de golpe, dejando a las empresas faltas de dinero". La cotización de 3D Systems refleja ese temor: desde abril de 2012 hasta el pasado enero su acción se revalorizó un 467%, pero cae en lo que va de año un 50%.

P. ¿Qué empresas son hoy las más relevantes y qué supondrá la reentrada de HP en el mercado?

R. Las compañías más fuertes a nivel mundial son Stratasys, 3D Systems, Objet, Envisiontec y Tiertime. En España, la mayoría son muy pequeñas, bien públicas o semipúblicas, como Ascamm, Aimme, RepRapBCN, y algunas más grandes privadas como EntresD, BQ y Sicnova. Ninguna es realmente importante a nivel internacional. Hasta hace poco este era un mercado poco atractivo para los grandes fabricantes de impresoras como HP, Epson o Xerox (según Wohlers, en 2012 se vendieron 35.000 impresoras 3D personales en el mundo), pero si estas empresas entran en serio será muy bueno para la industria y el consumidor porque tienen una capacidad de ampliar el mercado que nadie tiene. Para España es una gran noticia que HP tenga su centro mundial de impresión 3D en Sant Cugat (Barcelona).

P. ¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrenta la industria?

R. Uno es la lentitud de los procesos de impresión 3D. Se está trabajando para mejorarlo, pero los avances son aún poco relevantes. Los materiales son otro reto. Las impresoras asequibles para el gran público solo imprimen en plástico, reduciendo su ámbito de aplicación. El futuro está en la impresión por láser. Y, aunque hoy sus costes la dejan solo al alcance de grandes empresas, esto puede cambiar porque este año han vencido patentes clave sobre la impresión 3D por láser.

P. ¿Llegaremos a tener una impresora 3D en casa?

R. Con la actual tecnología, no. Se ha especulado mucho sobre si en un futuro próximo compraremos un producto por internet, lo descargaremos a nuestro ordenador y lo imprimiremos al momento con nuestra impresora 3D. Personalmente, lo veo muy difícil, pero si llegara a ocurrir conllevaría cambios profundos en la forma en que funciona nuestra sociedad.

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