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El aula ya no es el escenario principal

Hacia la nueva era del máster

Cambia el paso en la educación de posgrado. Las escuelas se abren a nuevos modelos y entran pisando fuerte las materias aprendidas de la recesión económica

“El futuro de la educación de posgrado ya está aquí”, afirma Alfred Vernis, director de la unidad de programas universitarios de ESADE. Lejos quedaron las épocas del aula, la pizarra y el profesor que transmitía sus conocimientos y los alumnos que se limitaban a escucharlo y a tomar apuntes. Ahora, además de eso, los estudiantes requieren de práctica, de formación dinámica y de cierta libertad que les permita desarrollar ideas o mejorar capacidades. Conocimientos de hablar en público, liderazgo o gestión de recursos humanos acompañan a las finanzas o al derecho, ya que “los trabajadores que reclama el mercado laboral son globales también en aptitudes”, añade.

“El objetivo es poner el acento en otras cosas además de, por ejemplo, unos excelentes conocimientos financieros”, señala Vernis. “Nos centramos en formar excelentes profesionales pero también buenas personas que sean capaces de mejorar cualquier empresa o institución en la que trabajen”, insiste.

Lo cierto es que el aula ya no es el escenario principal. Las escuelas deben enseñar la realidad. “Si no muestras cómo es la verdadera dinámica laboral, quizá no sirva de nada”, advierte el director de ESADE. Bajo esta premisa se desarrollan muchos cursos en combinación con prácticas o bien se trabaja desde la propia experiencia en el caso de los programas para ejecutivos. No hay que olvidar tampoco que nos dirigimos a un entorno educativo cada vez más especializado, pero a la vez con nuevas materias que atraviesan de forma trasversal cualquier programa.

Cuando Estados Unidos dejó de mandar

En Europa, las escuelas de posgrado ya no envidian lo que se hace al otro lado del charco. Además, la educación superior en nuestro país ha alcanzado niveles tan altos que son varias las instituciones que se sitúan en el top ten de los rankings internacionales en lo que a másteres se refiere. “Nosotros somos ahora el modelo”, recalca Martin Boehm, decano de Programas de IE Business School.

Para Miguel Espinosa, director general de EADA, la gestión y la estructura de las grandes escuelas americanas (Stanford y Harvard, entre otras) es “uno de tantos espejos en los que mirarse”. Además, la globalización y la irrupción de nuevos mercados, como el asiático, han robado el protagonismo al modelo educativo estadounidense.

Por otro lado, la cultura y las maneras norteamericanas quizá no casan con la educación en el Viejo Continente, donde se fomenta más el compañerismo y el trabajo en equipo frente al individualismo de EE UU o se intenta democratizar la especialización frente al elitismo norteamericano.

“Hoy día, de las nuevas escuelas nacidas en China deberíamos quedarnos con su cultura y su manera de entender la empresa y el trabajo. De Estados Unidos, su capacidad de adaptación a los cambios”, resalta Espinosa.

Desde ESADE van más allá y animan a fijarse “en otros mercados que darán mucho que hablar en los próximos años”. Perú Chile o Colombia pueden ser grandes países destino para realizar un posgrado. Pero como la tradición manda y lo cercano también, son tres instituciones europeas las que marcan (a su manera) el ritmo: IMD de Lausana (Suiza), London School of Economics y HEC en París. Eso sí, desde EOI recuerdan que “no se debería quitar el ojo a determinados lugares emblemáticos, como California, Florida, Massachusetts o Nueva York, donde el emprendimiento, la innovación y la creatividad han determinado la forma de hacer empresa”.

En las principales clases de máster de las escuelas de negocios más prestigiosas del país el profesor expone en inglés alguna o todas las lecciones empresariales. Son tantas y tan variadas las nacionalidades de los estudiantes que asisten que, además del aprendizaje propio del programa, se produce un importante enriquecimiento cultural. Esta escena se repite desde hace varios cursos en cualquier centro. Graduados asiáticos, europeos, latinoamericanos, etcétera, comparten experiencias con españoles. Todos conforman el entorno más internacional que se ha dado nunca en nuestro país en la enseñanza del posgrado.

Educación de calidad reconocida, entorno internacional y la incursión de nuevas materias que van más allá de los conceptos financieros o empresariales son algunas de las claves para las titulaciones de posgrado en la España de la crisis. La ética empresarial es la lección mejor aprendida de estos últimos años.

Casi nada es como hace una década. Ni alumnos, ni la oferta laboral, ni los profesores, ni los conocimientos. Al cambio que comenzó hace unos años se le ha sumado el periodo de recesión económica, que ha calado hondo en la gestión, en los estudiantes y en los contenidos que se imparten en las instituciones educativas, dando lugar a una nueva era en las escuelas de posgrado.

Se añaden más programas para responder a las demandas de un entorno empresarial en constante evolución. Las escuelas de negocios se amoldan a las necesidades y el clásico Master in Business Administration (MBA) comparte reinado con otros donde, además, el marketing, el entorno social y las nuevas tecnologías aplicadas son protagonistas.

Martin Boehm, decano de Programas de IE Business School, explica que “el nuevo entorno universitario (con el llamado Plan Bolonia) y la incertidumbre laboral, obligan a los jóvenes a salir al mercado mucho más formados”. La educación se alarga y las escuelas de posgrado son la mejor opción. En este caldo de cultivo se han extendido las titulaciones para alumnos sin experiencia profesional, los llamados Master in Management.

Además, aquellas titulaciones dedicadas a experimentados profesionales han cambiado sus dinámicas full time por cursos a tiempo parcial que permitan conciliar con la vida laboral. “Pocos alumnos se arriesgan a dejar un trabajo por formarse”, apunta Boehm. Antes, hacer un máster era garantía de retorno de la inversión a muy corto plazo, hoy nadie puede asegurarlo. Eso sí, el director matiza: “En estos días notamos el regreso del interés por los cursos a tiempo completo”. ¿Será esta una prueba más del final de la crisis?, se pregunta.

La internacionalización e inclusión del emprendimiento y de la ética empresarial como materias son la obligada respuesta al momento en que vivimos y los pilares del cambio de ciclo en las escuelas de negocios. Empresas globales con trabajadores globales y, por ende, formación sin fronteras. Pero también compañías que quieren ser más transparentes o profesionales con ganas de poner en práctica sus propias ideas de negocio.

La evolución continúa y el cambio se está dando por dentro y por fuera. Por ello, los centros educativos de posgrado también han tenido que amoldar su modus operandi. “Hemos variado la estrategia de captación de alumnos. La crisis nos ha hecho estar más despiertos”, comenta Miguel Espinosa, director general de la barcelonesa EADA Business School. Y confiesa que “se ha abierto la concesión de becas, la facilidad en los pagos y hemos querido implicar a más colectivos en la formación”.

Objetivos distintos

En general, las estadísticas dicen que más de la mitad de los alumnos (el 57% en EADA, por ejemplo) viene de otros países y los alumnos locales que estudian un posgrado lo hacen con objetivos y motivaciones muy distintos de los de hace varias promociones. “Antes querían ser directivos de grandes compañías, ahora muchos solo quieren poner en práctica un proyecto empresarial personal”. Así lo expone Carlos de Benito, director de Nebrija Business School.

Por su parte, Óscar del Moral, director de Postgrado y Executive Education de la escuela EOI, asegura que “la presencia de alumnos en paro es mayor”, y eso trae consigo la desvinculación con el mundo laboral. “Su objetivo ahora no solo pasa por profundizar en áreas de especialización o desarrollar competencias técnicas, sino que la institución también les ayude en nuevos rumbos y procesos vitales”, matiza el director.

Las motivaciones de los alumnos internacionales son bien distintas: calidad, precio, aprovechamiento de la cultura española o poner un pie en Europa de forma más sencilla son casi siempre las razones de elección de nuestro país. Y menos mal que hace años se empezó a atraer estudiantes internacionales, ya que han sido la salvación del sector en tiempos de crisis y más cuando la caída en el mercado español fue en picado. Gracias a esto, quién sabe si dentro de unos años también contaremos en las multinacionales de origen español con una buena hornada de directivos cuyo origen puede ser otro país, pero formados en nuestras fronteras, aventuran varios expertos.

Hay que destacar también el crecimiento de los programas online. Hace unos años pocos confiaban en que este tipo de enseñanza pudiera tener su hueco y no solo a través de titulaciones puramente a distancia, también “del desarrollo de la semipresencialidad gracias al empuje de entornos y contenidos digitales”, tal y como explican desde EOI.

Y tanto es así que en los últimos años han nacido varias escuelas con orientación y vocación puramente en la red, demostrando que es posible la educación de calidad en un entorno digital. A este carro se subió Isead, un centro de formación de posgrado online cuya sede se sitúa en Madrid pero que posee campus tanto en Miami como en Bogotá y recibe alumnos de medio mundo.

En época de crisis, el mercado necesita también dar respuesta a aquellos con necesidad de formación pero sin posibilidad de acudir a un módulo presencial. Como esta opción resulta notablemente más barata, los centros han sabido aprovechar esta circunstancia. IMF Business School, entidad colaboradora de la Universidad CEU San Pablo, apuesta claramente por los descuentos en los programas online, consiguiendo rebajas de hasta el 75%.

Ética para la excelencia

Los módulos que imparten valores y ética empresarial más allá de teoría se han hecho fijos en la inmensa mayoría de las titulaciones de posgrados. Nadie obvia la importancia de este tema. Las empresas necesitan alcanzar la excelencia también por estas vías y la única manera es impregnar a los directivos del futuro con creencias que vayan en la dirección correcta.

José Luis Fernández es catedrático de Ética Empresarial en el centro educativo ICADE. Allí, como en algunas —muy pocas— instituciones, hace muchos años que se pone interés en esta materia. Pero ha hecho falta una crisis, y algunos lamentos, para comprender que la ausencia de valores puede traer consecuencias terribles y que el daño afecta también de forma económica. “Es fundamental transmitir lo que no se debe hacer para que cale en los profesionales del futuro", recalca Fernández. Además, apunta: “Pero debe hacerse en profundidad. No dar un barniz exterior solo basado en imagen”.

El catedrático recuerda cómo hace años la asignatura que imparte suscitaba “muy poco interés entre los alumnos; era casi motivo de risa”. Sin embargo, la experiencia ha hecho ver que se trata de un tema básico “que va más allá de políticas de responsabilidad social corporativa (RSC) o marketing”. Ahora el nivel de atención es muchísimo mayor.

“En estos momentos se busca que la empresa actúe de manera consecuente en base a la responsabilidad que tiene con la sociedad”, destaca Fernández. Cualquier compañía es un ente y un agente social que debe responder a un comportamiento adecuado. Tiene unas obligaciones con el medio ambiente, con sus clientes o proveedores y ya no vale ganar dinero a cualquier precio. “Los consumidores no somos tontos y si una institución no responde, genera desconfianza”, puntualiza.

Por todo ello, no extraña que este sea uno de los puntos a tener en cuenta para formar a profesionales. La educación de posgrado debe ir más allá de la especialización, importantísima en estos días, o de los conocimientos. “Debemos impartir valores humanistas”, añade Carlos de Benito, director de Nebrija Business School. “Centrarse solo en la codicia no es formar empresarios. El aprendizaje debe ser global”, concluye De Benito.

Las lecciones

Las escuelas de negocios no somos ajenas al momento económico”. Así lo afirma Guillermo Dorronsoro, decano de Deusto Business School, quien resume en un decálogo lo aprendido de los años de crisis

- Valores. Marcan la trayectoria de una escuela. “Sin ellos, estamos perdidos”. sostiene el decano.

- Comunidad. “La clave es crear comunidades con pasión por aprender y juntarlas con personas con pasión por la enseñanza”, explica.

- Nuevas actividades y emprendimiento. La economía deberá volver a crecer desde nuevas actividades empresariales. “El emprendimiento es un bien público y hay que fomentarlo”, asevera Dorronsoro.

- Innovación e industria. El futuro pasa por la innovación al igual que por la creación de una industria del conocimiento.

- Calidad y precio. “Nuestro objetivo es ofrecer formación de calidad a precio equilibrado”, recuerda el decano de Deusto Business School, y añade: “No queremos más burbujas”.

- Múltiples disciplinas. El futuro es pluridisciplinar y las titulaciones se deben adaptar.

- Diferenciación. Cualquier escuela de negocios debe centrarse en destacar en uno o varios ámbitos.

- Internacionalización. El mundo es global y la formación también debe serlo. Es importante centrarse en la movilidad internacional y la cooperación entre centros.

- Adecuación al entorno. “Resulta básico escuchar las demandas de la sociedad para adaptarlas a la educación de los líderes empresariales el futuro”, asegura Dorronsoro. Las escuelas de negocios tienen como reto seguir actualizando la educación directiva y adecuarla a la sociedad.

- Visión de futuro. Para el decano, “a medio y largo plazo las propuestas educativas que serán sostenibles serán aquellas que incorporen visión internacional, sostenibilidad y desarrollo de valores y competencias personales”. Además, ganan puntos la atención personalizada a los participantes, el networking y los servicios de orientación profesional.

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