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Sergio Bertolucci, director científico del CERN

“La física demuestra que el conocimiento trae la paz”

“Supersimetrías y dimensiones extra son términos que no descartamos empezar a utilizar en breve” "Nuestros científicos han inventado, por ejemplo, la ‘world wide web”

Pablo Moreno

La Meca de la física de partículas no está en EE UU. Ni en Japón. Ni en China. La Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, en sus siglas francesas), instalada en la frontera entre Suiza y Francia, alberga el mayor aparato tecnológico fabricado por la humanidad: el gran colisionador de hadrones (LHC, en sus siglas inglesas), una especie de tubos superconductores construidos bajo tierra con la tecnología más puntera y que describen una circunferencia de 27 km de diámetro. Los experimentos que ahí han tenido lugar, básicamente provocando el choque de distintas partículas subatómicas a grandes velocidades, han revolucionado en más de una ocasión la física. El famoso bosón de Higgs, por ejemplo, se descubrió ahí. Sergio Bertolucci (La Spezia, Italia, 1950), el máximo responsable de las investigaciones de la madre de todos los laboratorios, advierte de que es posible que en pocos años se vuelva a poner otra vez patas arriba todo lo que sabemos si logran demostrar la validez de la teoría de las supersimetrías (según la cual cada bosón va aparejado a otro de espín contrario).

Bertolucci concede esta entrevista a CincoDías minutos antes de participar en un ciclo de conferencias organizado por la Fundación BBVA con motivo del 60 aniversario del CERN. 

Pregunta. El CERN celebra sus seis primeras décadas de vida. ¿Qué logros destacaría de esta institución?

Respuesta. La nuestra es una de esas instituciones de las que Europa debería estar muy orgullosa. Se creó justo después de la Segunda Guerra Mundial. Entonces no era fácil lograr que se sentaran en una misma mesa alemanes, franceses, italianos o españoles. Los científicos estimaron en los años cuarenta que la ciencia podía hacer de puente para salvar todas las diferencias hacia una Europa unida. En sus 60 años de historia, en el CERN han trabajado más de 100 nacionalidades diferentes. Hoy tenemos 21 países de derecho pleno, el último de ellos Israel. Durante estos años hemos tenido muchísimos debates de ciencia, pero jamás hemos hablado de religión, de política o de razas. Creo que, ante todo, el CERN es un buen ejemplo de que el conocimiento trae la paz.

“Cada euro invertido en ciencia genera 2,6”

P. ¿Cuál es la contribución de España al CERN?

R. España está muy bien representada. Tenemos más de 500 científicos, ingenieros y técnicos españoles y otros 400 pertenecientes a una treintena de institutos de investigación que colaboran con nosotros. En puestos de responsabilidad cuentan con Luis Miralles, director de infraestructuras y servicios, y José Miguel Jiménez, responsable de tecnología.

P. ¿España se ha puesto ya al corriente de los pagos?

R. Sí. Nos congratulamos de que España, a pesar de la gran crisis que azota al sur de Europa, haya decidido no reducir su aportación [cada uno de los 21 estados miembros debe contribuir al presupuesto anual del centro, de unos 600 millones de euros].

P. ¿Qué obtienen a cambio de su contribución?

R. Los estudios dicen que cada euro invertido en ciencia genera 2,6 euros. En la construcción y mantenimiento del LHC y sus experimentos participan 70 empresas españolas. Desde 1998 hasta 2012 las empresas españolas obtuvieron contratos del CERN por valor de 252 millones de euros.

P. ¿Qué adelantos científicos se han cocinado en sus laboratorios?

R. Muchísimos. Los avances que hemos hecho en física de partículas desde los años cincuenta nos han situado como el gran competidor de EE UU, y eso que la mayoría de científicos se exiliaron allí durante la Segunda Guerra Mundial. Hemos progresado mucho en física fundamental. Estamos utilizando el sincrotrón de protones, que tiene 52 años [se aprovechó su estructura para levantar el moderno LHC]. Hemos aprendido mucho sobre la interacción de protones, algo sobre la antimateria... También en la observación de corrientes de neutrones y el desarrollo del modelo estándar [el conjunto de teorías que condensan el actual conocimiento sobre las partículas fundamentales y las fuerzas]. A nivel aplicado, en 1989 uno de nuestros científicos se inventó una cosa que llamó world wide web (www). No lo patentamos, aunque nos aseguramos de que nadie pudiera cobrar por usarlo. De nuestros laboratorios también ha salido, entre otras cosas, la tomografía por emisión de positrones (PET), empleada en las máquinas que se utilizan en la investigación oncológica.

P. ¿En qué trabajan ahora?

R. El LHC lo pusimos en marcha en 2008 y alcanzará su máxima potencia en 2015: 14 teraelectronvoltios (TeV). Hasta 2015 estaremos ocupados analizando los datos obtenidos en los últimos experimentos, que nos ayudarán a comprender mejor el bosón de Higgs. La partícula que hemos encontrado hasta ahora es un bosón de Higgs, no sabemos si es el bosón de Higgs. Sabemos que la teoría del modelo estándar no explica muchas cosas. Por ejemplo, según la siguiente teoría, la de la supersimetría, podríamos encontrarnos con cinco bosones con carga en un solo átomo. Puede que el bosón que conocemos solo sea uno de ellos. Supersimetrías y dimensiones extra son términos que no descartamos empezar a usar en breve. Todo eso será posible a partir de 2015, ese va a ser un año clave. Será como pasar de un 600 a un F1.

P. ¿Y qué vendrá a continuación?

R. Todavía no hemos exprimido el LHC y ya estamos pensando en construir otro juguetito más grande [se ríe]. La próxima máquina tendrá 100 kilómetros de diámetro. Tendremos con un campo magnético potentísimo, de 100 TeV. Entre las primeras aplicaciones civiles que nos proporcionará el nuevo acelerador están los avances en magnetoterapia, utilizada en la recuperación de jugadores, o en neuroimagen magnética funcional, una herramienta importante para la neurociencia, una de las disciplinas que más avanzarán en los próximos tiempos.

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