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Columna
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Pocas opciones en Ucrania

Los gobiernos europeos reaccionaron con una unanimidad pavloviana a los violentos enfrentamientos en Kiev, la capital de Ucrania, donde murieron la semana pasada 75 personas. Alguien, en alguna parte, debe ser “sancionado”. ¿Quién? No está claro. ¿Cómo? Mucho menos. La necesidad de aparentar que se está haciendo algo –cualquier cosa– triunfará. Pero nada de lo que los europeos puedan hacer ocultará la incómoda realidad de que, por ahora, la UE y sus miembros tienen pocas opciones, ninguna de ellas muy eficaz a corto plazo.

Los ministros parecen creer que serán capaces de llegar a sanciones específicas “contra los responsables de la violencia”. Pero todavía no se han inventado drones para los conflictos políticos y económicos. Además, ¿quién debería ser considerado responsable? ¿El soldado de las fuerzas especiales cuya arma mató a un manifestante, el policía que secuestró y torturó a un periodista, el ministro que es su jefe, o más arriba, el presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich? ¿Y no debería Vladimir Putin, el presidente ruso, cuyas políticas de mano dura representan el meollo de la crisis, ser considerado responsable de lo que sucede bajo su atenta mirada?

Esto no significa que la UE deba quedarse de brazos cruzados. Si bien unas drásticas medidas económicas contra Kiev perjudicarían sobre todo la población –y obligarían a Yanukovich a atrincherarse aún más– unas sanciones limitadas y simbólicas pueden recordar a los ucranianos que Europa está de su lado. Más allá de eso, la UE se enfrenta a un arduo acto de equilibrio, mientras exista la posibilidad de que Ucrania cambie de rumbo y deje la órbita de Rusia.

Lo mejor que los europeos pueden hacer es permanecer abiertos a una amplia colaboración económica con Ucrania –tal vez mayor que la prevista originalmente– pero solo con un régimen con otras formas. Si eso aún es posible, vale la pena abstenerse de tener posturas grandilocuentes. Si, por el contrario, los líderes de la UE deciden que Yanukovich ha alcanzado un punto de no retorno, solo pueden esperar su salida y soportar durante muchos y dolorosos años una confrontación con Rusia.

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