Una Reserva Federal menos confiada
Daniel Tarullo ha dado una dura lección sobre los límites de la supervisión bancaria global. La Reserva Federal confirmó el 18 de febrero que las entidades europeas necesitarán capital diferenciado para sus operaciones en Estados Unidos, lo que podría elevar sus costes de financiación y limitar su capacidad de competir. Como resultado, la banca será menos global.
Las nuevas reglas han molestado a los bancos europeos, y que hayan pillado desprevenidas a las autoridades ha sacado de quicio a Bruselas. Las entidades alemanas, británicas y francesas se enfrentarán con límites a su capacidad de transferir capital estadounidense desde Nueva York para reforzar las debilidades de sus imperios.
Sin embargo, podría haber sido peor. Las entidades con menos de 50.000 millones de dólares en activos estadounidenses estarán exentas –lo que eximirá probablemente a Societe Generale y Credit Agricole–. Los depósitos que mantienen HSBC y BNP Paribas en sus operaciones minoristas estadounidenses implican que sus costes de financiación no subirán tanto. Los bancos no estadounidenses tendrán un año más para establecer una filial allí, y hasta 2018 para cumplir con una ratio mínima de patrimonio y activos de un 4%.
El retraso da a las entidades tiempo para adaptar sus estructuras y hacer que sus negocios en EE UU sean viables
El retraso da a las entidades más tiempo para adaptar sus estructuras, y hacer que sus negocios estadounidenses sean viables. Credit Suisse ya ha establecido una red de filiales, pero mantiene su sede de Zurich como brazo de financiación principal.
Al exigir los colchones de capital, Tarullo parece ir en contra del método por el cual el regulador anfitrión tiene poder para liquidar futuras quiebras bancarias transfronterizas. Pero es cada vez más evidente que, depender de sedes bancarias en países lejanos para que el capital haga frente a los problemas domésticos no es viable. Los cortafuegos pueden estropear la diversión de algunos bancos de inversión y poner palos en las ruedas al comercio mundial, pero la conclusión acerca de de las resoluciones bancarias –de que no pueden existir normas mundiales sin topes nacionales– se ha hecho amablemente más explícita.