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Tribuna
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Las barreras a los negocios disruptivos

Un londinense que quiera alquilar, por unos días, su casa en Camden Town, y de esa forma poder financiarse sus vacaciones en Europa, puede hacerlo sin ningún problema a través de Internet. Un mallorquín ahogado por su hipoteca, y que en verano quiera aprovechar la afluencia de turistas para alquilarla, se encontrará con muchos trámites y obligaciones legales.

Si este mismo ciudadano de Londres se desplaza a Tokio por asuntos profesionales, y desea contratar un coche con conductor durante su semana de estancia, sólo tendrá que tirar de la misma aplicación móvil que utiliza en el Reino Unido para disponer de este servicio. Sin embargo, no podrá hacer lo mismo si viaja a Madrid.

Estos son sólo algunos ejemplos de cómo los avances tecnológicos están propiciando la aparición de nuevos negocios basados en Internet y las aplicaciones móviles. De la mano de ellos, aparece una nueva generación de emprendedores tecnológicos, que está desestabilizando los modelos tradicionales y los marcos legislativos existentes.

Estos modelos de negocio tienen un perfil disruptivo en sus áreas de actividad. La digital disruption es ahora, más que nunca, una oportunidad para unos y una amenaza para otros. Las potencialidades y oportunidades que ofrecen rompen, en muchos casos, el status quo y suponen una amenaza para los operadores cómodamente asentados, desde hace años, en muchos sectores.

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan las nuevas compañías, así como los fondos o business angels que estudian invertir en las mismas, es el de las barreras regulatorias con las que deberán lidiar. Una gran idea puede, por desgracia, tener un duro choque con el BOE.

Sea en el sector turístico, en el del transporte o en el energético, la existencia de una regulación cautiva, enquistada desde hace años y adecuadamente compartimentada para no soliviantar los ánimos de unos u otros, no sólo perjudica a estos emprendedores y a los nuevos proyectos empresariales, sino que envía señales negativas al mercado y los inversores internacionales.

Los fondos de inversión tecnológicos, padres de muchas de las empresas líderes a nivel mundial, muchas vecen no tienen más remedio que descartar a nuestro país en sus planes de expansión internacional.

Y lo que es peor, nuestros emprendedores locales saben que sus ideas innovadoras y, en muchos casos, disruptivas, no tendrán futuro aquí. Son conscientes de que todas esas startups tienen más oportunidades de crecer y desarrollarse en otros países, no sólo por unas mejores condiciones de incubación del proyecto, sino porque el campo de pruebas para sus inicios va a estar mejor abonado y no encontrará tantos obstáculos regulatorios.

Los que trabajamos en el asesoramiento institucional y los public affairs sabemos lo difícil que es romper estas barreras regulatorias, que en el caso español se complican todavía más por el reparto de competencias entre los distintos niveles de la Administración.

Esta dinámica está provocando la movilización de los distintos operadores que actúan en estos sectores, tanto los nuevos entrantes como los operadores tradicionales, que necesitan activar sus estrategias institucionales y acciones de lobby, para trasladar a los decisores políticos y regulatorios los mensajes clave.

En tiempos como los actuales, en los que toda inversión suma y ayuda a recuperar la confianza y levantar la economía, se deben enviar, a los inversores internacionales y a los emprendedores locales, señales en la buena dirección. Es necesario ser flexibles y acomodar la legislación y normativa sectorial a los cambios tecnológicos, que están modificando, de una forma vertiginosa, el comportamiento y los hábitos de los consumidores.

La legislación y normativa del siglo pasado no puede regular las relaciones económicas de sectores basados en la tecnología, Internet u otros catalizadores de la innovación.

Por ello, si eres emprendedor, asegúrate, antes de vender tu proyecto a un fondo de inversión, de que la regulación no supone un obstáculo, o que, si es así, cuentas con una estrategia institucional para promover su adaptación a los nuevos tiempos. Puede que tu actividad, por pequeña que parezca, levante ampollas y necesites cambios normativos incluso para empezar a caminar.

Javier Valiente es socio director de Political Intelligence

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