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Editorial

Otra vuelta de tuerca a la ley laboral

Las recomendaciones dirigidas al Gobierno para que profundice y complete la reforma laboral se han convertido en una constante. Si en el mes de junio era el Banco de España el que instaba al Ejecutivo a dar “una vuelta de tuerca” a la flexibilización del mercado de trabajo, ayer fue la OCDE la que insistió –por segunda vez en este año– en la necesidad de ahondar más en la reforma. También la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE) se han pronunciado al respecto, con un discurso cuyo mensaje, en esencia, es el mismo. España ha realizado un formidable esfuerzo al reformar, abaratar y flexibilizar el marco de sus relaciones laborales, pero ese esfuerzo debe completarse con nuevas modificaciones que optimicen el mercado de trabajo e impulsen el crecimiento económico.

En el diagnóstico ofrecido ayer, la OCDE es meridianamente clara. Después de elogiar el trabajo realizado hasta el momento –se ha conseguido más flexibilidad interna en las empresas, se ha reducido el coste del despido, se ha obtenido una moderación salarial y un aumento de contratación indefinida–, el organismo sugiere que España debe abaratar más las indemnizaciones, acabar con las nulidades por defecto de forma en los despidos colectivos, reformar los servicios de búsqueda de empleo para hacerlos más operativos y ampliar el periodo de prueba en los contratos. Como reconoce el propio informe, esos consejos no son vinculantes –conviene recordar que el organismo ha errado en más de un diagnóstico a lo largo de esta crisis–, pero todos ellos son razonables y conviene prestarles atención. Más aún cuando se sitúan en la línea de las instituciones europeas, las cuales insisten en que los deberes de España en materia laboral restan de estar completos.

En cualquier caso, estos toques de atención no constituyen, ni mucho menos, sorpresas inesperadas. El Gobierno que preside Mariano Rajoy ha anunciado ya una nueva modificación de la legislación laboral –fundamentalmente para clarificar y simplificar los contratos– que resulta urgente poner cuanto antes en marcha. Casi dos años después de la aprobación del grueso de la polémica reforma laboral estamos en un momento óptimo para valorar sus resultados y para corregir las deficiencias e ineficiencias que contenga el texto. Los retoques efectuados en julio de 2012 y en agosto de este año deben ir seguidos de otra serie de medidas que contribuyan a descongelar el mercado de trabajo y hacerlo más eficiente y flexible. Esa tarea no puede demorarse porque resulta fundamental como pilar de apoyo de la actividad económica. Si 2014 se perfila como el año del retorno al crecimiento para España, ello tiene que reflejarse necesariamente y cuanto antes en el empleo.

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