La edad revoluciona el ahorro
Es la generación de consumidores más rica y con más poder que ha conocido la Tierra. Los hijos del baby boom (nacidos entre 1957 y 1977) controlan las finanzas del planeta. El 70% de toda la renta disponible en Estados Unidos se encuentra en manos de los mayores de 50 años y el 56% de la riqueza de la eurozona pertenece a personas con más de 55 años, según Naciones Unidas. En total, en 2020, dentro de muy poco, esta generación tendrá una capacidad adquisitiva de 10,89 billones de euros. Es una cantidad tan ingente de dinero que resulta imposible que pase desapercibida para la industria financiera. “La demografía es el factor que determinará el futuro de la economía mundial”, avisa Nicky Stafford, codirectora del Global Demographics Fund, un producto que invierte en tendencias demográficas comercializado por la gestora Fidelity.
En España todavía no hay un cálculo de lo que mueve esta generación del baby boom, pero sí existe una proyección de cómo será demográficamente. En 2052, el 37% de la población tendrá más de 65 años, acorde con las estimaciones del Instituto Nacional de Estadística. ¿Esa fecha les parece lejana? Acortémosla tres décadas. En 2023, dentro solo de diez años, los mayores representarán el 22%. Para entonces, 9,7 millones de españoles cumplirán más de 64 años. Miramos a los ojos a una generación con necesidades financieras distintas, ya que su esperanza de vida será superior. Lo paradójico es que la industria empieza a hacerles caso ahora. Para algunos analistas llega tarde.
Hasta el momento, los dos grandes, y casi únicos, productos pensados solo para este segmento han sido los planes de pensiones y las hipotecas inversas (permiten a los mayores de 65 años cambiar su piso por una renta periódica y continuar viviendo en la casa hasta el final de sus días). Si bien los planes no terminan de encontrar su lugar en el mundo, las hipotecas han fracasado directamente. La justificación, como apunta Luis Corral, consejero delegado de Foro Consultores, es que se trata de “un instrumento poco flexible en un momento de la vida en el que resulta necesario serlo”.
¿Y los planes de pensiones? Durante décadas han sido el genérico para los mayores y, pese a ello, crean muchas dudas. Los planes de pensiones individuales, critica José Antonio Herce, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI), tienen una comisión media de gestión del 1,5% anual. “Si pensamos que el periodo común de inversión es de unos 30 años, al final representa un bocado muy importante a la rentabilidad”, advierte el experto.
Sumar planes de pensiones y fondos de inversión entraña pocos riesgos
Los bancos más innovadores, como Bankinter, reconocen que pronto lanzarán productos específicos para esos cerca de diez millones de clientes potenciales. Y en una industria tan competitiva como la bancaria en cuanto una entidad mueva ficha, el resto le seguirá. En principio ya hay algunas pistas de la carpintería de esos instrumentos. Podrían ser, por ejemplo, una evolución de fondos de inversión que distribuyen dividendos o rentas vitalicias. O todo lo contrario. “Nuestra propuesta se basa en la construcción de carteras diversificadas que optimicen la relación entre la rentabilidad y el riesgo, si bien los enfoques más arriesgados se irán reduciendo según avanza la edad”, reflexiona Santiago García, responsable de productos de inversión de Citi.
Aunque ya se sabe que el tiempo es relativo y no transcurre igual para todos. “Vamos a vivir más y como tendremos más años para invertir nuestro ahorro podremos asumir un mayor riesgo”, vaticina José Miguel Maté, miembro de la junta directiva de la asociación especializada en planificación financiera EFPA. ¿Interesante? Pues la gestora Pictet tiene una lectura opuesta: “Con 65 años, ese inversor carece de flexibilidad y tiene menos tiempo para recuperarse de un mal comportamiento de sus inversiones. Esto supone evitar, al menos en parte, las acciones e incrementar el peso de los bonos”.
Con interpretaciones tan distintas, resulta difícil diseñar ese retrato robot del producto adecuado para la tercera edad. Su imagen, por momentos, se difumina. “Aunque si tuviera que escoger una sola fotografía, ese instrumento ideal debe contar con flexibilidad para elegir y diseñar la prestación en el futuro, ya sea en forma de capital o de rentas y ya sean estas constantes o decrecientes a medida que pasan los años”, admite Javier Urones, analista de la casa de Bolsa XTB. Y añade: “También hay que incorporar beneficios fiscales cada vez que se aporte dinero y facilidad para disponer, en determinados casos, del capital”.
Explicaba el director de cine sueco Igmar Berman, quien siguió rodando hasta los 85 años, que “envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre y la vista más amplia y serena”. Esa amplitud, en la industria financiera, se llama arquitectura abierta. Supone que la entidad no intenta colocar al cliente sus propios productos sino, simplemente, los mejores. Aunque procedan de la competencia. Así lo entienden en Deutsche Bank. “Para alguien en torno a la jubilación recomendamos instrumentos flexibles, que se adapten al perfil del mercado y que tengan dos objetivos: mantener el patrimonio y superar algo la inflación. Y desde luego no exponernos a riesgos elevados”, aconseja Wolfgang Kania, responsable de planes de pensiones de la entidad alemana. El experto se inclina por la suma de dichos planes (hay unos 2.800 donde elegir en España) y fondos de inversión. En esta última categoría, Antonio Salido, director de marketing de Fidelity, lleva al diálogo los target funds. Son fondos que tienen un vencimiento a largo plazo y a medida que nos acercamos a esa fecha la renta fija (seguridad) va sustituyendo a la variable (riesgo). “Es la fórmula para obtener la mayor ganancia posible”, sostiene el analista.
En los últimos años —tal vez por el escándalo de las preferentes— para la población de edad avanzada constantemente se ha pintado la misma rayuela: planes de pensiones, fondos monetarios (garantizados), renta vitalicia y planes de previsión asegurados (PPA). Hablamos de productos muy conservadores.
Ahora bien, de entre todos, parece que los planes asegurados ganan peso. Son instrumentos de ahorro que garantizan una retribución fija mensual, y hay propuestas muy variadas. J