Guerras y guerrillas en la Agencia Tributaria
Todos los bandos coinciden en un punto: la imagen de la organización se ha deteriorado Los inspectores creen que el exceso de cargos de confianza fomenta este tipo de conflictos
El caso Cemex, que acabó con el cese de una inspectora de Hacienda y la dimisión de su superior, ha evidenciado una fractura interna entre el personal de la Agencia Tributaria y la existencia de grupos enfrentados en el seno de la organización. Solo existe unanimidad en que este episodio ha dañado la imagen de la Agencia Tributaria. La crisis estalló la semana pasada, cuando la directiva de la Agencia Tributaria destituyó a Dolores Linares, jefa adjunta de Control Tributario y Aduanero. Su relevo se produjo después de que la inspectora rechazara un recurso de la empresa Cemex contra una sanción millonaria. Inmediatamente surgieron rumores acerca de un probable trato de favor hacia la cementera que respondería a injerencias políticas. La Organización de Inspectores de Hacienda dejó entrever en un comunicado interno que la destitución podría deberse a motivos que no fueran estrictamente profesionales, aunque posteriormente rechazó posibles intromisiones políticas.
Llama especialmente la atención el silencio de los afectados. Linares ha rehusado ofrecer una versión de lo sucedido y su superior, Ignacio Ucelay, que dimitió tras el relevo de su subordinada, ha seguido el mismo camino. Unas fuentes aseguran que esa actitud responde al temor a posibles represalias. Otras niegan esa posibilidad y defienden que los protagonistas directos de esta historia no quieren alzar la voz para evitar que se instrumentalice su caso por grupos internos que persiguen desacreditar a la cúpula directiva del organismo dirigido desde mayo de 2012 por Santiago Menéndez. Esas mismas fuentes argumentan que se produjo un error de coordinación que llevó a Linares a rechazar las alegaciones de Cemex cuando los máximos responsables de la Delegación de Grandes Contribuyentes ya había decidido estudiar con mayor detenimiento el expediente, que probablemente será recurrido por la empresa ante los tribunales. Incluso aceptando esa interpretación, compañeros de la inspectora aseguran que no cometió un “pecado” suficientemente grave para justificar la destitución. En cualquier caso, el cargo de Linares es de libre designación y, por ello, su relevo no requiere de explicaciones más allá de notificar la pérdida de confianza.
Llama especialmente la atención el silencio de los dos funcionarios afectados por el caso
Funcionarios de la Agencia Tributaria que no se posicionan en ningún bando aseguran que la politización y la creación de facciones en el seno de la Agencia Tributaria se explican en buena parte por los relevos que se producen cuando llega un nuevo Gobierno en cargos que son totalmente técnicos. Sin embargo, esas divisiones en muchas ocasiones responden más a lealtades y desafecciones personales o al afán legítimo de escalar en el escalafón que a afinidades ideológicas. José María Peláez, inspector de Hacienda, escribió en este periódico el pasado mes de agosto que, desde enero de 2012, se han producido en la Agencia Tributaria más de 310 ceses. “Esta última situación se debe a que más de la mitad de los puestos de trabajo que los inspectores de Hacienda ocupamos en la Agencia Tributaria son de libre designación”, defendió. Los destituidos quedan relegados en otras dependencias, con menos responsabilidades y motivación para realizar su labor.
Para poner coto a esta situación, la Organización de Inspectores de Hacienda del Estado reclama limitar los cargos de libre designación y defiende que los candidatos de perfil técnico sean escogidos por concurso. Los funcionarios de la Agencia Tributaria entienden que el sistema vigente incentiva la proliferación de bandos y guerrillas dentro de una organización que tiene como principal misión recaudar el dinero que sustenta los servicios públicos y evitar el fraude tributario. El caso Cemex es uno más de los episodios que han puesto en entredicho la imagen de profesionalidad que la Agencia Tributaria intenta trasladar a un contribuyente cuya única certeza es que hoy paga más impuestos que ayer.