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Los expertos creen que este bajo nivel de precios es coyuntural y lo vinculan al ajuste salarial

IPC negativo: ¿Hay riesgo real de deflación?

Los economistas coinciden que el IPC está muy influido por las subidas de impuestos Las previsiones apuntan que la inflación terminará el año por debajo del 0,5%

Raquel Díaz Guijarro

La Real Academia de la Lengua define deflación como el “descenso del nivel de precios debido, generalmente, a una fase de depresión económica o a otras causas”. Los economistas van más lejos y puntualizan que solo se puede hablar de este fenómeno cuando la rebaja de precios es generalizada y se prolonga en el tiempo. Conclusión: España, cuya tasa general del Índice de Precios de Consumo (IPC) se situó en octubre en el -0,1% por primera vez en cuatro años, no está en deflación.

¿Por qué? Primero porque no hay descensos generalizados. De las 126 subclases de productos en las que se divide el IPC, que es su máximo nivel de detalle, solo 41 presentan tasas negativas o, lo que es lo mismo, una de cada tres. Segundo, ahora falta saber cuánto tiempo se mantendrán estos niveles. En 2009, el IPC registró durante ocho meses tasas negativas y entonces ni los expertos ni el Ejecutivo hablaron de deflación.

Pero es que además, los expertos insisten. “El IPC es uno de los indicadores que mide la evolución de los precios de consumo, pero no es el único que cuantifica realmente la inflación. El más real es el deflactor del PIB, ya que contiene también lo ocurrido con otros costes, como los laborales o los precios de importación y exportación”, explica José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España.

Pros y contras

¿Cómo ha llegado España a pasar de mantener casi por sistema un diferencial de precios con la media de la zona euro de un 1% o más a registrar tasas negativas? Pues en este caso, de nuevo los expertos hablan de “evolución lógica”. Cuando irrumpió la crisis, la economía española adolecía de fuertes desequilibrios. Uno de los más criticados, el elevadísimo endeudamiento público, pero sobre todo el privado de empresas y familias. Sin embargo, otro de los elementos que más preocupaba entonces era la pérdida de competitividad que había acusado España precisamente por esa elevada inflación durante tanto años de crecimiento de la actividad.

Lo que producía España era más caro que lo fabricado por muchos de sus principales competidores y si la solución al desplome del consumo interno era exportar, había que recomponer ese diferencial de precios con urgencia. Se trataba, por tanto, de ser más productivo y eso las empresas lo entendieron enseguida, el problema es cómo acometieron el proceso.

En opinión, de Martínez Campuzano el ajuste se hizo íntegramente vía cantidad, es decir, reduciendo empleo y salarios, lo que explica que se haya pasado en estos casi seis años de una tasa de paro del 7% al 26%. “Digamos que se actuó sobre la que los economistas llamamos productividad mala, porque se logró aumentar ajustando casi en exclusiva el denominador de la ratio crecimiento versus empleo, pero es cierto que se trataba de una situación de supervivencia para muchas empresas”, recuerda el estratega de Citi en España

La otra opción era actuar sobre la producción, intentar aumentar la actividad y eso sin tocar el empleo solo se consigue con más inversión y más gasto en innovación, entre otras medidas. Esta sería la llamada productividad buena.

El director de Coyuntura y Estadísticas de Funcas, Angel Laborda, es quien recuerda que después de ese dramático ajuste salarial y de empleo que se ha producido en los últimos años, “los precios finales de los productos y servicios tenían que acompañar a ese proceso de moderación de costes. Solo así puede recomponerse el consumo”.

Por lo tanto, parece consensuado que haber llegado a un IPC en octubre del -0,1% es meramente coyuntural y que lo normal es que superado el efecto de la subida de impuestos, muchos productos ahora en negativo retornen a los leves aumentos, amén de lo que ocurra con el petróleo, siempre volátil, y los precios de la energía.

Parece claro que este año la inflación terminará por debajo del 0,5% y para 2014 las estimaciones oscilan entre el 0,7% y el 1,1%. Ahora bien ¿es positivo o negativo que el IPC se instale en esas tasas tan moderadas? Aquí es donde se atisba alguna discrepancia entre las fuentes consultadas. Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor Business School, cree que, sin duda, un periodo prolongado de inflación muy baja o desinflación no sería bueno para España. “Se entra en una dinámica muy negativa, la gente es menos rica y las empresas frenan su actividad. No debemos caer en el caso de Japón. Yo creo que se han puesto los pilares para que eso no ocurra, como son algunas de las reformas estructurales aprobadas”.

Martínez Campuzano insiste en que tan malo es tener un exceso de inflación, como niveles de precios demasiado bajos. “La inflación para la economía es como la sangre en el cuerpo humano, si no hay suficiente, se paraliza”, añade. Mantener ciertos niveles de precios no solo anima la expectativa para invertir, sino que atrae capitales y diluye el peso de la deuda, sostiene. Sin embargo, Laborda recuerda que para ganar competitividad es crucial tener bajo control precios y salarios a la vez. “Además, España no está sola, forma parte del euro”, añade el analista de Funcas.

Alimentos, educación, transporte y comunicaciones, entre lo que más cae

El Instituto Nacional de Estadística (INE) ratificó ayer que el Índice de Precios de Consumo (IPC) aumentó en octubre un 0,4% respecto a septiembre y recortó cuatro décimas su tasa interanual, hasta marcar un desconocido -0,1%, la primera tasa negativa en cuatro años, concretamente desde octubre de 2009.

Aunque ya desde que el INE publicó el dato adelantado hace dos semanas el Gobierno trató de desterrar el término deflación, ayer volvió a insistir en que esta tasa negativa es algo puntual. Lo que sí es destacable es que en octubre se experimentaron descensos interanuales de precios en muchos de los grupos que componen el indicador: alimentos, enseñanza, otros bienes y servicios, transporte, ocio y cultura y comunicaciones, entre otros.

Además, el IPC interanual ya se mantuvo ocho meses consecutivos en negativo entre marzo y octubre de 2009 y el Gobierno de entonces, liderado por José Luis Rodríguez Zapatero, rechazó que la economía española estuviera viviendo una situación de deflación.

Con la caída de octubre, el IPC interanual encadena cuatro meses consecutivos de descensos. Desde junio, cuando empezaron a caer los precios en España, el IPC se ha reducido en más de dos puntos, con un fuerte descenso en septiembre (de 1,2 puntos) por el llamado efecto escalón de la subida del IVA aplicada el año pasado. Según destacó Estadística, en tasa mensual (octubre sobre septiembre), los precios registraron durante el décimo mes del año un repunte del 0,4%. El repunte mensual de octubre es la mitad del experimentado en el mismo mes de 2012 (+0,8%) y contrasta con el descenso del 0,2% registrado en septiembre pasado.

Por su parte, el Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) se situó en octubre en el 0,0% en tasa interanual, cinco décimas por debajo del dato de septiembre y su menor tasa desde octubre de 2009, mientras que la inflación subyacente, aquella que no incluye los precios de los productos energéticos ni de los alimentos no elaborados, disminuyó seis décimas, hasta el 0,2%.

Igualmente, en el mes de octubre, el IPC a impuestos constantes (IPC-IC) se situó en el -0,2%, una décima por debajo del IPC general, mientras que su evolución mensual fue del 0,4%. Los alimentos fueron uno de los grupos que más influencia tuvieron en el retroceso del IPC interanual, con un descenso de su tasa de casi un punto, hasta el 1,6%, que se ha debido especialmente al abaratamiento de las frutas frescas, los aceites, las patatas y las legumbres y hortalizas frescas.

Otro grupo que destacó por su repercusión en la inflación interanual fue el de la enseñanza, cuya variación disminuyó casi ocho puntos.

Sobre la firma

Raquel Díaz Guijarro
Es jefa de Empresas en Cinco Días. Especializada en economía (inmobiliario e infraestructuras). Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en Cinco Días. Previamente trabajó en Antena 3 Radio, El Boletín, El Economista y fue directora de Comunicación de Adif de 2018 a 2022. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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