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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cambio de paradigma

La agenda mundial tiene problemas que no admiten espera porque sus efectos son letales, particularmente para los niños y las madres. Hay 842 millones de personas con hambre y 900 millones sin agua potable. Mueren 10.000 niños por día, por desnutrición e ingerir agua contaminada. Save The Children estima que cada 15 segundos fallece un niño por carecer de agua potable. Un reciente estudio en la prestigiosa The Lancet muestra que la desnutrición lleva a que el niño vaya perdiendo la capacidad misma de metabolizar los alimentos. Ambas carencias, agua y alimentos, llevan a 800.000 muertes anuales por diarrea infantil.

No hay justificación posible con las tecnologías disponibles actualmente. El Comité Mundial de Seguridad Alimentaria estima que el mundo está produciendo alimentos para 9.000 millones de personas, un 20% más que su población. El tema del hambre no es un tema solo de producción, sino de acceso. Junto a ello hay 2.600 millones sin una instalación sanitaria, y 1.400 millones sin energía eléctrica.

Se realizó recientemente (del 14 al 16 de octubre de 2013, en Buenos Aires) el I Congreso Internacional de Responsabilidad Social (4.600 participantes de más de 40 países), que convocó a los principales actores públicos y privados a asumir responsabilidades frente a estos desafíos impostergables. Juan José Almagro, presidente dela Asociación de Directivos de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de España, lo calificó como “un evento sin precedentes por su representatividad y calidad”.

Se exigió a las políticas públicas desempeñar a fondo su rol esencial para asegurar los derechos de todos a los bienes básicos, pero se puso un especial énfasis en la RSC. Las empresas deben ir más allá de los diseños convencionales de RSC, y profundizar la creación de valor social que pueda aportar a los apremiantes problemas antes planteados.

Así, en industrias claves para la población, como la alimentaria, organismos como la Organización Mundial de la Salud y la FAO vienen reclamando que la RSC implique replantear el tema de los productos que contribuyen a la generación de obesidad e intensificar en cambio la búsqueda de productos de alto valor nutricional.

Las posibilidades de convertirla RSC en soluciones concretas que hagan cambios de fondo en la vida de millones son amplísimas. Se requiere cambiar el paradigma y pasar definitivamente de la RSC como una estrategia de marketing a su visión como una política corporativa de fondo de compromiso activo con la construcción de un desarrollo sostenible e inclusivo.

Presidente académico del I Congreso Internacional de Responsabilidad Social

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