El profundo agujero de los Donuts
Salarios del equipo directivo de 500.000, 400.000, 300.000 euros al año. Una flota de 28 coches de lujo en renting y entre otras cosas, una estructura salarial aguas abajo de la plantilla, heredada de los tiempos del boom, que no ha resistido la presión ni de la crisis, ni la de las marcas blancas. Al igual que ocurre con Pescanova, marcas anteriormente admiradas y envidiadas como Panrico y sus mascarones de proa (Donuts, Bollycao, Donettes, La Bella Easo) se derriten y parecen evaporarse como gigantes de barro.
Cuentan los que conocen al consejero delegado de Panrico, Carlos Gila, y trabajan con él que los días antes de anunciar de forma salvaje que dejaba de pagar las nóminas a 4.000 trabajadores de la compañía, repetía a todo el que le quería escuchar “me ha tocado, qué le vamos a hacer. Ahora todo el mundo, directivos y trabajadores, tienen que enterarse de que Panrico tiene un problema muy serio. Lo llevo diciendo muchos meses en el consejo. Y es la hora de alarmar”.
El 45% de los ingresos por ventas destina Panrico a pagar sus costes salariales. La misma ratio en compañías competidoras no supera el 15%
Es cuestionable la utilidad de tanta brusquedad, pero sin duda el mensaje de alarma ha llegado claro a todos los rincones de la empresa y a toda la sociedad. Nadie parece quedarse indiferente cuando oye que Donuts pretende despedir a 2.000 trabajadores (el 50% de la plantilla) y deja de pagar los sueldos sin solución de continuidad aparente. “¿Donuts? Imposible, pero si es un pedazo de marca”. Y es verdad que lo es, posiblemente el único caso en España en el que una empresa, Panrico, tiene en propiedad la denominación de lo que es un genérico en todo el mundo.
“No nos creemos ni a Oaktree ni a su estratega”
En Panrico todo el mundo tiene que apretarse el cinturón. Lo harán los directivos, seguro, y los trabajadores. Quienes no lo harán serán las filiales de Canarias y Portugal. “Van como un tiro, supieron ajustarse. Es el modelo que hay que seguir en el resto”, explican medios cercanos a la empresa, que intentan desactivar las duras cargas de profundidad lanzadas durante las últimas semanas. “Al final no serán 2.000 despidos ni un recorte salarial del 45%. Pero para que no sea así, todas las partes tendrán que mentalizarse y resolver la situación en 4 ó 5 semanas”.
De momento de la decisión de pagar 500.000 euros de las nóminas se beneficiarán 3.800 trabajadores. El gesto, servirá para aliviar el enorme enfado sindical que destilan los comunicados de las secciones sindicales de UGT y CCOO en la empresa.
El último, del pasado viernes, enseñaba mucho de esa tensión. “El plan que Oaktree tiene para nuestro futuro y para su propiedad, no es creíble. No arriesga nada. Nuestra disposición es total a encontrar soluciones, pero nos preocupa la verdadera intención de Oaktree y su hombre en nuestra empresa. Creemos y no es descartable, que el preconcurso no se haya presentado para proteger los activos de la compañía, quizás se haya hecho para proteger la estrategia de la propiedad. Queremos explicaciones. Como por ejemplo; dónde están los 16 millones que había en la caja a 30 de junio, a qué se han destinado los 85 millones de la venta de Artiach, por qué Oaktree no cumple con su compromiso de aportar los 149 millones cuando se quedó con el 100% de nuestra empresa”, afirman los sindicatos.
Pero dejando de lado, que sin duda las hay, responsabilidades de gestores anteriores y la ambición del capital riesgo obsesionado por la rentabilidad a corto plazo, y que encontraron en Panrico un terreno más que abonado para sus prácticas de burbuja. Dejando todo eso de lado, y es mucho dejar, ¿cuál es el problema acuciante de la empresa? ¿Dónde tiene Donuts el agujero?
1.800 personas componen la red de distribución de Panrico. Compañías similares con un alto grado de capilaridad cuentan con redes de 500 u 800 trabajadores.
La empresa no tiene atada al cuello una piedra descomunal en forma de deuda al estiloPescanova. No tiene deudas con la Seguridad Social y sus problemas con los proveedores son asumibles. El problema real, el profundo agujero que tiene cercado a Donuts y Bollycao, es una estructura de costes tan brutal que ella sola drena la liquidez que generan las marcas y ha logrado extenuar el negocio. Una estructura de costes que se adivina en la punta del iceberg de salarios de lujo y coches de pasarela en los que se paseaban hasta ahora los directivos. “Aunque ya no”, explican los próximos a Carlos Gila. “Es lo primero que ha eliminado”.
Baste un dato para ilustrarlo, manejado por la empresa en las tensas reuniones que ha mantenido con los sindicatos. En torno al 45% de la venta neta de la compañía se utiliza para pagar nóminas y autónomos. Un nivel insostenible, aseguran en medios cercanos a la empresa, para una compañía industrial como Panrico, que también debe hacer frente a precios crecientes de materia prima, packaging y publicidad que la colocan en desventaja con las marcas blancas que le arañan mercado.
Un total de 28 coches de lujo tenía a su disposición el equipo directivo de Panrico, que cobraba sueldos desorbitados para el nivel de pérdidas que generaba la empresa.
La gran distribución llega a vender sus rosquillas (lo que se conoce con el genérico donuts en todo el mundo) por un euro y Panrico no puede hacer lo mismo con sus Donuts por menos de tres. En comparación, las compañías competidoras tienen una ratio de coste de ventas sobre ingresos netos de explotación de aproximadamente el 15%.
De hecho, la firma ha puesto encima de la mesa de las conversaciones preliminares que mantiene con el comité de empresa un dato espeluznante. Su actividad comercial diaria en su situación actual le genera unas pérdidas de 150.000 euros al día.
Entre sus costes operativos una parte nada pequeña se la lleva una red de distribución que pasa por ser una de las más armadas de España. Nada menos que 1.800 repartidores se encargan de llevar Donuts del día a tiendas de chinos, panaderías, supermercados, cafeterías e hipermercados. La empresa ha dicho en la mesa de negociación, según ha podido saber Cinco Días, que Bimbo hace lo mismo con 300 personas y Leche Pascual con 800. El equipo de Gila ilustra la sobredimensión con un dato; las redes de distribución comparables necesitan un coordinador por cada 25 repartidores. En Panrico esta ratio es de uno por cada diez.