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La innovación después de la innovación

Hace alrededor de un año, conversamos con Carlos Magro (@c_magro) sobre la innovación en el ámbito educativo. Hoy, sigue siendo uno de los posts más leídos y más compartidos. Me alegra porque sus ideas son frescas y nos recuerda la necesidad de renovar e innovar todos los días. Ya nos explicó qué es la innovación ("innovar debe ser algo más que cambiar, debería llevarnos a un cambio diferencial, un cambio que aporte valor, que sea disruptivo, que solucione problemas concretos, que resuelva situaciones injustas.") y ahora vamos un poco más allá: la innovación después de la innovación.

Tú hablas de innovación después de la innovación. ¿Qué es esto?

Pues en realidad me refiero a algo muy poco innovador, si me permites la aparente contradicción. Lo que propongo es que abandonemos el término Innovación con mayúsculas y le despojemos de su carácter mítico, heroico, transformador, absoluto, inevitable y casi obligatorio.

Hemos dedicado demasiado tiempo a diseñar conceptos e ideas que ocupan demasiado y resuelven poco. El propio Clayton Christensen habla ya de innovación híbrida más que de disrupción. No se trata de invalidarlo. Se trata de poner el concepto en cuarentena, de cuestionarlo un tiempo, para después recuperarlo pero ya no como algo que sólo pueden hacer unos pocos y en lugares concretos, no como algo abstracto y desprovisto de cuerpo sino como algo real, encarnado, concreto, situado y contextualizado, como aquello que hacen cada día muchas personas y muchos profesionales para resolver problemas y mejorar procesos.

Así la innovación después de la innovación sería lo que nos queda después de este proceso de expansión y ampliación. Sería la innovación producida por los olvidados, los que nos tienen voz, los privados de la palabra. Lo que propongo es que la adjetivemos para descargarla de su halo intocable y pasemos a hablar de innovación mínima, de innovación real, de micro-innovación, de innovación amateur, de innovación invisible (Nirmalya Kumar, John Hagel, John Seely Brown), innovación modesta o de la innovación que surge en los márgenes, la innovación marginal. Una innovación que no da nada por supuesto, no reclama grandes inversiones, ni espera reconocimientos. Una innovación que resulta de la suma de muchas pequeñas innovaciones, del trabajo continúo de muchos. Se trataría de recuperar aquellas historias que narran lo pequeño y que nos muestran como modificaciones minúsculas llevan a grandes cambios.

¿Cuáles son las nuevas rutas de la innovación?

Es un mapa complejo, reticular, descentralizado y desjerarquizado. Un mapa con múltiples preguntas y variadas respuestas. Casi prefiero la metáfora del atlas que conecta territorios y rutas tradicionalmente separadas.

Ese atlas nos mostraría que hay innovación en las grandes instituciones educativas como Harvard y en los grandes ecosistemas como Silicon Valley pero que también hay mucha innovación marginal, realizada en las pequeñas escuelas y en lugares remotos. Que hay innovación que surge en los centros pero también hay mucha innovación en las periferias y en los suburbios, como señaló hace unos años Charles Leadbeater. Un atlas que reconoce la riqueza de las redes (Yochai Benkler). Que pone en evidencia que hay innovación hecha por profesionales de la innovación pero que también hay mucha innovación amateur. Y que ambas pueden y deben coexistir simultáneamente.

Siempre ha habido innovación fuera del sistema. Siempre ha habido aprendizaje informal, marginal e invisible (Cobo & Moravec) y diferentes de enseñar y de aprender, pero la diferencia es que ahora la tecnología nos ayuda a visibilizar lo marginal, atender lo particular y a conectar lo distante. Lo digital pone en valor y conecta toda esa innovación hasta ahora oculta e invisible.

Hay un consenso cada vez mayor sobre la necesidad de transformar la educación, al tiempo que cada vez parece más claro que este cambio solo será posible desde el impulso de las personas y la suma de muchas pequeñas actuaciones. Cada profesor, desde su centro y trabajando con sus alumnos. Las soluciones deberán llegar desde las pequeñas acciones, desde el trabajo diario y desde proyectos reales. Hay quienes están explorando el territorio de los aprendizajes no reglados, el aprendizaje informal y la educación expandida. Otros señalan fenómenos como la flipped classroom, los moocs, la incorporación de los dispositivos móviles (byod), la personalización, la realidad aumentada, el aprendizaje basado en juegos, el aprendizaje adaptativo o el learning analytics.

Es quizá el momento de hacer micro-innovación educativa, de dejar de lado las grandes operaciones, las grandes instalaciones y las grandes leyes para hacer innovación educativa que desarrolle la creatividad, mejore la calidad y la eficiencia de los resultados, favorezca el aprendizaje a lo largo de la vida, haga de la movilidad una realidad y promueva la equidad y una ciudadanía activa.

¿Cómo se pueden crear nuevos espacios para la innovación?

En los últimos años, hemos presenciado el continuo descubrimiento de nuevas formas de crear, inventar y trabajar juntos. La Red se ha convertido en un espacio de encuentro entre personas con diferentes tradiciones y sensibilidades y en un espacio de serendipia y descubrimientos azarosos impulsados por la cultura de lo abierto, la colaboración y lo transversal.

Lo importante sería, por un lado, crear los entornos y las condiciones para que esta innovación surja y, por otro, ser capaces de amplificarla, conectar un nodo con otro, escalar las nuevas redes de innovación que están surgiendo. Y esto es especialmente relevante en el ámbito de la educación donde cada profesor ha sido históricamente y es potencialmente un foco de innovación pero un foco, en muchos casos, aislado y desconectado, ignorado e invisible para otros.

La transformación del sistema educativo parece entonces que sólo puede provenir de la creación de entornos que favorezcan y apoyen el aprendizaje en red y conectado. Por eso, pensar en los nuevos espacios para la innovación educativa, nos lleva indefectiblemente a las personas. En la Era de la desintermediación del aprendizaje es cuando el papel de los profesores cobra, si cabe, más importancia. Y los nuevos espacios para la innovación educativa serán aquellos que mejor respondan a las características que estamos definiendo de apertura, colaboración, horizontalidad, diversidad, relevancia. Espacios inclusivos, distribuidos y conectados. Espacios de comunidad y de contenidos. Flexibles y cambiantes. Digitales y físicos. Híbridos.

Sígueme en Twitter: @juanmanfredi

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