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Tribuna
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Las lecciones de la crisis bancaria japonesa

En los momentos más críticos de la crisis bancaria española, algunos analistas proclamaban que España era una segunda versión de la crisis bancaria japonesa de los noventa. Ambas se incubaron en un entorno macroeconómico muy favorable, caracterizado por un elevado crecimiento económico, baja inflación y bajos tipos de interés; el crecimiento del crédito en algunos sectores fue excesivo, con una concentración muy elevada en el sector inmobiliario.

Las dos crisis tuvieron problemas de gobierno corporativo y un sistema de control de riesgos inadecuado. Pero sin duda, la inacción por parte de las autoridades que se percibía en los mercados y la incertidumbre sobre la dimensión real de los problemas que se vivió en España antes de la realización de los ejercicios de stress test en el verano de 2012 ayudó a fomentar el paralelismo con Japón.

Existen notables diferencias entre ambas crisis, fundamentalmente porque las autoridades españolas no tienen los instrumentos de política monetaria, cambiaria e incluso fiscal que tenía Japón y éste se benefició de una economía mundial robusta. Los bancos españoles también sufrieron las turbulencias en los mercados financieros y el cierre de la financiación mayorista, mientras que los bancos japoneses, por su reducida financiación en mercados (elevado ahorro interno), no experimentaron problemas de financiación y liquidez. A pesar de las diferencias, la crisis bancaria japonesa y la española tienen similitudes de cuyo estudio se pueden extraer varias lecciones aplicables para el caso español.

La reestructuración del sector financiero español progresa a buen ritmo y están solucionados los principales problemas. No obstante, la primera lección que podemos extraer del caso japonés, es la importancia de no ser complacientes, a pesar de que la reestructuración y las reformas estén encauzadas. Un sistema financiero sano es imprescindible para la recuperación económica del país y por tanto todas las medidas deben centrarse en reforzar la solidez del sistema. Siempre que se detecten problemas o riesgos es fundamental actuar con prontitud.

Para España es fundamental que los bancos se involucren en la reestructuración del sector empresarial, que puede implicar dar de baja de balance a clientes no viables (aunque esto implique provisiones adicionales), como se hizo en Japón.

Las provisiones crecerán, ya que seguimos en un entorno económico que va mejorando pero sigue débil. A medio plazo es necesario tener un plan para afrontar la elevada morosidad del sistema, ya que una ratio de morosidad superior al 11%, incluso después de traspasar los activos más problemáticos a la Sareb, es difícil de manejar. Los bancos japoneses fueron obligados a deshacerse de sus activos morosos.

Es importante no hacerlo de cualquier forma y buscar un equilibrio entre provisionar más y no eliminar los incentivos a reestructurar empresas viables. Lo importante es discriminar, por un lado, provisionando los préstamos a empresas inviables y, por otro lado, reestructurar los préstamos a empresas viables que puedan tener problemas.

En este sentido, el desarrollo de un mercado para activos problemáticos, con el objetivo de traspasar los activos que estén debilitando los balances de los bancos, puede ser un camino a seguir.

En España, todavía están pendientes mejoras en el gobierno corporativo de algunas entidades (sector cajas), lo que fue uno de los problemas en Japón, donde existía poca independencia del poder económico y político. También es importante reducir la participación del Estado en el sector financiero, como se hizo en el país asiático. Los bancos controlados por el FROB deben ser privatizados lo antes posible, ya que la participación del gobierno, además de originar problemas de gobierno corporativo, puede debilitar la franquicia de estas entidades y generar distorsiones e ineficiencias en el mercado. Por último, no se puede descuidar la rentabilidad: después de afrontar los problemas de saneamiento los bancos tienen que centrarse en conseguir ser rentables y eficientes otra vez.

Olga Gouveia es economista principal en la unidad de Sistemas financieros BBVA research

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