Fitch espera una cierta mejora para la gran banca de cara al cierre de año
La agencia prevé una mora alta en el segundo semestre, pero inferior al primero del año
Aún queda por llover, pero lo peor de la tormenta parece haber pasado. Esta es la conclusión que se deriva del informe que publicó ayer la agencia de calificación de riesgo Fitch, que valora el horizonte que se dibuja para la gran banca española hasta finales de año, una vez superado el ecuador del ejercicio. En resumen, la agencia advierte que los nuevos requisitos de reclasificación de préstamos refinanciados requerirán de provisiones adicionales por parte de las entidades pero reconoce que el grueso del esfuerzo ya ha sido acometido y prevé una cierta relajación de los niveles de morosidad en los próximos meses.
En concreto, la agencia asume que los nuevos criterios de penalización de créditos refinanciados que entrarán en vigor en septiembre bajo la supervisión del Banco de España han hecho aflorar un mayor volumen de préstamos fallidos y créditos deteriorados, que requerirán un nuevo esfuerzo en saneamientos. La firma de rating estima, no obstante, que “una parte importante de los esfuerzos de provisión para créditos reestructurados se ha completado” ya, por lo que la nueva catalogación de la cartera crediticia debería “tener un menor impacto” sobre la morosidad que padecerán durante el segundo semestre del año “la mayoría de los seis bancos más grandes”, reza, en referencia a Santander, BBVA, CaixaBank, Banco Popular, Sabadell y Bankinter.
“Estos bancos han mantenido la cobertura de morosidad en niveles razonables y están tratando de reducir la exposición” al ladrillo, en gran parte a través de sus unidades internas de gestión de activos y riesgos inmobiliarios. Fitch destaca especialmente los avances logrados en el plano de las ventas de vivienda registradas durante el segundo trimestre de 2013, así como en el campo del alquiler, como forma de rentabilizar su ingente stock inmobiliario.
Así, aunque la firma espera que el deterioro de la cartera inmobiliaria siga siendo elevado durante la última parte del año, considera que el impacto será menor en relación al primer semestre del año, y definitivamente inferior al experimentado en 2012. Entonces, recuerda el informe de Fitch, la banca española afrontó un enorme ejercicio de reclasificación de sus activos inmobiliarios, por los decretos conocidos como Guindos I y II, así como por los planes de reestructuración y saneamiento que desató el rescate a la banca.
Los expertos de Fitch avanzan también que los bancos con un mayor enfoque en pymes deberían tener más facilidad para mantener márgenes sobre los préstamos, “mientras que los costes totales de financiación deberían caer más” en comparación a los altos costes registrados en 2012 durante la guerra del pasivo. Finalmente, la agencia de calificación crediticia espera que los esfuerzos ya realizados en el campo de la reestructuración y el saneamiento ayuden a mejorar el grado de eficiencia del negocio de estas entidades. Elementos, todos, que deberían ayudar arrojar luz sobre el futuro del crédito.
Con todo, concluyen los analistas de la agencia, “la calidad de los activos y la rentabilidad sieguen siendo los principales riesgos para los bancos españoles”.
La mejora de la deuda pública aplaca el golpe
Hace apenas un par de años, cuando la banca española se preparaba para afrontar los primeros grandes test de estrés a los que fue sometido el sector financiero europeo, el fuerte incremento que venía sufriendo la prima de riesgo española se convirtió en uno de los principales quebraderos de cabeza de cara al examen. Las entidades patrias habían venido acumulando una fuerte carga de bonos de deuda pública cuya puesta en valor real suponía un importante desajuste frente al precio en libros. Corría la primavera de 2011 y la prima de riesgo española pasó de estar situada en los 175 puntos básicos a situarse por encima de los 250. Aún entonces, pocos presagiaban que la crisis de deuda soberana se llevaría por delante a tres países y elevaría el índice de riesgo de la marca a España por encima de los 630 puntos solo un año después. La relajación que viene experimentando en los últimos tiempos el termómetro del riesgo soberano español, sin embargo, ha vuelto a situar esta semana la prima en el entorno de los 270 puntos básicos, un rango similar al de aquellos test de estrés de 2011. Sin embargo, dado lo ocurrido desde entonces, Fitch considera una muy buena señal para la banca que el riesgo soberano español se sitúe en estos niveles. Así, de hecho, el informe publicado ayer por la agencia de calificación crediticia expone que “los deterioros adicionales de las reclasificaciones de préstamos” refinanciados que afronta la banca este otoño “han sido compensadas por el aumento de las ganancias de capital de la cartera de deuda pública tras la recuperación de los márgenes”. Un factor, que junto a las venta de activos no estratégicos, la reducción de costes de personal derivados de los ajustes, y la integración de firmas fusionadas ayudará, asume Fitch, a encajar el impacto de las nuevas provisiones por créditos refinanciados.