Fred Perry, un imán para las tribus urbanas
La prensa británica sitúa los ingresos de la empresa en 139 millones de euros en 2012 Perry había pensado en un cigarro como logotipo. Al final, el símbolo fue la corona de laurel
Fred Perry tenía un sueño. Ser tenista. No solo lo consiguió, sino que se convirtió en un mito de este deporte y en un empresario que dejó como legado una marca que ha fascinado a todo tipo de tribus urbanas y a distintas generaciones. Su historia no es muy conocida. ¿Se atreve a bucear en ella?
Frederick John Perry (1909-1995) nació en el obrero norte de Inglaterra. Su padre era un operario de la industria textil que al poco de nacer su hijo tiene que trasladarse a Londres a trabajar. En la capital británica, el niño se quedó fascinado con el tenis, un deporte que solo practicaban las élites de la época. No le sería fácil entrar en ese ambiente. Ansioso por jugar, se presentó en un torneo donde participaban exclusivamente niños de los elitistas colegios de Eton, Marlborough, Harrow... Cuando le preguntaron a qué centro representaba, contestó: “A la escuela municipal de Ealing”. El perplejo organizador le rechazó. Solo su obstinación, y el favor de un amigo familiar, le permitió participar en nombre de la privada Repton.
En un caso curioso de deportista, Perry se proclamó campeón mundial de tenis de mesa en 1929. Pero dejó esa versión para centrarse en las canchas. Ese año participó por primera vez en Wimbledon, donde no fue bien recibido ni por los participantes ni por el público por su origen obrero. En 1933 lideró el equipo de la Copa Davis que ganaría cuatro títulos consecutivos. Ese año obtuvo su primer grand slam, el Abierto de Estados Unidos, y en 1934, su primer Wimbledon. Al final de su carrera deportiva había ganado ocho torneos grand slams, fue el primer tenista en conseguir los cuatro grandes (Australia, Estados Unidos, Roland Garros y el open británico) y el último ciudadano del Reino Unido en vencer en el All England Club hasta que este año su compatriota Andy Murray le sucediese 77 años después.
Pero Perry se enamoró de EE UU, un lugar donde se habían derribado las elitistas normas sociales y el tenis se había popularizado. Se fue a vivir allí, se apartó del entonces circuito amateur y se convirtió en un profesional de gira constante.
Cronología
1909. Fred Perry nace en Stockport, junto a Manchester.
1929. Participa por primera vez en Wimbledon.
1934. Se corona en el open británico.
1936. Se convierte en profesional, por lo que no puede participan en los grand slams. Había ganado ocho (tres veces en Londres, un Roland Garros, tres open de Estados Unidos y uno de Australia).
1952. Funda la empresa que lleva su nombre.
1957. Lanza la exitosa línea de calzado con la corona de laurel.
1995. Fallece Perry y la compañía es adquirida por la japonesa Hit Union.
2012. En el 60.º aniversario, Raf Simons (actualmente diseñador de Dior) rinde su particular homenaje con una interpretación moderna de un traje de la firma, una colaboración que continúa en la colección de 2013.
Una vez retirado, en 1941, conoció casualmente en Wimbledon al austriaco Tibby Wegner, exiliado en Londres por la Segunda Guerra Mundial, quien mostraba a los jugadores un peculiar invento: una muñequera para retirar el sudor de la frente. Al cabo de los años, ambos se asociaron y fundaron la marca Fred Perry, que comenzó vendiendo este artículo. Al poco lanzaron al mercado los polos en tela piqué, su producto más vendido desde entonces. Su historia recuerda a la del tenista francés René Lacoste, El cocodrilo, que tras retirarse de las pistas, 20 años antes y gracias a su fama, había creado el polo y la marca que rivaliza todavía con la firma inglesa.
A diferencia de la casa francesa, Fred Perry se ligó desde el principio a la clase trabajadora y a las tribus urbanas. Dice la historia de la empresa que fueron los mods los que pidieron a Perry polos de distintos colores y fueron los primeros en popularizar la marca. Con sus trajes estrechos y su ansia por beberse la noche en clubs de jazz y rhythm and blues, llevando las prendas con el emblema de la corona de laurel.
Este logotipo fue ideado por Wegner, en recuerdo a la corona que recibían los vencedores en la Grecia clásica. A Perry sencillamente se le había ocurrido que las camisas llevaran como marca un cigarro. Afortunadamente no fue así. Entre las prendas míticas se encuentran los polos M12, zapatillas deportivas con la corona de laurel que pasaron rápidamente de las pistas a las calles y también las cazadoras Harrington con forro de tartán. Detrás de los mods llegaron otras muchas tribus urbanas al mundo de Fred Perry. Y la marca se siente orgullosa de ello. El pasado año, para conmemorar el 60.º aniversario, eligieron “seis décadas de subcultura” como lema.
A principios de los sesenta sería el estilo northern soul el que tomaría el testigo de la moda del norte industrial inglés en clubes legendarios como The Twisted Wheel, The Torch and the Wigan Casino. En los setenta serían los punks de Londres quienes comenzaran a utilizar su ropa. Otro grupo poco conocido fuera de Manchester fueron los perry boys, también en los setenta. En los ochenta y noventa serían los más que cuestionables neonazis y skinheads, y a partir de los noventa se vinculó su imagen al britpop como reacción al grounge americano. Finalmente, en la pasada década, en ciertos submundos homosexuales, como el de los osos o bears, se convirtió en un clásico para la caza nocturna. “Entre 1952 y 2012 una sucesión de subculturas adoptó el estilo Fred Perry. Mods, skinheads, suedeheads, rude boys, two tone, northern soul, two tone, indie y britpop. Y una larga lista de héroes musicales, desde Paul Weller (The Jam) a Amy Winehouse, han llevado el laurel con orgullo”, comentan desde la empresa.
El fundador no llegó a ver a estas últimas tribus. Murió en 1995 en un hospital australiano tras una caída en la ducha. Al poco tiempo, sus herederos vendieron la marca al grupo japonés Hit Union (de Osaka), que desde entonces es propietario de la firma.
Un "playboy" acogido por Estados Unidos
Cuando Fred Perry ganó su primer Wimbledon en 1934 derrotando al australiano Jack Crawford tuvo que soportar cómo la organización consolaba a su rival. Todo por el origen obrero del chico del norte que no era aceptado en el elitista mundo del tenis británico. Así que cuando en 1936 se mudó definitivamente a EE UU, un país que le acogió sin miramientos, empezó una nueva etapa para él. Como empresario adquirió el exclusivo Beverly Hills Tennis Club. Allí contrató a unas modelos para atraer clientes. Y le funcionó.
Fue amigo de Charles Chaplin, Errol Flynn, Douglas Fairbanks, Marlene Dietrich o los hermanos Marx. Se convirtió en un habitual del star system y en un playboy con enorme éxito entre modelos, aspirantes a actriz y alguna que otra consagrada. Se casó en cuatro ocasiones. En 1952, finalmente, encontraría al amor de su vida, Barbara Riese, con la que convivió hasta que le llegó la muerte.
Con el paso del tiempo, Perry se convirtió en una leyenda en su país. Los más jóvenes le conocieron como comentarista en las retransmisiones deportivas de la BBC y su figura creció con el paso de los años, cuando ningún compatriota lograba de nuevo alzarse con el open británico. Al final, el All England Club se rindió y 50 años después de su triunfo le dedicó una estatua en sus instalaciones. Andy Murray le ha sucedido esta temporada, tras casi ocho décadas. Lástima que fuera vestido de Adidas.