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Columna
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El oro avisa del terremoto

El oro podría estar enviando otra vez una advertencia a los mercados. Su precio está de nuevo en una racha de pérdidas, la más sostenida desde su cataclismo primaveral. La razón más probable es que los temores de un endurecimiento de la política monetaria en Estados Unidos estén reviviendo.

En abril, un descenso de los precios del oro de más del 10% señaló la proximidad de un cambio radical –la expectativa de que se acercaba el final del interminable programa de flexibilización cuantitativa de la Reserva Federal. Desde entonces, la rentabilidad del bono a 10 años del Tesoro de Estados Unidos ha aumentado del 1,6% al 2,6%. Los mercados emergentes han caído y las materias primas se han estancado. Los únicos ganadores claros son los valores de los países desarrollados; el índice estadounidense S&P 500 ha subido un 10%.

Las noticias económicas de Estados Unidos son lo suficientemente buenas para no inquietar a los gobernadores de la Fed. Mientras los banqueros centrales se preocupan menos, los inversores se alteran.

Las materias primas y los mercados emergentes comenzaron con la tendencia bajista dos años antes. En ambos casos, la recuperación estadounidense y el avance gradual del dólar tienen aspectos negativos. Si la Fed imprime menos, es probable que el dólar suba, y las materias primas y los mercados emergentes sigan cayendo.

El crudo ha demostrado ser resistente ante la tendencia bajista; el Brent está más o menos al mismo precio que en abril. Pero este podría caer una vez que la Fed comience a apretar. Eso sería beneficioso para la demanda de materias primas y el crecimiento del PIB mundial –y es una buena razón por la que la Fed no debería ser tímida.

¿Qué pasa con la renta variable de los mercados desarrollados? Sin un combustible de financiación barata y con los tipos de interés del mercado en aumento, parece difícil imaginar que unas bolsas cada vez más caras no se vean afectadas.

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