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Columna
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Los problemas de Italia tras Berlusconi

Los problemas de Italia continuarán cuando Silvio Berlusconi se haya ido. Que el tribunal supremo desestime el 30 de julio el recurso de ex primer ministro por un delito fiscal podría suponer una mala noticia para el débil gobierno de coalición. La pregunta más importante es, ¿qué viene después de Berlusconi? La posible respuesta no invita al optimismo.

Si su recurso se rechaza, Berlusconi podría querer retirar el apoyo de su partido al gobierno de Enrico Letta y desencadenar unas nuevas elecciones, pero eso sería arriesgado. Puede que tenga menos que perder si mantiene la coalición por ahora.

Una condena marcaría el comienzo de la inevitable salida de Berlusconi de la vida pública, pero no serviría para sanar la naturaleza disfuncional de la política italiana, que él denunció para subir al poder en 1993 y que se acentuó durante el total de nueve años en que ejerció como primer ministro.

Una condena marcaría el comienzo de la inevitable salida de Berlusconi de la vida pública

En lugar de reconstruir la derecha italiana, Berlusconi la organizó en torno a su propia y controvertida personalidad. Su compromiso de liberalizar la economía dio paso al populismo, al alarmismo y al intervencionismo. Su salida de la escena dejará a Italia más dividida que nunca.

Italia necesita un gobierno estable, con el consenso de todos los partidos para reformar su inactiva economía. Incluso con la salida de Berlusconi, esa posibilidad parece remota. La derecha no tiene un sucesor claro y creíble, pero no es probable que los votantes de Berlusconi cambien su la lealtad hacia la izquierda, que parece incapaz de aprovechar la oportunidad. El Partido Democrático de centro-izquierda se ve obstaculizado por sus raíces sindicales y por su falta de consenso ante las reformas difíciles.

La política disfuncional no es exclusiva de Italia. Pero el país necesita medidas para abordar el bajo crecimiento crónico y creciente deuda. La era de Berlusconi se ha caracterizado por coaliciones impotentes, improbables y por tecnocracias intermitentes. Sería agradable pensar que el ciclo puede simplemente perdurar. Pero eso ya se ha dicho antes sobre Italia.

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