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Columna
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Los límites de la simplicidad

El mantra menos es más tiene un atractivo intuitivo en la regulación bancaria. Esa es la razón por la que un creciente grupo de académicos y supervisores están impulsando la adopción del apalancamiento como medida primaria de riesgo bancario. Pero la figura no es tan sencilla como parece. El reciente combate reciente entre Deutsche Bank y un importante regulador financiero estadounidense ilustra por qué.

El ratio de apalancamiento parece una medida simple: el total de los activos de un banco, dividido por su capital propio. Los partidarios argumentan que es más difícil de manipular que los ratios de capital ponderados por riesgo, los cuales dependen de los modelos hechos a medida por los propios bancos. También tienden a usarlo como evidencia de que los bancos necesitan más capital.

Thomas Hoenig, el vice presidente de la Corporación Federal de Seguro de Depósitos estadounidense, aseguró recientemente que Deutsche Bank estaba “terriblemente infracapitalizada” porque su capital a finales de 2012 fue de solo el 1,63% de los activos totales –que equivale a un ratio de apalancamiento del 61. Las dos partes de este cálculo están abiertas a debate.

Los que están a favor de tomar como referencia el apalancamiento creen que es más difícil de manipular

Su cálculo toma los activos totales de Deutsche, tal y como los miden las normas contables Normas Internacionales de Información Financiera (IFRS, por sus siglas en inglés). Esto requiere que los bancos incluyan sus exposiciones brutas a instrumentos derivados en sus activos y pasivos, aunque las posiciones se anulen entre sí. Así, Deutsche tiene alrededor de dos billones de euros en activos.

El banco, sin embargo, prefiere los principios contables estadounidenses, que permiten a las entidades contar los activos basados en la exposición neta a productos derivados. Sobre esta base, la cifra total rondaría los 1.200 millones de euros.

Las diferencias ayudan a explicar por qué el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea tendrá que luchar para imponer una sola medida de apalancamiento bancario. El argumento a favor de esta medida es que resulta más difícil de manipular, y por lo tanto más fácil de juzgar. La triste realidad es que incluso algo tan supuestamente simple está lejos de ser directo.

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