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Editorial

Reglas claras para la banca

La recapitalización de la banca es el cuento de nunca acabar. Desde que surgió la crisis financiera, se ha vuelto a los viejos teoremas financieros según los cuales, exagerando gráficamente, la banca debe tener un capital del 25% para generar una rentabilidad del 5%, esos que nunca debieron ser sustituidos por la búsqueda de rentabilidades del 25% con capital de solo el 5%. A los nuevos estándares de capital en función de los niveles de riesgo, de nuevo revisados tras la preocupación de las autoridades sobre la cartera refinanciada que podría esconder o aplazar morosidad, se une la aplicación de los criterios de Basilea III que entran en vigor en 2014. Tales criterios obligarían a la banca cotizada española a no considerar como core capital, como capital de primera categoría, a los activos fiscales diferidos (crédito fiscal por pérdidas en adquisiciones o provisiones deducibles en el futuro). Dispondría eso sí, de diez años para descontar una cantidad de no menos de 46.000 millones de euros.

No es una cantidad ingobernable, si no fuera porque suma a las nunca agotadas exigencias de recapitalización, que suponen una presión muy notable sobre la actividad del crédito. Para despejar la situación la banca necesita reglas claras y definitivas, porque la actividad económica que espera flujos de crédito no puede esperar.

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