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Tribuna
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No luches contra el Banco de Japón

El pasado ha enseñado a los gestores de carteras a no apostar en contra de las acciones de la Reserva Federal, un patrón que ha dado lugar al proverbio de Wall Street no luches contra la Fed. Dicho de otro modo, invierte en concordancia con las subidas y bajadas de tipos de interés del principal banco mundial. De forma similar, los inversores harían bien en tomar ejemplo del reciente cambio radical en la política monetaria del Banco de Japón.

El pasado 4 de abril el Banco de Japón (BoJ) hizo historia al anunciar un espectacular programa de flexibilización monetaria encaminado a acabar con la deflación. El tiempo dirá si la acción conjunta de la Administración del primer ministro Shinzo Abe y del Banco de Japón bajo el nuevo liderazgo de Haruhiko Kuroda tendrá éxito. Las cuestiones son múltiples. Japón se ha visto atrapado en una situación de deflación durante más de una década y se enfrenta a tendencias demográficas adversas, así como a un crecimiento económico débil. Para resolver estos problemas se necesitan reformas estructurales del mercado de trabajo. A pesar de la naturaleza a largo plazo de estos obstáculos, la acción de las autoridades ya ha aumentado la actividad comercial y el sentimiento de los consumidores al mismo tiempo que ha depreciado el yen y ha hecho subir la renta variable local. Es probable que estas tendencias se mantengan siempre que los legisladores sigan firmes en su voluntad de alcanzar estos objetivos, independientemente del resultado final. Para los mercados financieros, siempre es mejor viajar que llegar.

El mensaje del Banco de Japón a los inversores japoneses es muy claro: abandonar la liquidez y las posiciones en bonos gubernamentales y entrar en inversiones como la renta variable y el mercado inmobiliario. Esperamos que tal cambio beneficie a los mercados de renta fija extranjeros junto con los bonos japoneses. Además, si todo lo demás permanece sin cambios, probablemente respaldará los mercados de renta variable a nivel global y limitará el riesgo de caída a corto plazo originado por una economía global estancada.

Dejando a un lado la reacción del mercado, la nueva política del BoJ no está exenta de riesgos. Evidentemente, una menor demanda de bonos soberanos japoneses dispararía la subida de tipos de interés en la tercera mayor economía mundial, lo que llevaría a una situación presupuestaria precaria dado que la deuda japonesa representa el 240% del PIB. Sin embargo, las compras del BoJ cubrirían ampliamente las necesidades de financiación del Gobierno –a esto se denomina la monetización del déficit– una anatema para el menguante grupo de banqueros centrales conservadores que defienden que los bancos centrales deberían sobre todo centrarse en cuestiones tradicionales, como salvaguardar la estabilidad de precios.

Por tanto, ¿por qué una flexibilización monetaria tan agresiva no hizo aumentar el precio del oro que después del anuncio del BoJ sufrió uno de los reveses más duros de su historia? Podríamos argumentar que el nuevo fracaso del oro para reaccionar positivamente frente a noticias alentadoras es la razón por la cual el sentimiento de los inversores se cristalizó en una inmediata venta. Además, podría darse una respuesta muy sencilla: después de diez años de tendencias al alza y de considerables flujos, se está perdiendo al comprador marginal. ¿Esto significa que el mercado alcista para el oro ha llegado a su fin? La respuesta podría ser afirmativa. No obstante, también podría serlo negativa si la inflación erosiona la confianza en los billetes de papel. En cualquier caso, el actual equilibrio entre oferta y demanda requiere de una abundante demanda de inversión en oro que es probable que disminuya en el futuro próximo. Este metal precioso, que actualmente está en 1.425 dólares por onza, probablemente encontraría un soporte más sólido cerca de los 1.100-1.200 dólares, es decir, el punto en el cual las minas de oro menos eficientes empezarán a recortar su producción.

En términos generales, los datos económicos recientes han estado por debajo de lo esperado, sobre todo en Estados Unidos (cierto es que después de un primer trimestre sólido) y China, mientras que Europa continúa en problemas. Dados sus robustos fundamentales a medio plazo, esperamos que la economía americana recupere fuerza durante la segunda mitad del año, después de haber superado los vientos en contra procedentes de impuestos más altos y del recorte automático del gasto.

Christophe Bernard es jefe de Estrategia en Vontobel AM

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