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Los supervivientes de aquella noche de mayo

Del medio centenar escaso de personas que protagonizaron la famosa noche del 9 al 10 de mayo de 2010, apenas queda un puñado que pueda contárselo en primera persona al resto de ministros de Economía y Finanzas de la UE.
La mayoría de los presentes en aquella dramática reunión del Ecofin (consejo de ministros de Economía y Finanzas de la UE) han dejado el cargo desde entonces. Ya no está Elena Salgado, que presidió la reunión junto a José Manuel Campa. Junto a ambos, el veterano diplomático Carlos Bastarreche (ahora embajador en París), atento a los mandobles ocultos en la letra ínfima y traicionera de los acuerdos comunitarios.
También han abandonado el Gobierno o cambiado de cartera los representantes de Reino Unido, Holanda, Bélgica o Austria, entre otros. Y el ministro irlandés, Brian Lenihan, falleció poco después del rescate de su país (en 2011) víctima de un cáncer.
Uno de los presentes, el finlandés Jyrki Katainen, ocupa hoy la presidencia de su país. Y el omnipresente luxemburgués Jean-Claude Juncker, que vivió el histórico Ecofin en su calidad de presidente del Eurogrupo (consejo de ministros de Economía de la zona euro) sigue como primer ministro, pero ha dejado la cartera de Economía.
De aquella noche sobreviven en el Eurogrupo y/o el Ecofin los ministros de República checa (Tomás Zídek), Luxemburgo (Luc Frieden) y Suecia (Anders Borg).
También estaba, y está, el austriaco Thomas Wieser, presidente entonces del Comité Económico y Financiero, reconocido látigo de la delegación española. Tal vez su obsesión explica que el comunicado posterior a aquel Ecofin exigiese ya recortes a España y no mencionase siquiera a un país como Irlanda, que fue el primer país en caer tras Grecia.
Los cuatro supervivientes podrán el lunes y el martes (13 y 14 de mayo), durante su próxima cita en Bruselas, rememorar para sus colegas más novatos qué pasó hace tres años en la madrugada del domingo al lunes antes de la apertura de los mercados asiáticos. Suponiendo que no se lo hayan contado ya mil veces.

Uno de los ministros que siguen, el alemán Wolfgang Schäuble, no puede sumarse al relato. Se perdió en el último momento la cita de aquel domingo porque tuvo que ser ingresado en un hospital de Bruselas.
Schäuble fue sustituido por el ministro del Interior, Thomas de Maizière, que se encontraba cazando en su país y tuvo que ser trasladado de manera urgente a la capital comunitaria en un avión del ejército alemán.
El simbolismo no podía ser más claro para una noche que marcó el inicio de una disciplina presupuestaria castrense a cambio de un rancho exiguo de medio billón de euros en forma de préstamos reembolsables con intereses leoninos (rebajados después).
Para colmo, De Mazière contó con el apoyo de Jörg Asmussen, entonces secretario de Estado de Hacienda y hoy uno de los principales halcones en el Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo.
Asmussen sigue asistiendo en esa calidad a las reuniones del Eurogrupo (consejo de ministros de Economía y Finanzas de zona euro). Y entre sus méritos más recientes, se le atribuye gran parte del fiasco del rescate de Chipre en esa otra noche memorable del 15 de marzo de 2013.

Continúa también el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn. El finlandés recordaba hace dos días que el 9 de mayo de 2010 la Comisión propuso la creación de un fondo de estabilización comunitario, Una fórmula que probablemente hubiera zanjado la crisis de la deuda sin causar tantos estragos y, sobre todo, sin dañar tanto la relación de confianza entre los socios del norte y del sur. La delegación alemana lo rechazó tajantemente. "Porque no nos fiamos de vosotros", le espetaron a la Comisión, según reveló después el The Wall Street Journal.

Francia, representada por la entonces ministra Christine Lagarde, no pudo evitar el desenlace. La hoy directora-gerente del FMI asiste de vez en cuando a las reuniones del Eurogrupo. Y su organismo mantiene, por ahora, la participación en los rescates, prometida por un Dominique Strauss-Khan que el 9-M no estuvo en Bruselas pero que dio su visto bueno desde Washington (o donde estuviera).

Otras memorias de aquella noche, pero que ya no están en primera fila, son el belga Philippe Maystadt, entonces presidente del Banco Europeo de Inversiones, y Lucas Papademos, que era vicepresidente del BCE.
Muchos de ellos han dado ya su versión de lo ocurrido. Otros, tal vez, se guardan todavía algún secreto. Como ocurre siempre con la historia, las versiones se van enriqueciendo y complementado. Pero a veces también el recuerdo se enturbia, se endulza o se mixtifica.
Hasta ahora parece haber acuerdo en un punto: desde hace tres años, la zona euro baila al ritmo que marca Alemania. "En haute... en bas... à gauche... à droite...", como en el video de Yannick. Falta por ver si Berlín y París comparten el resto del estribillo: Pour qu'on finisse ensemble toi et moi. Que el objetivo de aquella noche era flirtear para acabar juntos.

(Sobre las secuelas de aquella noche, merece la pena leer el reciente análisis de Joaquín Estefanía, Mil días de austeridad.
Y tirando de egoteca, el capítulo sexto de "¿Qué está pasando?" (Ediciones Deusto, 2011), versa sobre lo ocurrido aquel infernal mes de mayo (lo puedes leer aquí).

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